lunes, 21 de diciembre de 2015

100 años: se dice pronto y pasan volando.

in memoriam



Doña Teresa Malla nació cuando España era, todavía, un imperio colonial. Tenía tres años cuando perdimos las últimas posesiones de ultramar: Filipinas y Cuba.  Iba al colegio de monjas cuando estalló en Barcelona la Semana Trágica. Tenía apenas 20 años, en plena adolescencia, cuando poco la podía preocupar que franceses y alemanes se gasearan a gusto en los campos minados de las Ardenas.  El charleston y los locos años veinte la pillaron ya casada con un buen partido.  Vivió la segunda guerra mundial con el paraguas en la mano amenazada por los nubarrones que precedieron a la tormenta de la guerra civil española, la cual, atinadamente, la pilló en Ginebra con el paraguas ya abierto.  La post-guerra española no le hizo conocer privaciones y la caída del dictador llegó en los primeros años de su viudez.  Vio envejecer y morir a sus hijos, madurar a sus nietos y crecer a sus bisnietos.

He buscado en mi memoria infantil el primer recuerdo que tengo de mi abuela paterna y puedo rescatar su imagen enjuta, medio moño de pelo blanco recogido en el occipucio, blandiendo, con cara medio severa medio de broma, un caramelo empapelado.  Luego se me sobreponen las imágenes flash de comidas domingueras con un patriarca en la mesa cuyo talante difícil no se nos ocultó a nadie, al que, en contadas ocasiones, vi como ponía limite con una mirada secretamente dura mientras pronunciaba un ""...Pepe! ja està bé!" que no dejaba lugar a dudas.   La sensación del abuelo severo, distante casi siempre del cariño senil que los nietos acostumbran a esperar de sus abuelos,  debería ir acompañada de una compensación femenina para la cual, quizás, nunca hubo demasiado tiempo.  Nuestra abuela, en esa niñez que yo recuerdo,  y en las pocas ocasiones en que era posible, parecía querer avanzar a hurtadillas hacia nuestro cariño y tomaba los atajos que la premura de los contactos (fiestas familiares y poco más) le permitía.  Así se nos daba a través de sus furtivas propinillas o sus caramelos empapelados mientras le asomaba un sonrisilla cómplice por el rabillo del ojo.  Renglón seguido erguía el ceño y el dedo huesudo, para proferir, más que decir, un "...pero hay que ser un niño bueno! eh!!!", el cual, de más grandes, se convertía en un  "...hay que estudiar mucho! eh!!!".    Muy brumosos son los recuerdos de las Navidades y Reyes en las que acudíamos nietos en tropel a recoger regalos.  Casi me es imposible rescatar las sensaciones de aquellos días pero hay una, curiosamente relacionada, que emerge con gran fuerza emocional.  Hubo un tiempo remoto en que por Año Nuevo íbamos a la calle Avinyó a ver a las hermanas de la abuela: la tía Carmen enjuta como la abuela, pero no tan alta, y la tía Mercedes regordeta y bajita.  Aquella casa dejaba una huella en el cariño.  Las dos solteronas eran una fuente de calor humano que nos sobrepasaba.  Cariñosas y dicharacheras, daban la talla de lo que nuestra abuela había vivido en su juventud barcelonesa.  Las señoras Malla eran por fin de carne y hueso, transmitían polaridades positivas a nuestros escasos encuentros y, si cabe, hacían más ostensible la Torre de Marfil en la que estaba prisionera, Diagonal arriba, nuestra abuela Malla. 

