El coreano o la insoportable pesadez del ser
(a propósito del libro "NO COSAS" de Byung-Chul Han)
No tengo nivel, ni es mi pretensión hacer una crítica sería al coreano-alemán objeto de vuestra admiración. Pero si puedo daros mi versión de lo que he sentido, y después reflexionado, cuando he acabado de digerir, con algún Almax, ese “NO-COSAS” que tanto –parece–, os ha gustado.
De forma previa diré, algo obvio –pero no tanto–, que conviene recordar. Hay un tiempo para arar, uno para sembrar y otro para cosechar.
Arar, es árido, arduo, duro y tiene un costo, un desgaste, por tanto, conviene saber que es mejor afrontar este tiempo en la juventud. Después se siembra, si es que tenemos algo que sembrar. Generalmente sí. Pero no siempre. Y finalmente se cosecha, lo cual depende de lo que se ha sembrado, de cómo se ha sembrado y de qué casualidades han hecho que las semillas que tú pusiste en un lugar germinen allí o un poco más allá del camino. El azar tiene un papel. Aunque muchos defenderán que el azar no existe. Ese es su problema. El mío no.
Una vez dicho esto intentaré explicar por qué lo he dicho. Bien, a mi juicio, equivocar los tempos es algo común. Nadie está exento de este desliz. Pero hemos de saber reconocerlo. A veces si el ego es muy abultado no se puede. Pero eso es otra cuestión.
Arar, en el significado que yo le he dado, es preparar el Relato. Estudiar, para finalmente adoptar una welstanschauung personal, traducido del alemán, es la forma de concebir el mundo, o sea, qué cosmovisión adoptar para participar de lo humano, por tanto, de lo social o comunitario, pues somos por este orden: seres naturales (inscritos genéticamente en la escala de la naturaleza), seres sociales (inscritos en la escala de la dimensión humana) y seres trascendentes (por nuestra pulsión a buscar la verdad que se oculta tras el velo de la muerte). Pero no seremos nada, ni completos, ni incompletos, si no nos proponemos para ser partícipes de estos tres niveles.
Naturaleza, lo que nos hace trabajar en pro de ella y respetarla…
Humanidad, lo que nos hace partícipes, e implicados en lo social o comunitario…
Espiritualidad, lo que nos hace aspirar a la trascendencia en el formato que hemos elegido, sea por cultura cercana o por adhesión a otra, aunque sea lejana…
Pero el tiempo de arar es limitado… no me imagino a un jubilado todavía buscando el significado a su existencia… creo que si esto ocurre es una alteración notable al discurrir de una vida. La madurez es la época en la que sembramos… aquellos que pueden. Y la vejez es la época en la que cosechamos…
Bien, bien, dicho lo previo vayamos al coreano. A mí me parece que el coreano se la sabe muy larga y le gusta publicar o sea ganar pasta. El panfleto de las NO-COSAS podría resumirse en pocas frases. Por otro lado, nada sorprendente, pues todos hemos pensado alguna vez lo mismo. Lo que pasa es que él lo adorna con ese lenguaje erudito que se oculta tras el academicismo. O sea, bajo el prestigio de ser considerado quien es. Y de tener un gran bagaje de lectura y estudio. Es su oficio. Y seguro que su prestigio lo aró cuando debía. Y ahora cosecha… no como otros que se gastan la pasta en el coreano pensando que con ello aumentaran su acervo… aclaro que yo me la gasté (la pasta) solo por curiosidad.
Está claro que el discurso está relleno a tope de referencias a autores, o sea filósofos previos, que usa de continuo para reafirmar sus tesis… Tesis que, por otro lado, nadie discute, pero que quedan muy bien si se acompañan de citas… es pensar sobre el pensamiento de otros, algo que se le da muy bien a la gente que cuando habla de algo siempre acaba refiriéndose a lo que ha leído en una u otra ocasión. Citando a los autores leídos como coletilla que se exhibe a modo de trofeo y marcador de terreno como los canes cuando delimitan su territorio levantando la patita. Estoy convencido de que, a partir de cierta edad, quien necesita de este recurso es que busca un reconocimiento que de joven no tuvo.
A ver no estoy diciendo que la digitalización del mundo relacional no haya ocupado el lugar de las cosas-cosas. Sería negar una evidencia. Pero ¿a estas alturas quién lo duda o lo niega? Por tanto, de que va? Pues va, a mi juicio, de lucir su discurso, de “epater a les bourgeois” que no sé si está bien escrito o no. La redundancia, hablando de los smartphones, de la smarthome, de las selfis, etc., es del todo tan evidente e innecesaria desde la página 3… que no acabo de entender a quien va dirigido, pues si es a quien tiene nivel lector para pasar de la página 3, le sobra, pero al que no tiene nivel, ni le roza… Pero el colmo de lo desmesurado es lo que se suelta en la última entrada con el gramófono dels collons… cuando lo leí el estómago dijo basta y me tomé un Almax…
En definitiva, que cada vez aprecio más el silencio.
Y la levedad. No la pesadez del conocimiento, la erudición y la cita…
Lo que me recuerda que un día, allá por los 80 y pico, leí la insoportable levedad del ser (M Kundera). Estaba entonces en la fase de arar. Me motivó, me dio instrumentos para afrontar el dilema amor-raíces (familia) versus amor-desarraigo (bohemia). Y dije que me gustó. Pero 20 años más tarde lo volví a leer (cosa que recomiendo) y me pareció una obviedad, un aburrimiento, en fin una lectura superada o innecesaria, no de forma absoluta (lo tuve que reflexionar) sino relativa. En la cual reconocía unos valores, pero unos valores para una lectura joven, para una lectura con 20-40 años, no para quien estaba ya en la edad de sembrar… este pensamiento (cosa que es evidente que una IA no haría: no hace falta que el coreano dels c… nos lo diga) me llevó al momento presente en el que todavía hay quien cree que tiene 30 años… y sigue arando…
El silencio es lo único que puede hacer que el yo florezca.
Un silencio fruto del cese del deseo de enriquecerse.
Pero si la mente global (por qué hay muchas mentes, sí, pero yo me refiero al concepto “mente” como el ordenador que maneja nuestro yo soy, no el yo personaje que es el yo estoy) no ha cambiado de forma, no a metanoizado, todo lo que creemos saber se depositará en un recipiente rígido, formateado, incapaz de cambio. Y seguirá haciendo las mismas cosas… dando vueltas a la noria.
Meditar, para mí, es concitar el silencio de los procesos mentales. Es parar el flujo mecánico del pensar, para que, en el silencio, podamos oír lo que nos tiene que decir el yo soy, a menudo ahogado por el torrente de información en el que vivimos…
That is all my friends!!!