viernes, 11 de enero de 2019

Hoy tenia que hacerte llegar mi afecto con estas líneas.... (La Orientación del Guerrero)


Hoy hace 20 años de esta carta...

Querida hija. Son las 9 menos 10 de la mañana y he dejado de trabajar en lo que estaba para coger el Word y ponerte estas líneas mientras tu vas de camino hacia el cole.  Sé que si no lo hago ahora se me irán las ideas a otra parte y me quedaré sin decirte lo que te pasa y lo que me pasa.

Estoy un poco triste por que no consigo transmitirte lo necesario para que sepas situarte en las partes buenas de ti misma con la suficiente rapidez.  Por eso, cada vez que algo te contraría, no te das cuenta y zás ya estas habitando en tus yoes mas ‘bordes’ (ya sabes que todos tenemos yoes bordes o sea que no es exclusivo de ti).   Los yoes bordes (por así llamarlos) nos obligan (sin darnos cuenta) a mostrar nuestra faceta más antipática y egoísta.  A menudo. cuando alguna parte de nosotros mismos delata la situación, o un tercero nos hace una observación (por ejemplo yo mismo cuando te vengo a dar el rollo) los yoes bordes encuentran una justificación adecuada para mantenerse en sus trece.  Si la persona es inteligente y rápida, estas justificaciones son más resistentes y bien elaboradas, pero siempre se argumentan y se montan basándose en el lado más egoísta y poco desprendido de la persona humana.   Todo esto forma parte de procesos psíquicos interiores muy rápidos y en la mayor parte de las veces no podemos intervenir con nuestras partes buenas por que simplemente no tenemos (en ese momento) la capacidad para trasladarnos a ellas.  A eso me refería al principio (para que sepas situarte en las partes buenas de ti misma... etc).  Es como los tiempos de posesión de la pelota en los partidos de fútbol.   No se si te has fijado que a veces en los partidos que dan por la tele dan estadísticas del tiempo que cada equipo va teniendo ‘posesión de la pelota’.  Así es como dicen 63% para el Barça y 37% para el Alavés, obviamente el que ha tenido más tiempo la pelota en su poder tiene más oportunidades de ganar.  Pues en nosotros también pasa con las partes buenas y las partes no buenas de nosotros mismos.  Si al final de la jornada la posesión de la conciencia ha estado más tiempo en manos de las partes buenas la impresión que estamos dejando a nuestro alrededor es positiva (los que nos rodean perciben nuestras vibraciones positivas y eso les predispone a ser también más amables y a proyectar hacia nosotros acciones positivas o afectivamente buenas) pero si al final de la jornada hemos estado más tiempo en manos de las partes ‘bordes’, entonces también hemos estado transmitiendo hacia los demás esas vibraciones negativas (que tu y yo sabemos apreciar en los otros cuando eso mismo les pasa a los demás).  No estoy diciendo que no se puede caer en manos de las partes ‘bordes’ de nosotros mismos, pues eso es prácticamente imposible si no se es un santo. Lo que se ha de aprender es a salir de ellas una vez hemos caído.  Para eso hay que darse cuenta, hay que tener el olfato necesario para percibir que estamos actuando desde esas partes y que algo huele a ‘actitud desagradable’ en nosotros.

Esta capacidad se desarrolla con el entrenamiento.  Y ha de ir unido a la voluntad y el deseo de cambiar eso en nosotros.  Por eso os insisto tanto siempre en no conformaros con lo que sois o con lo que os gusta o no os gusta.  Por eso os he dado siempre ‘orientaciones de guerreros’ desde pequeñas.  La ‘orientación del guerrero’ es una técnica para educar que consiste en inculcar el afán de mejorar, el deseo de combartirse a si mismo para cambiar lo que es malo o lo que es injusto o lo que no es conforme a nuestros deseos.  Eso es lo que hace el guerrero.  Se enfrenta a las dificultades que se interponen entre sus deseos y la realidad.  Y las combate con esfuerzo y tesón. El mismo que se necesita para subir tresmiles, para aprender una nueva tecnica de esqui o para vencer la pereza que se tiene a las 5 de la mañana cuando te has de levantar para hacer deporte o para salir a la montaña...  Vosotras no os habéis dado cuenta pero a lo largo de muchos años, desde bien pequeñas, muchas de las directrices que os hice seguir iban encaminadas a este fin.  Quizás el tiempo se encargue de desvelaros poco a poco, y con la ayuda de la memoria, el significado profundo de tantas y tantas actividades que en apariencia eran solo normas de educación o actividades con las que ocupar el tiempo libre.  Te hablo así por que sé que tienes nivel para comprender lo que estas leyendo.  Eres lista y puedes penetrar en los significados de lo que te voy diciendo.  Pero deberás de leer las cosas dos veces para que calen en tus partes buenas.  Eso son semillas que darán fruto, en su día, en tu corazón.

Creo en ti, porque puedo ver detrás de tus actitudes la forma como trabajan los miles de mecanismos que nuestro contacto familiar ha ido dejándote.  Aunque... a veces, el hecho de que estés en ciertas partes de ti misma, no te permita, momentáneamente, ser afectiva conmigo (y darme un beso antes de marcharte al cole como ha sucedido hoy hace un rato)...  Es posible que algunas personas no aprecien estos detalles. Nosotros no podemos ser de esos.  Nuestra afectividad (la capacidad de sentir afecto y transmitirlo) es delicada y se ha de cuidar.  La razón, tú lo sabes por experiencia, nos puede poner de acuerdo en una discusión, pero el afecto es lo que te hace sentir bien en compañía de alguien y desear su presencia o sentir su ausencia.  Y es lo que te hace poder decir que quieres a alguien.  Yo te quiero hija, por eso me duele tu ausencia de las partes afectivas y noto la frialdad que a veces te invade y te impide acercarte.  Por eso deseo que vuelvas una y otra vez a tus mejores partes a esas desde la que te noto cercana y como siempre.   A esas desde las que no te cuesta darme un abrazo y estar alegre.  Sé que lo haces y que te acuerdas de mis trucos para volver, pero hoy tenia que hacerte llegar mi afecto con estas líneas.


Lunes 11 de enero de 1999.