Me es difícil evocar los recuerdos infantiles que me trae la abuela María Teresa sin apartarlos de su casa de Muntaner 242.  En mi fantasía de niño habían dos casas: la de delante era la de los señores feudales, era la circunspección y el orden, allí se debía de ir con pies de plomo y poner cara de niño bueno. En la zona luminosa se veía todo, tanto si no llevabas las uñas limpias como si el pelo no era lo suficiente corto; allí no se podían obviar ni las gracias ni el por favor.  Detrás, pasillo oscuro arriba, era otro mundo, allí era el lugar del servicio y de los niños.  Podíamos aporrear (siempre con mesura) el piano y entregarnos al placer de mirar fotos.  Podíamos "investigar" cajones y armarios, que por cierto raramente estaban al alcance de nuestro afán de "exploradores del arca perdida", hasta que alguien descubría un nuevo escondite o un trasto que no sabíamos para que servia.  El "ruido" de las conversaciones de los adultos nunca "llegó" hasta aquellas dependencias. Eran los sótanos de la Torre de Marfil.  Allí era todo como siempre pero más emocionante por que se añadía el sabor de lo antiguo. De vez en cuando enmedio de nuestros juegos de tarde de domingo, en una infancia sin televisión,  llegaba la abuela para preguntarnos si queríamos merendar.  Ella si que bajaba a nuestro encuentro, cuando podía, y nosotros atareados como estabamos hacíamos poco caso del caso que nos hacia.  Ley de vida que no tiene marcha atrás y que obliga a la comprensión posterior de quienes fuimos atendidos en momentos en que éramos incapaces de valorar su gesto.  El cariño de nieto siempre madura al sol de este tipo de descubrimientos, ya en la zona adulta de la vida del nieto y cuando a menudo el abuelo falta o entra en la senectud avanzada.  Nuestra abuela centenaria ha sido durante muchos años un regalo para la reflexión pues su larga permanencia nos ha invitado,  visita tras visita, año tras año,  a retomar recuerdos que conllevan vivencias de agradecimiento por lo que entonces nos dio y, por lo que nos ha seguido dando.  Si algunos de nosotros, entre ellos me encuentro yo, no tomamos más de ella es por que la vida nos condujo por otros lares y circunstancias.  No por que en ella nunca nadie pueda reprochar que encontró una puerta cerrada.  

 Ella siempre fue la puerta trasera de la Torre de Marfil. 

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Truman



Después de verla te quedas al menos turbado, en mi caso inquieto, y con tendencia a no dejar pasar la oportunidad de una reflexión.

La propuesta es clara.  ¿Se puede ser acritico en la amistad? 

Un café mañanero de domingo me puede servir para indagar en esta cuestión.

Tal como se plantea parece que si es una opción, no tan razonable como sentimental.  Sin embargo quedan dudas que debemos resolver.  

¿De qué depende?  

Ser acritico con el mundo que nos rodea es no tomar partido.  Es no entrar en el juicio que toda cuestión plantea.  Si lo unimos al concepto amistad parece algo extraño que uno no pueda dar su opinión, con respeto, sobre aquello que está en debate.  Si esta postura se extiende al tema trascendental de nuestra muerte todavía parece más raro que dos amigos no puedan entablar un debate sobre sus respectivas posiciones. O que uno de ellos dé por zanjado dicho debate por personal que sea la implicación de la decisión sobre su propia muerte.  Entiendo el intento (exitoso finalmente) de postura radical del personaje de Julian (Darin) pero no comparto la postura del personaje de Javier Camara, aunque haya bordado el papel.  

Probablemente el guión ha elegido esta situación de forma expresa para mostrar una más de las mil caras de las formas de enfrentar el mundo.  Pero nos deja con la duda de si Camara es simplemente un respetuoso espectador del mundo ajeno o un pasota enmascarado que opta por la no intervención por que es lo más sencillo.  Cada cual puede darle el matiz que quiera.  No se equivocara ni con una ni con la otra opción. Ambas son posibles.  Es así como Cesc Gay nos devuelve la pelota lanzada al aire.  Deja que cada espectador tome su decisión.  Como tantos otros guiones de final abierto en el que cada cual elige un desenlace posible. 

Mi conflicto aparece en el momento en que unimos esta cuestión con la amistad.  O con cualquier relación profunda como la de pareja o la paterno-filial.    Por que en estas relaciones se supone que hay más cosas que el ser simple espectador del devenir ajeno.  Estamos emocionalmente implicados y el respeto al otro también contiene un elemento de juicio de valor del que no podemos huir y frente al que subyace un deber y un derecho. Y si lo hacemos, si elegimos no intervenir, es tanto una cuestión de desconsideración al otro como de dejación de funciones obvias.  Deberiamos de tener excusas muy potentes para no sentirnos fracados en nuestro papel.  Mucho más potentes que la simple falta de tiempo. 

