Este mexicano, Alfonso Cuaron, de la generación de Guillermo del Toro y de González Iñarritu, es un crack!
Roma me ha reconciliado con el cine en mayúscula, con el Cine. La verdad es que lo normal es ver buenas pelis, las malas ya no las vemos, pero entran en la categoría de pelis normales. Muchas muy buenas. Pero Roma es un alarde de Cine. Es otra categoria. Para mi que Cuarón nos ha querido demostrar que no le hace falta ni el color ni la música... y le ha salido una obra de arte que sorprende, si, sorprende que haya tan pocos directores lúcidos que sean capaces de hacer cosas asi... y es que debe ser que nuestro nivel de espectadores es tan bajo que no es rentable aventurarse... es mejor apostar por el cine en minúscula (el de entretenimiento)
Roma toma el titulo del barrio de clase media en México DF en donde se crió Cuarón. El guion, simple al maximo, relata la vida cotidiana de una familia que podría ser la del director. Cleo la criada encarna a "Libo", Liboria, que fue el ama de cría o niñera de Alfonso en la década de los 70.
Cuarón retrata la cotidianidad en el que se cruzan las realidades de la clase media y la clase obrera. Ambos escenarios los vemos juntos e interdependientes, pero separados por la barrera de lo social. Una barrera que Cuarón quiere demostrar que es franqueable a través de las emociones.
La mirada que nos ofrece el director desafía el tipo de discurso impuesto por los grandes estudios cinematográficos. Se trata de un relato cinematográfico en blanco y negro, que apela frecuentemente a planos panorámicos con profundidad de campo.
El relato transcurre lenta pero orgánicamente. En algunas secuencias, como en el parto de Cleo o en el incendio en el bosque, Cuarón aplica la técnica de planos paralelos, creando un efecto de contrapunto en el discurso principal.
La pieza se sitúa en el contexto sociopolítico de los primeros años de los 70, momento historicamente polémico: por un lado, se representa el espíritu pujante de la modernización de América Latina, por medio de los signos de una clase media alta que aspira al señorío económico; por el otro, se expone la alternancia de este mundo de expectativas modernas con la supervivencia atávica de las culturas prehispánicas, aún marginales dentro del sistema dominante. Junto a esto, se respira a tensión social y política creciente que desencadena la matanza del Jueves de Corpus, acaecida el 10 de junio de 1971 en el DF.
El padre de familia representa, simbólicamente, la imagen del mundo patriarcal y modernizador. Es el típico padre proveedor y distante, con un mundo ajeno al hogar. Antonio conduce un automóvil de última generación que no cabe en el lugar de estacionamiento. Él quiere ser la imagen de un hombre próspero, moderno y libre. Sus expectativas son mayores que la modesta vida cotidiana de la familia en Roma.
La representación del patriarcado no es solamente visible en Antonio. También lo es en los personajes de Fermín, Ramón y, en un sentido amplio, en el campo de entrenamiento del grupo paramilitar del gobierno mexicano, activo entre los años 60 y 80. Fermín, desde la primera escena, hace una exhibición de fuerza física mientras está desnudo; símbolo de una violencia cruda.
Ramón es un joven diletante que no se compromete con su entorno inmediato. El orden patriarcal se concreta en la violencia del Estado mexicano, que impone por la fuerza su voluntad. El orden patriarcal es, pues, violento y abocado a lo público.
En una casa de familia con un padre ausente, primero emocional y luego físicamente, es claro que se construye un mundo centrado en la madre, algo que algunos llaman una cultura matricentral, representada en Cleo y Sofía. No hablamos de matriarcado pues no es un régimen de la madre como jefe y garante del orden. Se trata, más bien, de un acomodo de la familia al cuidado, casi siempre inadvertido, de las mujeres de la casa, que en su silencio resignado sostienen el corazón de todos y acaban también por ser el sostén económico del hogar.
Sofia también, a su modo, es una mujer silenciada como Cleo. Ella sufre con resignación y bajo humillación, el progresivo abandono de Antonio, el maltrato psicológico y el autoritarismo. Al comprender que ha sido abandonada con cuatro hijos, tal como Cleo lo ha sido en su embarazo, Sofía comprende que ambas son iguales. De esta forma, ella dará el primer paso resuelto para romper la línea que separa a sirvientas y patronas: Sofía pasa de ser la patrona benevolente, a retratarse junto a Cleo en el drama universal de la mujer. Así inicia su transformación personal que se expresa en las acciones de chocar y vender el Galaxy de Antonio, símbolo del fin del reinado patriarcal en el hogar.
En esa vida cotidiana, Cuarón muestra la paradoja máxima, que es a su vez el centro emocional del relato: Cleo, aquella que parecía orbitar alrededor de la familia de Sofía, es, en realidad, la columna que sostiene la casa y evita el verdadero desastre.
Dos símbolos, por nombrar apenas algunos, son claves: 1) solamente Cleo puede mantener el equilibrio en un pie con los ojos cerrados, cuando aplica el ejercicio que un maestro indica a los alumnos del campo de entrenamiento. 2) el único momento en que Antonio interactúa afectivamente con alguien es con Cleo, antes de dar a luz en el hospital.
Cleo, en su sencillez y sin saberlo, es una maestra de vida que nos enseña –como las aves del cielo y los lirios del campo–, sin necesidad de discursos, sino solo mostrando con humildad y en silencio cómo vivir hermosamente el día a día. Sencillamente, sin juzgar, y sin proclamas. Algo que Cuarón ha conseguido repetir con su película.
Os aconsejo q la veais!