Es imposible evitar la comparación, empecemos por ahí.
Hace 35 años la primera BR, ambientada en 2019, se salió de los moldes para convertirse en un objeto de culto. No hay discusión al respecto. Pero esta, que para mi es más una continuación que una secuela, no se sale de ningún molde por muy bien hecha que esté. Que lo está. Quizás por que el molde ha sido tan iimitado y replicado desde entonces que es imposible desbordarlo.
Los actores
Ryan Gosling, el agente K o Joe como le llamará su amante virtual (Ana de Armas), lo hace muy bien. Tan bien que parece lo que no es. Este policía de la categoría Blade Runner, muestra tal contención emocional que a menudo nos hace dudar de si no será el mismo un replicante de nueva generación. De hecho este es uno de los secretos que se guarda la película para posteriores posibilidades de secuela o continuación.
Ana de Armas, Joi, lo trabaja bien, pero le ayuda mucho su esplendida figura. No me parece irreemplazable su trabajo. Tengo en mente muchas otras actrices que lo hubieran bordado igual o mejor que ella. En favor del guionista o director esta el hecho de no abusar de imágenes explícitas de sexo o desnudos. Algo que se agradece pues no dejaría de ser una distracción de lo fundamental.
La replicante doctora Stelline (Carla Jury) es bastante anodina. No tiene la fuerza de un personaje como el de Roy en el BR19. Algunos han querido ver en su muerte final (?) algo parecido al final de la azotea con las lagrimas bajo la lluvia, en este caso bajo el agua de un embalse en cualquier parte de LA City. Yo no lo veo asi, creo que la verdadera comparación con esa sensación de que todos mis recuerdos se perderán se ha de hacer con la ultima escena de Ana de Armas, Joi, antes de que el ángel malo, Stelline, pisotee aquel mando a distancia que la contiene. Y con esa ultima exclamación hacia Ryan Gosling, cuando le dice: I love you!
El malo, malísimo, de la película, el supuesto dueño de la corporación Wallace, que en el guion actual sustituye en el desarrollo historico a la Tyrell Corporation de la BR19, lo interpreta Jared Leto sin pena ni gloria, mas bien pena. Es un personaje decorativo, sirve exclusivamente para lucir escenarios impresionantes y juegos de luces.
Harrison Ford en su papel de Rick Deckard sale en el ultimo tercio, si es que llega, con su característica pose de duro envejecido, y lo hace como siempre, pero el guión creo que no lo trata como a él le hubiera gustado. Su rol es tapado hasta el ultimo momento y ese es uno de los atractivos del suspense.
La película BR49 en general
Lo mejor sin discusión alguna es la estética. No solo no desdice a la anterior sino que mejora muchísimas cosas. La fotografia es magistral (Roger Deakins es una leyenda). El ritmo, los tempos, en las dos primeros tercios es acentuadamente lento pero necesario para darnos tiempo a digerir tanta belleza. En el ultimo tercio hay épica de western y acción. En este sentido hay una desigualdad evidente con la original.
La musica no siendo mala es normal, nada que ver con el ambiente que supo crearse con Vangelis en BR19.
Es larga, muy larga para mi gusto, seguramente se pueden suprimir muchas escenas y la película seria igualmente valida. Sobre todo escenas en las que Jared Leo, el villano, no nos propone mas que cosas innecesarias. Aunque estéticamente sean una delicia.
Los efectos especiales y la ambientación, decorados, etc, son muy muy pero que muy buenos, pero en los tiempos que corren como no sea así hubiera sido extraño, no en vano se han gastado casi 200 millones de dólares en ella. Pensemos que en 1982 se gastaron SOLO 28 millones de dólares… y crearon un referente mitico.
El toque de Ridley Scott es meramente publicitario. Villeneuve dirige muy bien, pero soy escéptico respecto a los que dicen que ha superado a su maestro.
El guion, la historia, la filosofía subyacente y mis reflexiones finales
BR19 fue una película de nuevo corte, un film neo-noir y de ciencia-ficción. Pero con un contenido ético-moral que obligaba a una reflexión profunda sobre el devenir de la raza humana.
BR49 sigue los pasos con dificultad, si bien es cierto que, en mi opinión, lo acaba consiguiendo.
Para los que no la han visto, o no recuerdan la primera, decir que nos situamos en un tiempo en el que se fabrican seres humanos para que trabajen por nosotros, los replicantes. Mano de obra humana o humanos de segundo orden. En la primera película y después de que los replicantes adquieran conciencia de clase y se rebelen, se crea un cuerpo de policía que son cazadores de replicantes para ponerlos fuera de servicio matándolos. En la continuación nos encontramos en un escenario 35 años despues. El agente K sigue haciendo lo mismo que Harrison Ford y despacha replicantes, hasta que en uno de sus servicios se tiene que cargar a uno que antes de morir le dice que hay algo que él ha visto: lo imposible. A partir de ahí, la historia se convierte en la búsqueda de eso que es imposible, que desvelo por que es necesario: ha visto a una replicante dar a luz a un ser humano. El resto de la película es la búsqueda de ese hijo/a que nació en 2021…. La historia se entremezcla con la vida personal del protagonista y con la relación amorosa que nace entre él y su pareja virtual. Esa parte lírica está bien conseguida y hace que sus emociones nos afecten.
Llegará un día en que seamos capaces de crear clones, sean biológicos o mecánicos, del ser humano. Entonces estaremos en ese escenario. La película nos pone en esa piel, nos obliga a entender, queramos o no, la disyuntiva de decidir que es lo verdaderamente humano que hay en seres no nacidos de una madre y tiene por conclusión que no existe verdaderamente una frontera que nos separe. Al margen de filosofadas sobre el alma, aquí se plantea algo que ya hemos visto muchas veces: donde está el limite entre la biología y la física? Este planteamiento lo mete en primer plano la nueva serie de StarTrek Discovery, que sigo desde hace tres semanas. Efectivamente, lo biológico no es más que la continuidad de la física cuántica, el ser humano es una maquina, una maquina biológica cuya capacidad para guardar recuerdos lo convierte en un ser emocional. Sin recuerdo no hay emoción. Pero que es el recuerdo sino una serie de bits grabados en un soporte? Que el soporte sea un disco duro físico o un sistema de proteínas en forma de cerebro es una distinción sin consecuencias. La ética, el amor, la sensibilidad, los sentimientos son elaboraciones de la capacidad de crear lenguaje sumados a la autopercepción de una individualidad que se sostiene en los recuerdos, sobre todo en los afectos o desafectos que nos desarrollan como seres emocionales. En BR49 la infancia tiene un gran papel, sea vivida verdaderamente o, como en el caso de los replicantes, grabada o implantada en el disco duro de nuestro cerebro biológico. En la infancia desarrollamos la individualidad basándonos en el conocimiento del mundo que adquirimos y mezclado con nuestro recorrido emocional. Somos consecuencia, nunca libres por tanto, de aquello que nos ha marcado. Todo lo demás que nos caracteriza como humanos es desarrollo sobre esa base. El aprendizaje, la experiencia acumulada y la capacidad de acción o de juicio son siempre elaboraciones posteriores a ello.
Creo que la continuación es muy buena, pero será olvidada en un tiempo no determinado. No ocupará un lugar tan destacado como la primera. No será un mito. Y sino al tiempo.