Hay varias trampas en la película que se usan para acotar y restringir al máximo las posibilidades: la distancia física entre los dos amigos y entre el padre y el hijo, la situación de divorciado sin pareja del personaje de Darin, y los solo cuatro días de presencia del amigo.  Estos cuatro ítems permiten al guión escudarse en el “lo intenté pero no fue posible”... por falta de ocasión o por falta de tiempo.  Pero enseña la patita, por que si quitáramos estas trampas no habría excusa.  El amigo tendría más ocasiones para entablar un dialogo profundo en el que debatiría su punto de vista respecto a la opción tomada por su amigo frente al sufrimiento y la muerte.  También el hijo tendría opciones de expresar sus emociones con algo más que un abrazo.  Y finalmente, si viviera en pareja se vería más claro que las decisiones finales de este tipo no son cosa de uno y ya está.  

No hay que confundir el respeto al otro con la falta de recursos para enfrentar una situación dada y abstenerse de entrar en un debate.  Es posible debatir con respeto, pero es más fácil ampararse en el respeto para salir airoso de una situación comprometida.  

El personaje de Camara, atado de pies y manos por el guionista, hace lo que puede... y solo le queda la opción de mostrarse aceptador de lo que se le viene encima: pagar, aceptar sus rarezas con estoicismo, y finalmente, como muestra definitiva de amor a su excéntrico amigo, aceptar a Truman sin mediar palabra.



martes, 6 de octubre de 2015

Jandro 60 años



Hoy cumples 60 años alli donde estés....

Quiero que tu voz salga de ti como parte del recuerdo aun sabiendo que es la flaqueza de los sentidos lo que me arrastra a pensar en el deseo de oírte. Y aun sabiéndolo…una y otra vez insisto, y sin querer acudo a esas imágenes queridas de mi pensamiento, imágenes apartadas en ese baúl de eternos disfraces.

Es esa lucha entre el tiempo nuevo y la memoria de la vida –lo que vivo hoy y lo que recuerdan los sentidos naturales-  lo que renueva el sentir de pérdida y lo transforma. Lo que da sentido a mi reflexión hebrada de pesar y alegría,  tristeza por la ausencia material y esperanza en recuperar tu esencia entremezclada en los recuerdos de viejas charlas.

Quizás sea la nostalgia de la calle por la lluvia que cae, lo que me hace oir la voz de Judith Collins junto  a ti y pensar en un tiempo en el que conociste Irlanda.

Quiero llegarte, y he querido prescindir de los que creen que estas allá, saliéndote al paso, sabiendo emocionado que estoy tocando la inexistente mano que se me acerca, parte de tu esencia temporal que imagino bajo el recuerdo,  porque es el tiempo vivo, el de hoy, lo que me acerca a ti y el que creo que compartimos: cuando te pienso vivo.

Quisiera que esos momentos de soledad aparente, en los que intuyo tu compañía, fueran útiles para todos, para que entendiéramos como tú la duración de la vida,  la presencia de las flores que cíclicamente vienen y van.

Porque Jandro, no lo dudes, te has salido ya de los relojes… de las fotos lejanas de los grandes calendarios de pared y te has metido en los recuerdos de los que te quisimos… de los que te seguimos queriendo, mientras buscamos tu reflejo en la memoria de las cercanas cosas que usabas…

Estarás en otro tiempo, algo que apenas logramos intuir,  cuando una puesta de sol nos traiga tu recuerdo más vivo… serán tus formas del pasado mezcla de presente en nuestro hoy, las que atraerán la añoranza hasta que por fin pase el momento, y pasará, -apenas un instante en tu tiempo- y serás olvido…así es, apenas un cerrar de ojos, y poco a poco olvidaremos siquiera que estás en el mismo lugar que antes ocupabas pero inalcanzable a los sentidos, intemporal, con otro ser… eternamente joven en la  imagen que nos dejaste un dia, como si a los veinte años supieras que vivir es envejecer y nos quisieras recordar que la vida es un contingente que lucha por mantenerse al margen de la incertidumbre…

Como las nubes, que contra voluntad se deshacen en lluvia fértil, y como las flores que con el calor se agostan para dar semilla, son, para todos nosotros, tus acelerados pasos hacia el fin, efímera existencia a la que finalmente da sentido la reflexión, y sin la cual todo quedaría en un sinfín de preguntas sin respuesta.

