sábado, 14 de septiembre de 2019

Ciencia ficción... lo imaginado está ya aqui.

A menudo cuando hablamos del futuro abrimos especulaciones que algunos ponen en duda y prefieren no abordar. De hecho hay muchas personas que aborrecen la especulación de la ciencia ficción o simplemente muestran un nulo interés en el tema. Pero... más allá de los gustos personales hay otras razones para explicar estas conductas? Conductas tales como: no abordar, no mostrar interés o aborrecer el tema... Creo que así es. Por eso voy a explicarme. 

La ciencia ficción ha ido a menudo acompañada de argumentos universales que la han convertido en genero teatral, literario y cinematográfico. Este hecho es solo una pequeña parte de la explicación del porque hay entre nosotros partidarios y detractores del tema. Si no te gusta la violencia, la intriga o el suspense del miedo a lo desconocido, tienes una buena justificación para decir que no te gusta el genero... pero es una justificación... por que los verdaderos motivos podrían estar algo más ocultos, como veremos. Si despojamos al genero de esos argumentos universales, –siempre comunes a otros muchos géneros literarios o cinematográficos a los que quizás no ponemos reparos–, queda el verdadero fondo del tema: la especulación sobre lo que sucederá en el futuro. 

Que la tecnología del futuro cambiará por completo lo que ahora conocemos desde el punto de vista de las maquinas es un hecho probado. Esta sucediendo de continuo. Pero que la ciencia y la tecnología cambiarán el concepto del ser vivo, del ser humano tal como lo conocemos ahora, es algo que nos cuesta procesar y/o admitir. La resistencia al cambio, (no voy a decir al progreso pues pudiera alguien discutirlo) es una característica personal. Tenemos infinidad de ejemplos de personas que prefieren seguir haciendo las cosas que siempre han hecho, –aquellas que ya dominan y conocen–, pues cambiar supone un esfuerzo para conocer y volver a dominar lo nuevo. La resistencia al cambio va en relación directa a la pereza y a la edad. Adquirir nuevos hábitos va contra la ley de la conservación de la energía al igual que cambiar el punto de vista o adquirir nueva información. El proceso de aprendizaje es siempre un gasto de energía. Quienes hemos vivido los albores de la introducción de la informática en nuestras vidas sabemos perfectamente de lo que hablamos. Los jóvenes que ya han nacido con la informática puesta, también... 

La especulación sobre el futuro precisa de información para manejarse en ella con solvencia, para no ser un analfabeto del futuro, para no hacer el ridículo cuando se habla del tema... Se necesita cierto esfuerzo mental para adquirir información útil en esta especulación. La pereza, la resistencia al cambio y la creencia de que todo tiempo pasado fue mejor (nuestros abuelos no tenían polución, los alimentos sabían mejor, no había tanto estrés, la vida era más natural, los hijos respetaban más a los padres, etc etc) son factores determinantes en el desinterés sobre el posible futuro que nos espera a la vuelta de la esquina. 

Creo haber dado respuesta y explicado el posible desinterés de algunos sobre la especulación del futuro que espera a nuestr@s descendientes. 

El siguiente paso que quiero dar es añadir información útil para aquellos que ya se interesan habitualmente por el genero y abrir una puerta para que se adentren en el tema aquellos que no tienen por costumbre hacerlo. Dejaremos de lado las maquinas-maquinas, las naves espaciales y las armas, las nuevas formas de energía, las leyes de la física cuántica, la teoría de cuerdas que explica el universo y sus planos de existencia. Si, dejaremos todo eso por que lo que hoy me interesa destacar es el futuro de la vida del ser humano. Para ello tomaré prestada información del libro del profesor YN Harari: “Homo Deus”, así como de otras fuentes. Empezaré por hablar de los robots, palabra que podemos sustituir por androides cuando les damos forma humana, reservando el genérico de robot para aquellas maquinas autónomas que se usan en otras labores. En el inicio de la especulación futurista pensábamos que podríamos fabricar androides o robots mecánicos que se convertirían en colaboradores o servidores de nuestras tareas habituales. Esto ya es una realidad. Los androides mecánicos ya existen y los robots auxiliares en la industria hace décadas que construyen automóviles y barcos. Pero, como casi todo, a medida que avanzamos la cosa se complica. 

