martes, 14 de agosto de 2018

El Hecho Amoroso. Una forma de vida virtual



Al llegar a casa repasé mentalmente mi intento de discurso sobre las formas de vida virtuales y comprobé su insuficiencia.  A veces, muy a menudo, quedo atrapado en mi formación científica y me cuesta trascenderla sin suprimirla.  O sea no dejar que mi humanismo quede limitado por ella.  Es un esfuerzo que a menudo debo de hacer a posteriori, como en revisión.  Así es como me dispuse a revisar lo dicho para hacerte llegar un resumen del concepto de ‘hecho amoroso’ como entidad virtual con existencia propia. 

Para entender la virtualidad a la que me refería lo mejor era empezar por intentar explicar lo que es el alma. Era así de fácil y la idea me vino durmiendo.

Efectivamente: qué es el alma, el ser anímico de cada uno de nosotros, sino una estructura funcional de nuestra mente que tiene vida propia y, según algunos, puede llegar a ser independiente del cuerpo si creamos las condiciones adecuadas?   

En el  esoterismo y la teosofía se dice que el alma no se nos entrega al nacer… se nos da en forma de semilla con posibilidad de fructificar. De hecho la lectura esotérica del evangelio esta llena de pistas sobre ello.  El alma es un concepto mientras no es real. Es una posibilidad a desarrollar que no todos los seres humanos alcanzan.  O quizás existan muchas gradaciones de alma y tan solo el alma superior sea la que realmente puede ser útil para trascender el cuerpo físico.  Explicado asi es un ejemplo perfecto para darse algo de luz en el camino de la explicación sobre la virtualidad de algunas formas vitales que no tienen porque tener soporte material. De hecho muchos pensadores han caminado por este sendero.  A mi me gusta como lo explica Karl Popper en su descripción del Mundo 1, Mundo 2 y Mundo 3, en su “Conocimiento objetivo” Ed.Tecnos.  

Una vez explicado, y aceptado, que existen formas vitales no soportadas en la materia es mucho más fácil entender la idea que yo quería transmitir:  el amor de pareja crea una estructura supra-pareja el que llamo ‘nuestro amor’ o ‘hecho amoroso’ que determinará con su voluntad a las voluntades individuales de los constituyentes.  Tan es así, que esa nueva criatura generará su propia descendencia con la toma, o no, de conciencia de los humanos sobre los que se soporta.  El fruto de la pareja, el hijo, primero nace virtual o anímicamente en la estructura funcional y finalmente toma cuerpo cuando la voluntad de la nueva criatura vincula positivamente a las voluntades de hacer de los integrantes.  (...es mejor leerlo despacio todo esto).  

¿Qué quiere decir exactamente quererse, en el contexto de lo que conocemos como amor de pareja?  ¿Qué se están diciendo habitualmente dos personas que se dicen que se quieren?  La respuesta es: que se están confesando el suficiente interés mutuo para crear un ser nuevo, un ser virtual que nace de la unión de sus voluntades de intercambio.  Intercambian vida.  A partir del momento mágico en que se hacen  confesión de su amor, uno por el otro, comienza el camino que los llevará a considerarse una pareja.  El alma de la pareja es el ser que crean. Esta forma no material que llamo ser o criatura, es una forma de vida relacional que tiene vida propia y leyes que la regulan.  El nuevo ser se alimentará de las emociones positivas que los dos miembros de la pareja cultivan y que crecen (transformándose en sentimientos) en relación directa a la voluntad de encontrarse acompañados de su pareja para vivir conjuntamente la vida.  Pero vayamos por partes. El interés mutuo incluye diferentes esferas de interés (valga la redundancia), digamos que es un interés mutuo y multifactorial.   

En primer lugar es necesario que en la fase de aproximación, o de reconocimiento, haya una  experiencia positiva con señales evidentes de agrado físico o de atracción sexual mutua, es lo que llamo factor de interés sexual, pilar básico de la relación de pareja.  
En segundo lugar es necesario que haya un equilibrado interés socio-vital de uno por el otro, es decir que el estilo de vida,  la ‘mise en escene’ frente al hecho social o ‘la welstanchaung’ (según la fenomenología alemana: el modelo de ser i estar en el mundo que nos determinará) sea compartida, aceptada tácitamente o admirada mutuamente, en el seno de la pareja.  Cualquier rechazo de modelo socio-vital de uno por el otro o cualquier forma de imposición de modelo llevaría rápidamente a la imposibilidad de fusionar voluntades para vivir y por tanto a la imposibilidad de desarrollar una relación amorosa de pareja estable. A menudo es precisamente la falta de consenso tácito en este aspecto del interés mutuo el que hace que muchas parejas no lleguen a la fase estable y no se consoliden mas allá de la experiencia de ‘empezar a vivir juntos’.