Fijado por la muerte en el tiempo podrás hablar con las flores, y las flores ocultarán cómplices tu presencia inmaterial firmes aliadas de tu nuevo reino en el que descansas en paz y mientras, al otro lado del espejo de la vida, aprenderemos a escuchar entre susurros de flores los ecos lejanos de tus risas  hasta que agotemos todo nuestro tiempo en los relojes…

viernes, 11 de septiembre de 2015

Reflexiones políticas a propósito del Procés... sept 2015


A  POSTERIORI

1.- Mi análisis político.  Durante estas semanas he retransmitido diferentes comentarios de terceros, pero no he dado mi opinión.  Hoy quiero hacer una reflexión personal en voz alta para aquellos a los que pueda interesar.

2.-  La cuestión nacional.  La clave de la cuestión está en saber si existe una mayoría de habitantes de Catalunya que se sienten nación.  Parece claro que esto es así.  

3.- Una vez aceptado que una mayoría de catalanes aspiran a ser considerados como una nación, nace la necesidad de que el marco legal actual, fruto de la historia, pueda cambiar.  El reconocimiento de nación lleva implícito el deseo de ser soberanos y dueños de nuestro futuro.  Por ese motivo se emprende en nuestro país un movimiento civil que busca manifestar nuestro derecho a la autodeterminación. 

4.- El estado español niega la mayor.  No quiere considerar a Catalunya como una nación para evitar que se llegue a derivar un reconocimiento posterior del derecho a la autodeterminación.   Los medios para establecer su negación usan la Constitución del 78 y el marco legal en el que se ampara para decirle a Catalunya que con este marco no es posible atender a sus demandas.  

5.- Catalunya intenta durante dos años convocar alguna forma de referéndum, aunque no fuera vinculante, para demostrar si hay o no la masa critica necesaria para iniciar el camino hacia un proceso de secesión.  Un camino que nadie dice que sea fácil ni corto.  El estado español hace durante este tiempo todo lo posible por evitar la validez de cualquier forma de consulta.  Es una estrategia de aplazamiento y de ganar tiempo. 

6.- A Catalunya no le queda más remedio que convocar unas elecciones autonómicas con carácter plebiscitario, el que se le pida a la ciudadania que apoyen a los partidos que propugnan el camino hacia la independencia.   No es un plebiscito en el sentido pleno, pues no hay una pregunta a la que responder si o no.  De ello se desmarcan todos los partidos soberanistas españoles repitiendo mil veces que no son plebiscitarias sino simplemente autonómicas. 

7.- Las elecciones se producen con un récord de participación nunca logrado hasta ahora en unas elecciones autonomías ni estatales.  Parlamentariamente la victoria del sector nacionalista que desea la independencia es totalmente clara.  

8.- Los partidos soberanistas españoles hacen la lectura de votos y manifiestan que no existen suficientes votos a favor del nacionalismo como para considerar que hay una victoria del independentismo.  

9.- Los nacionalistas responden que si consideran que esto es así, los españolistas deberían haber permitido hacer un referéndum.  

10.- Existe una mayoría de votos a favor del independentismo. Si ha llegado o no a más del 50% está en discusión.  Es por ello que actualmente, con un parlamento en el que hay mayoría de diputados a favor de la independencia, se hará imprescindible un referéndum.  La única manera de forzar al estado español a que acepte esta realidad es precisamente tener la fuerza parlamentaria que permita una negociación.  No se puede negociar desde posturas de inferioridad.  Y, para ser considerados iguales, Catalunya ha de tener explícitamente un mandato político fuerte, que ahora tiene.  
11.- La amenaza que Catalunya esgrime, y frente a la cual el estado español ha de verse forzado a negociar UN CAMBIO CONSTITUCIONAL, es que si se sigue negando de forma continuada a aceptar un referéndum vinculante, las fuerzas políticas y parlamentarias catalanas favorables a la independencia, que ahora están en mayoría, pueden llegar al extremo de declarar de forma unilateral la independencia (DUI).   Asumiendo todas las consecuencias.  Esperemos que no llegue a ser necesario.  Entre tanto los mas radicales (las CUP) han pospuesto su intencion de forzar un DUI de forma inmediata. 

