lunes, 30 de marzo de 2020

Confesiones a un amigo confinado...

Los griegos se casan en círculo, para que se les queden grabados los elementos esenciales del matrimonio: para ser (terrenalmente) feliz hay que encontrar variedad en la repetición, para avanzar hay que volver a donde se ha empezado…  

Pero vayamos por partes.  Y quede para otro día este primer párrafo…

A lo largo de mi experiencia, acumulación de lecturas y reflexión concluyo que el ser humano funciona en un rebaño social le guste o no.  La forma en cómo se ha de conducir el rebaño esta determinada por el devenir, pues nuestro limitado libre albedrío no da para modificar los acontecimientos que hemos de sufrir.  Hay un sinfín de regulaciones del comportamiento social que escapan a nuestro limitado control.  Cuando comprendes esto en su más intima consecuencia entiendes que tu vida personal, tu concreta e irrepetible vida, esta marcada para ser como ha sido, sin que tu voluntad haya intervenido, solo el azar de esas determinaciones, que escapan a nuestra comprensión, son las responsables de que hayas tenido las vivencias que has tenido, los padres y el nicho ecosocial en el que naciste, creciste o tuviste oportunidad de creer que lo que hacías, determinaba un futuro u otro… pero a la postre somos lo que somos y el entorno no lo hemos marcado con nuestras decisiones, simplemente es la tramoya en la que nos ha tocado vivir… bien quedémonos aquí. Guardemos en la memoria el hecho de que nos ha tocado un tiempo en el que vivir y que no lo hemos elegido ni lo hemos podido influir.  

El hombre social tiene que convivir y para ello inventa sistemas de regulación.  Histórica y sociológicamente hablando, la democracia (sin entrar en el detalle del tipo de democracia, que hay varios…)  es el menos malo de los sistemas de regulación social.  Tiene muchas imperfecciones pero a pesar de ello es mejor que la dictadura o el anarquismo.  El despotismo ilustrado es una gran tentación. Si. Efectivamente: yo soy más ilustrado que otros, sé más cosas, soy por tanto diferente y también, por ello, soy mejor.  Ergo puedo pensar por los demás, que quizás no se han dado cuenta de algo que yo sí, y crear una forma de mejorar su conocimiento, o sea puedo ayudarles a comprender mejor la realidad..., esa realidad que su ignorancia les impide ver tan claramente como lo veo yo…. Y de ahí a imponer una forma solo hay un paso.  Siempre he pensado que el despotismo ilustrado es el camino de los impacientes, de aquellos que creen que sin intervención no se arreglarán las cosas, el camino de los que creen que las cosas pueden mejorar si nos esforzamos… pero es maya, es ilusión. La historia nos enseña que no hay cosas que puedan mejorar por el esfuerzo voluntario de nadie, siempre es por dinámicas que exceden a nuestra comprensión y a nuestra acción individual.   

Sin embargo, y a pesar de ello: ¿hemos de dejar de participar de lo social?
Eticamente la respuesta es que no.  Pero la comprensión profunda de ello depende de que alguna vez hayamos reflexionado sobre el posibilismo.  
Si nuestras acciones vienen determinadas por la creencia nuestra de que con la acción lo que hacemos es acercarnos a la consecución de algo, a la obtención de un cambio, a la mejora de una condición, entonces actuamos bajo el signo del posibilismo…  
Pero si nuestra acción viene determinada por hacer aquello que es lo debido, sin que la decisión de hacer esté condicionada por si tendrá éxito o no la acción concreta, entonces actuaremos por ética y no por obtener un beneficio propio o colectivo.  Y qué es hacer lo debido?  Si hemos aceptado vivir en sociedad, por muy huraños o distantes de la masa que seamos, es que hemos aceptado los derechos y deberes de ser conciudadano… y entre esos deberes está el de aportar al bien común nuestra opinión política para que el sistema, en el que vivimos y del que estamos viviendo, siga moviendo los imperfectos hilos que determinarán el funcionamiento social.   No se trata de evitar manifestar nuestra opinión porque creamos que el sistema no es bueno, sino darla a pesar de ello, simplemente porque es nuestro deber de buen ciudadano hacerlo, a pesar de saber que será inútil.  Elegir el mal menor es una tarea debida.  Y por eso éticamente hemos de dar respuesta, o sea ser responsables.  Porque la etimología de responsable es esa: ser capaz de dar respuesta. 

Estamos, tú y yo, cercanos a nuestro fin de ciclo, puede que sobrevivamos a esta o a la siguiente pandemia… puede o no.  Y en definitiva que nos llevaremos por delante? Pues poca cosa, no seamos infelices, no dejaremos gran huella… entonces ¿qué es lo que importa?  En mi forma de entender la vida lo que importa son los valores humanos a los que hayamos sido fieles… las querencias, las amistades, las lealtades… en definitiva todos los valores humanos que nos hacen ser lo que somos, específicamente aquellos valores que nos diferencian de la animalidad, de la sensualidad… esos valores que nos dotan de sentido, que dan sentido al via crucis por el que hemos transitado, esos esfuerzos que hemos hecho para ser fieles a la idea de si mismo que nos hemos hecho a lo largo de la vida, y por los que hemos luchado… todo lo que no sea eso, es anécdota…. No importa si has acumulado muchos bienes materiales o muchas experiencias emocionantes, muchas aventuras o desventuras, muchos retos o muchos logros, muchas o pocas satisfacciones de los sentidos… todo eso es la salsa.  Lo crucial es si has hecho aquello a lo que tu deber te llamaba: si has sido buen padre, si has sido buen hijo, si has sido buen amigo, si has sido buen compañero (marido), si has sido buen profesional, si has sido buen deportista, si has sido noble en tus relaciones, si has sido veraz, si has sido buen ciudadano… etc. etc. etc.   


Políticamente hablando no soy de derechas ni de izquierdas, lo único que me ocupa es ejercer mi derecho y deber de opinar en el sentido de procurar que la desigualdad dominante sea menor… sabiendo que es una utopia y que la corrupción es la norma… pero no por ello renuncio a mi aceptada ciudadania que me obliga al deber de manifestar mi humilde (e inútil) opinión… 

La puta confinación es un inconveniente pero también es una magnifica oportunidad para reflexionar sobre nosotros mismos y para compartir vivencias.  Un confinamiento que para mi, desearía que también para ti, es una oportunidad para hacer bien las maletas, para poner en orden mi vida, mis reflexiones y mis escritos… ante una eventual salida de escena, que por otro lado no me da ninguna vergüenza reconocer que no deseo… pero que sé inevitable, más tarde o más temprano…..