En tercer lugar yo creo que este interés mutuo que los lleva a desear compartir vida incluye, o debería de incluir, un factor de interés pasional que es lo que se conoce como enamoramiento.  El enamoramiento es una pulsión, es decir que a diferencia de las emociones simples, (en las que encontramos un componente puramente emocional) en la pulsión se mezcla, con la emoción, un hecho vegetativo que queda desbordado a menudo (y cuando es real), del control voluntario del individuo. Es una emoción que comporta acciones no controladas totalmente por nuestro intelecto. De hecho el enamoramiento ha sido a menudo comparado con una enajenación mental normalmente transitoria. El enamoramiento visto así es necesario como catalizador inicial de la creación del ser virtual, y es el que endurecerá el cemento que consolida el amor de pareja. Digamos que su energía chakral, explosiva, coital o mágica, ‘encontrada’ pero no recreable a voluntad, hace que los otros factores de interés se equilibren si no lo estaban, se conjuguen con más eficacia y la tolerancia aumente para hacer que los dos mundos que se están confrontado se vean por igual de próximos y atractivos. El enamoramiento a menudo nos hace ciegos a lo que ‘no interesa ver’ desde el punto de vista de la creación del nuevo ser: del hecho amoroso de pareja.  Porque no hemos de olvidar que a partir de este momento mágico en que nos declaramos mutuamente el  amor ya no hablaremos de ‘mi amor’ sino de ‘nuestro amor’.  Es este ‘nuestro amor’ lo que hemos creado y es verdaderamente una estructura funcional compleja.  Es un nuevo ser que a partir de ahora alimentaremos, como decía antes, de ‘mi amor’ y de ‘tu amor’.  La nueva criatura virtual crecerá, se desarrollará y comenzará a tener progresivamente necesidades derivadas de su expansión.  Pronto cada una de las voluntades individuales que forman la pareja se encontrará condicionada, determinada, por la voluntad de la nueva creación. 

En cuarto lugar es esencial que el interés mutuo parta de seres, al menos intelectual y emocionalmente, sanos… nos podríamos poner de acuerdo en admitir que la salud del cuerpo no es un factor decisivo y que es posible obviar los handicaps físicos... pero, si existen handicaps emocionales o intelectuales, la viabilidad de la pareja tiene un futuro corto. La salud emocional es básica.  En realidad el vigor o vitalidad de la nueva criatura dependerá fundamentalmente del grado de salud emocional de los componentes de la pareja.  La salud no es un fenómeno de blanco o negro, de tienes o no tienes. Desgraciadamente es muy complejo hacer un análisis de la situación emocional de los individuos.  En cualquier caso vale la pena enunciar que una mínima o adecuada salud emocional quiere decir que el individuo reúne ciertas condiciones y capacidades.  A lo largo de la infancia superamos diferentes etapas que nos llevan a la madurez pasando por la adolescencia. Bien. Este camino no es fácil. Los modelos que recibimos en su trayecto se incrustan en nuestra psique creando mecanismos psicológicos de respuesta automática lo que acabará configurando nuestra personal manera de enfrentar o responder a los hechos.  A los hechos emocionales, a la  resolución de conflictos, a la digestión de la adversidad, a la resistencia a la frustración, al interés por el mundo externo, a la respuesta desinteresada frente a lo ajeno, a la forma de respuesta sexual, etc, etc, etc, etc, es tan larga la lista de respuestas predeterminadas por la biografía personal que no se acabaría nunca.  Lo que es importante es que no hayan traumas ni vacíos importantes en el ámbito de la expresión afectiva y de la sexualidad. Evidentemente el  ideal es el adulto equilibrado por trabajo interno, por introspección, pero esto es fácil de decir y difícil de encontrar…

Con estos cuatro factores esenciales del interés mutuo acaba mi definición básica para entender lo que sucede cuando dos individuos separados entre sí se interesan mutuamente y crean el hecho amoroso (su primera creación en común).  La participación de la energía sexual (no la procedente del genitalismo sino la energía sexual procedente del centro sexual interno o centro creador, Swadisthana, uno de los chakras) es básica y muy resumidamente diríamos que: el enamoramiento aproxima  los dos centros creadores o sexuales internos de la pareja y permite la chispa que catalizará el proceso creador. 

Para entender el verdadero papel del centro sexual interno he de explicar que, la creación, cualquier forma creativa, artística o no, desde el escultor al músico pasando por el que se entrega con pasión a un trabajo bien hecho hasta el que escribe o el que hace un esfuerzo deportivo y creador al mismo tiempo (no una repetición  mecánica estéril), se hace echando mano de la energía que brota del centro sexual interno o centro creador, del chakra Swadisthana.  La misma energía que alimenta el proceso del enamoramiento.  No todos los seres humanos tienen un centro sexual (o creador) abierto y cargado de energía. Hay notables diferencias. La capacidad para entusiasmarse, la capacidad para enamorarse de las personas, de los paisajes, de la naturaleza, de los animales, en definitiva la capacidad para ‘adherir’ y tener aficiones apasionadas, son claros exponentes de la calidad o tipo de la energía que desprende este centro. 

Bueno, ya acabo, y lo hago volviendo a la criatura que crece y que acabará dictando con  voluntad propia los hechos de la pareja... ‘Nuestro amor’ puede tener muchos aspectos pero el más habitual es el aspecto egocéntrico y autoprotector... forma parte del instinto de supervivencia y es el que caracteriza los primeros tiempos de la vida de pareja... es absorbente y pide autodedicación exclusiva de las partes.  Es posible superar la etapa de ‘duismo egocéntrico’ y pasar a un ‘nostrismo’...si, pero es poco habitual entre los humanos corrientes... este hecho se da solo entre seres humanos evolucionados o completos.  La pareja habitual se abre a un ‘nostrismo moderado’ en el momento en que la voluntad reproductiva de la nueva criatura (el hecho amoroso de pareja) acaba negociando su continuidad en forma de hijos... o sea acaba usando su propio poder creador... esto pasa cuando el centro sexual interno o centro creador de la nueva criatura se vuelve funcional... o bien pasa, muy a menudo, por accidente.


El tiempo es aire y el aire no se ve. La vida esta hecha de aire y de fuego. El fuego se ve en los ojos y el aire se nos queda cerca de los labios siempre que no besamos.  Vivir con pasión es compartir el mismo aire y el mismo momento. No importa por cuanto tiempo ni cuanto aire…


Albert
Sept 2008