12.- ¿Que pasará?  Hay muchos escenarios con respuestas variadas.  
En mi opinión no pasará nada hasta las elecciones estatales españolas de diciembre. A partir de que se creen nuevas mayorías en las cortes españolas veremos si existe voluntad de dialogo entre iguales y si el gobierno que salga de las urnas entonces, aceptará o no tomar en serio la realidad catalana.  Mientras tanto en Catalunya se abre un periodo de 18 meses, provisional, en el que se intentará elaborar un marco legal y una estrategia para llegar a convertirse en el futuro en un estado propio.  Dudo mucho que el nuevo gobierno catalán de excusas a España para suspender la autonomía, es por eso que una DUI no se va a producir en los próximos meses... pero queda como posibilidad si pasados los 18 meses las posiciones españolistas no se mueven. 



Apuntes

Sobre la autoderminación y la secesión

El principio (no derecho) de autodeterminación o de libre determinación se enuncia en la Carta de las Naciones Unidas de 1945 al establecer como propósito de la organización "fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos". La libre determinación de los pueblos elevada ya a la categoría de derecho aparece en 1960, en la resolución 1514 (XV) de la Asamblea de las Naciones Unidas, conocida como la "carta magna de la descolonización". El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 lo recogerá también en su artículo 1º: "todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural". Finalmente, la resolución 2.625 (XXV) de 1970, declaración sobre los principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados, desarrollando las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas, dispone que "el establecimiento de un Estado soberano e independiente, la libre asociación o integración con un Estado independiente o la adquisición de cualquier otra condición política libremente decidida por un pueblo constituyen formas del ejercicio del derecho de libre determinación". Además, precisa que todo Estado tiene el deber de promover la aplicación del principio de libre determinación, con el fin de "poner fin rápidamente al colonialismo, teniendo debidamente en cuenta que el sometimiento de los pueblos a la subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye una violación del principio". Se añade también lo siguiente: "ninguna de las disposiciones de los párrafos anteriores se entenderá en el sentido de que autoriza o fomenta cualquier acción encaminada a quebrantar o menoscabar, total o parcialmente, la integridad territorial de Estados soberanos e independientes que se conduzcan de conformidad con el principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos antes descrito y estén, por tanto, dotados de un Gobierno que represente a la totalidad del pueblo perteneciente al territorio, sin distinción por motivos de raza, credo o color".
La lectura de estas disposiciones lleva a la siguiente pregunta: ¿cuales son esos pueblos que tienen derecho a la libre determinación? La respuesta clara que se deriva de las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de los dictámenes del Tribunal Internacional de Justicia y de otros documentos, es que únicamente los territorios colonizados, es decir, administrados por otro Estado con una condición jurídica distinta, pueden ejercer ese derecho. En ningún caso partes integrantes de un Estado miembro de las Naciones Unidas.
No puede identificarse pueblo titular del derecho de autodeterminación con minoría étnica, nacional, cultural, lingüística, religiosa o de otro tipo. En primer lugar, porque la propia resolución 2.624 ya deja claro que si forma parte de un Estado miembro de las Naciones Unidas que respeta sus principios y tiene un gobierno representativo de toda la población no puede alegar el derecho de libre autodeterminación para separarse de ese Estado. Y en segundo lugar, porque conforme al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos el régimen de las minorías es distinto al de los pueblos colonizados. Establece su art. 27: "en los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, no se negará a las personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que les corresponde, en común con los demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a profesar y practicar su propia religión y a emplear su propio idioma". Derecho distinto, por tanto, del de autodeterminación.
Se suele decir que la Constitución española del 78 no recoge el derecho de autodeterminación. Esto no es cierto, aunque merece cierta explicación. Es cierto que el texto constitucional no menciona el derecho a la autodeterminación; pero también es cierto que su art. 10.2 dispone lo siguiente: "las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España". Entre los acuerdos ratificados por España se encuentra el ya comentado Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, que reconoce el derecho de libre determinación. Además, este pacto establece en su art. 1.3: "los Estados Partes en el presente Pacto, incluso los que tienen la responsabilidad de administrar territorios no autónomos y territorios en fideicomiso, promoverán el ejercicio del derecho de libre determinación, y respetarán este derecho de conformidad con las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas". Es decir, que en virtud de la Constitución y de los pactos internacionales suscritos España no solo reconoce el derecho de autodeterminación sino que ha asumido el compromiso de promover su ejercicio. La cuestión es ¿a quien reconoce España ese derecho? Lógicamente, a los territorios colonizados, por ejemplo, al Sahara Occidental, hoy administrado por Marruecos y pendiente de un referendum de autodeterminación (aquí cabe lamentar que España no haya pasado de reconocer formalmente ese derecho, y que su actitud en 1976 desembocara hasta hoy en el incumplimiento práctico de las resoluciones de las Naciones Unidas). En virtud del Derecho Internacional vigente España no tiene por qué reconocer ese derecho a partes de su propio territorio.