Actualmente estamos ya en la especulación sobre los androides biológicos. En eso estamos en éste momento. Actualmente se están desarrollando una serie de tecnologías que permitirán replicar cualquier ser vivo, al menos mamíferos, sin necesidad de padre ni madre. Una de esas tecnologías es el útero artificial que Alan W. Flake[1] y su equipo están poniendo a punto. La idea surge de la altísima mortandad que sufren los bebés super prematuros, de menos de 26 semanas. Todavía no están convenientemente formados, y ello causa que su índice de éxito sea muy bajo. Flake propone un útero artificial en el que estos prematuros sigan sin interrupciones el proceso de gestación de modo que éste pueda finalizar con todas las garantías. Eso es sólo un inicio, una vez que ésta tecnología esté en marcha y funcionando con garantías, los investigadores querrán que los fetos puedan desarrollarse en él desde fases cada vez más tempranas de la gestación, e incluso que la fecundación pueda producirse directamente en ellos. Otra tecnología incipiente es la creación de gametos sintéticos[2], esto es, que sin necesidad de disponer de óvulos o espermatozoides, sea posible fabricar “gametos artificiales” a partir de cualquier célula. Esto es una gran noticia para aquellos que no pueden tener hijos porque no producen óvulos o espermatozoides. Cualquier célula de su cuerpo puede servir para generar el gameto correspondiente sin necesidad de donantes. Unamos a esto que la ingeniería genética está manejando con cada vez más precisión y soltura las cadenas de ADN. Uniendo las tres tecnologías se podría “fabricar” un ser humano, o un “hibrido” entre humano y cualquier animal que pueda ser util a la idea que lleve en la cabeza el “ingeniero” de turno, con exactamente las características necesarias. Un ser biológico fabricado de principio a fin sin que la vieja y retorcida lógica de los ritos de reproducción y el proceso de gestación tuvieran nada que ver. Un ser biológico que dispondrá de una conciencia de self. Un superandroide, en definitiva. 

Esto abre un infinito e interesante abanico para la reflexión ética y filosófica. Empezando por las consabidas advertencias de los peligros de “jugar a ser Dios”, a la inevitable duda de cómo considerar a tales seres ¿serían realmente humanos? ¿la manipulación genética les convertiría en una raza, o razas, aparte? Por no hablar, por supuesto, de las prevenciones éticas que surgirán ante estos experimentos[3] y que ya se encargará alguna oscura organización de saltarse, criando a estos “seres” en instalaciones secretas en lo más recóndito del planeta... o más allá de la troposfera, que todo puede ser. La ciencia-ficción han abordado estos temas, empezando por el checo Karel Capek en su obra de teatro RUR (1920) donde ya describió estas tecnologías, incidiendo precisamente en la naturaleza, humana o no, de los androides. También en los “andrillos” de Philip K. Dick en el libro “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” que inspiró a Ridley Scott para hacer Blade Runner con sus replicantes...y por que no los replicantes más cercanos a nosotros, protagonistas creados por Rosa Montero en sus libros del Madrid de 2110... todos ellos sufren profundas crisis existenciales al saberse máquinas pero sentir, y sangrar, como humanos. Aunque las tecnologías usadas en la Saga de Dune no sean exactamente estas que se describen, los ghola criados en los tanques axlotl sufren siglo tras siglo, su propia angustia existencial sabiéndose una y otra vez sucesores de si mismos. Pero no olvidemos a Matrix, para mi la mejor alegoría del montaje religioso universal. Un mundo virtual que usa esclavos humanos sometidos a una matriz global e invisible que los alimenta para servirse de ellos. Una matriz de la cual solo podrán escapar los seres humanos gracias a la profecía que promete un salvador: Neo, que finalmente descubrirá la inutilidad de la verdad. Para muchos de nosotros, y con permiso de Blade Runner, la mejor obra de ciencia ficción que se ha hecho, hasta ahora... Pero no quiero acabar sin referirme a “Altered Carbon” (Carbono modificado) de Richard K. Morgan, escrita en 2002 y base para la serie de Netflix de igual nombre que se estrenó en 2018. Al margen de la trama y desechando lo prescindible (que es mucho) me quedo con la tecnología, situada 500 años adelante de nuestro tiempo, por la cual se ha hecho posible transferir el contenido de nuestra conciencia y memoria a un soporte extracerebral, lo cual permite a su vez re-transferir dicho contenido a un nuevo cuerpo, sea clonado de nosotros mismos o una funda creada artificialmente: un replicante de contenido cerebral vacío que será rellenado por nuestra identidad. En definitiva el argumento que subyace es la consecución de la inmortalidad, algo que describe Harari en su libro como el fin de nuestra vieja especie H. Sapiens para dar paso a una nueva especie dentro del genero Homo: el H. Deus. ¿Lo verán nuestros descendientes? 

Seguro que si 

Notas 
[1]https://www.lavanguardia.com/lacontra/20181130/453237083539/hemos-creado-un-utero-paragestar-bebes-fuera-de-la-madre.html 
[2]https://www.technologyreview.es/s/8713/gametos-sinteticos-la-reproduccion-que-permitiria-tenerhijos-sin-tener-en-cuenta-la-edad-ni 
[3] De momento, estrictas. He Jiangkui, el científico chino que se atrevió a manipular genéticamente a dos bebés, ha sido condenado a tres años de prisión por ello.