¿Cabe definir el derecho de autodeterminación de forma más amplia que la derivada del Derecho Internacional, limitada al proceso de descolonización? 
Utilizando sin más una lógica democrática parece evidente que no se puede obligar a una comunidad humana a aceptar una condición política no deseada. Si la totalidad o una clara mayoría de un pueblo quiere la independencia ¿qué Estado realmente democrático se la podría negar?
La respuesta no es fácil y hay que matizar mucho. En primer lugar, si no estaremos hablando del derecho de secesión, cosa distinta del derecho de autodeterminación. El derecho a separarse y crear un nuevo Estado no se recoge en el Derecho Internacional ni es frecuente en el derecho interno. Desde luego, no aparece en la Constitución Española, ni suele aparecer en otras constituciones. Una excepción fue la Unión Soviética, que desapareció precisamente al ser ejercitado el derecho a la separación de sus repúblicas.
Con el derecho de secesión pasa lo mismo que con el de autodeterminación: que no se puede reclamar para Catalunya con base en ninguna norma positiva. Ahora bien, por la misma lógica democrática diremos que si una comunidad humana realmente quiere separarse de un Estado, habrá que buscar los medios normativos; como mínimo, una reforma constitucional y una consulta popular para saber si efectivamente la mayoría quiere la secesión.
Para hablar de existencia de un derecho (autodeterminación, secesión) hay que encontrar a su titular. Si es un sujeto colectivo, habrá que exigirle unos mínimos para ser identificado. Fundamentalmente, que ese colectivo sea capaz de formar y expresar una voluntad. Para ello serán necesarios unos órganos más o menos representativos y unos cauces de participación de sus miembros. Y, por supuesto, que los miembros del colectivo también estén identificados y se reconozcan como tales a sí mismos.  Este es el punto importante en el que ahora estamos.  Tenemos un Parlament con una clara identificación Nacionalista y con un mandato democratico libremente expresado.
Finalmente, quiero señalar que una posible secesión o independencia de cualquier parte de España hoy no es posible sin una reforma constitucional. El art. 2 de la Constitución establece "la indisoluble unidad de la Nación española". Que se establezca la unidad es lógico, porque sin la existencia de una comunidad humana organizada políticamente no tendría sentido la propia Constitución. Pero que califique de indisoluble la nación revela más un deseo influido por ciertos mitos nacionalistas (la nación como realidad eterna) que un hecho. Todas las naciones, como las civilizaciones y como las personas, nacen, crecen y mueren. La historia es despiadada, y como todas las demás naciones España algún día, pronto o tarde, desaparecerá, bien para fragmentarse o bien para integrarse en una comunidad superior. 





martes, 4 de agosto de 2015

Célia & Juan... hoy hace 20 años




Anoche pensé,  al despedirme, que sois una parte queridísima de mi otra familia y escribí, antes de dormirme,  las siguientes líneas:


Me gustaría daros de mí
mi mejor yo,
navegante sobre un fondo
de recuerdos,
hecho de retazos de tiempo
y de cariños,
antaño paisaje cotidiano
de una amistad
hebrada de gris y blanco.

Instante mágico,
apenas intuido eterno
por un fallo del tiempo
que nos une y nos separa
a través de unos espagetti con morcilla,
un arroz a banda
o un tinto riojano,
hechos entre guiños cómplices,
entre risas francas,
ya sea en las noches de San Juan
acaloradas como
a bordo de un bautismo náutico
que hoy navega todavía
en las memorias
como si el ayer de hoy fuera mañana.



Hoy, que es de verdad mañana, al encontrar estas líneas agazapadas en mi mesa, he decidido suscribiros a La madeja que recibiréis con periódica y variable periodicidad, no se sabe nunca cuando.  Amén. 


viernes 4 de agosto de 1995




miércoles, 29 de julio de 2015

La noia de la carretera de les aigues...




Te he vist passar a contrallum del capvespre,
les mans caigudes i un mirar perdut a l’horitzó, 
al teu costat el gos s’atura amb mandra i mira,
soc jo que passo per la teva vida sense remor 
d’un mes a l’altre per ‘les aigües’ en paral·lel,
les mirades se’ns creuen un instant i oblidem
un dia si, un no, un mes i altre sense memòria,
la bici tira pel corriol a baix i el gos em mira… 
No sé qui ets i puc saber que no ets estranya
amb el teu posat suau de passejada tendra;
no sé si tens marit, company o amant a la vida
però els teus cabells llargs se’t fiquen als ulls
quan he dit ‘bondia’ volant sobre ‘les aigües’
i t’has girat per somriure, agafant el gos fidel
que mira com si em conegués de sempre...
I tornaré la vista sobre el trencant que prenc...
i  de tornada potser oblidarem el somriure,
els cabells i el bondia i no recordarem qui som...

Ni tu sabràs qui soc ni jo coneixeré el teu nom.


febrer 2002





domingo, 14 de junio de 2015

Panem et circus


Estic fart de veure com molts dels comentaristes de la actualitat donen voltes a la nodria. Si, ja sé que per d’altres es la roda del hàmster, però a mi m’agrada el burro, si, el nostre burro català.  I, encara que sigui perdre el temps, vull dir la meva.

La màxima del senador romà que va dir:  canviem les circumstancies sinó volem canviar nosaltres a causa de les circumstancies, no té validesa quan l’apliquem a la societat plural.  Hem de veure d’entendre –amb la mirada ètica–, que el seu àmbit d'aplicació és estrictament personal.  Això sovint és obviat, quan no manipulat, per aquells que volen conduir-nos cap un model que els és propi i en el que creuen s’hauria d’inscriure el bé comú.  El bé comú es limitat, no es pot estendre més enllà dels drets bàsics.  No és pot perseguir la uniformitat d'opinió, la modulació de lo social segons una idea preconcebuda com la millor possible, excloent les visions personals o minoritàries que potser tenen altres visions.

De que serveix omplir-se la boca de conceptes com la democràcia per defensar paradigmes concrets quan sabem que l’home individual no és ni lliure ni solidari ni igual.    De res, o millor dit, nomes serveix per donar vida als cuiners que viuen de fer bullir la olla de la cerimònia de la confusió, per distreure al personal mentre els amos de la cuina s’omplen les butxaques de beneficis. 

Doneu-me una palanca i moure el mon. 

En aquest moment històric, d'això fa dies... algun cuiner va decidir que havia trobat una bona palanca. I els amos de la cuina la varen comprar i la van ben vestir.  Tot esta carregat de emotives consignes, reflexions assessorades, càlculs i més càlculs, raons històriques de pes i raons justificades amb arguments irrebatibles.  Tot molt cuidat, si, i molta evidencia emocional, també.  Però no tots ens deixem enlluernar per flames patriòtiques ni sentiments enaltits per les arrels històriques de les que procedim.

Algú ha de dir que estan fent el que el senador romà va suggerir.  I és que no hi ha res de nou sota el cel. Està tot inventat en això de cuinar, amb perdó del Ferran Adrià.

Efectivament.  ¿Per que no ens preguntem si no és que algú va veure que és millor modificar les circumstancies tan com es pugui per tal de no acabar canviant nosaltres arrossegats per unes circumstancies que no podem canviar?  Es fàcil.  Imaginem el que seria del fet social si la crisis colpís una i altre vegada sense remei… ens obligaria a molts a canviar, i això perjudicaria els interessos del amos de la cuina.  I els amos ho van veure clar, i abans que tothom.  Van vestir la palanca i es van dotar d’una forma de canviar les circumstancies socials que els hi permet travessar la crisis sense que la majoria dels individus canviïn gaire.  Quan falta el pa doneu-li més circ. Panem et circus.  També molt romà.

domingo, 10 de mayo de 2015

La teoria de Olduvai... escenarios del colapso


La teoría de Olduvai establece que la civilización industrial actual tendría una duración máxima de cien años, contados a partir de 1930. De 2030 en adelante, la humanidad iría poco a poco regresando a niveles de civilización comparables a otros anteriormente vividos, culminando dentro de unos mil años (3000 d. C.) en una cultura basada en la caza, tal y como existía en la Tierra hace tres millones de años, cuando se desarrolló la industria olduvayense; de ahí el nombre de esta teoría. Esta teoría fue planteada por Richard C. Duncan basándose en su experiencia en el manejo de fuentes de energía y por su afición a la arqueología.
Originalmente, la teoría fue propuesta en 1989 con el nombre de «teoría de pulso-transitorio».3 Posteriormente, en 1996, se adoptó su actual denominación inspirándose en el famoso sitio arqueológico, pero la teoría no depende en forma alguna de datos recopilados en ese sitio.  Richard C. Duncan ha publicado varias versiones desde la aparición de su primer artículo con distintos parámetros y pronósticos, lo que ha sido motivo de críticas y controversias.


Escenarios sociales según la teoría de Olduvai

Crisis del Estado nación
Las naciones ricas padecerían un aumento de la inseguridad, y lo que habían sido sociedades democráticas se convertirían en sociedades totalitarias y ultraconservadoras donde la propia población exigiría recursos ajenos y mayor seguridad.  Es posible que antes de la gran mortandad final, grandes naciones desarrolladas se disputasen los escasos recursos en una especie de Tercera Guerra Mundial, sin descartar escenarios parecidos a la solución final o la guerra nuclear. Otros argumentan que tal guerra, si se diese, sería una guerra intercapitalista en la que se verían inmiscuidos tres bloques de civilizaciones. El primero estaría constituido por la civilización occidental, el segundo por la civilización ortodoxa así como por la sínica (china), y un tercer bloque formado por la civilización islámica. Japón e India jugarían un papel importantísimo en tal guerra conforme definan su posición.
En el caso de que algunas naciones sobreviviesen, la falta de recursos podría desencadenar hambrunas en los grandes centros urbanos forzando saqueos generalizados y los gobiernos emitirían decretos y leyes marciales restringiendo las libertades sociales y eliminando derechos de propiedad para mantener a raya a la población hambrienta.  Ante la escasez permanente los gobiernos impondrían un racionamiento que no llegaría a los mínimos requeridos lo que causaría que los mismos que imponen la fuerza saquearían para beneficio propio, este sería el primer síntoma del desvanecimiento de los estados.
El sistema financiero sucumbiría, el dinero sería momentáneamente sustituido por metales preciosos, pero éstos acabarían por no tener tampoco valor y sería el momento de «mi reino por un caballo». Es el punto en el que muchos han previsto que se «cambiaría un todoterreno por una barra de pan».  Las minorías dominantes y las fuerzas militares saquearían para sí, y formarían pequeñas dictaduras y reinos dentro de lo que eran grandes naciones. Por otro lado, de las «grandes masas de desheredados» se formarían grupos desorganizados de carácter muy inestable que actuarían de forma violenta y caótica para tomar los escasos recursos. Entre unos y otros el conflicto estaría servido y al final tanto unos como otros sucumbirían como el resto de la población.

Perfil del superviviente.
Se estima que las ciudades con más de veinte mil habitantes serían muy inestables, teniendo mejor expectativa de vida en primer lugar aquellas sociedades de cazadores y recolectores en la Amazonia, las selvas centroafricanas, las del sudeste asiático, las de bosquimanos y los aborígenes en Australia. En segundo lugar de supervivencia seguirían los núcleos bastante homogéneos de trescientos a dos mil habitantes con un estilo de vida agropecuario próximos a lugares con recursos hídricos no contaminados, inaccesibles y a centenares de kilómetros de las grandes urbes y de las hordas de hambrientos que exudarían estas urbes o de las fuerzas militares en descomposición que se dedicarían al pillaje.
Al final también podría existir una enorme cantidad de pequeños pueblos agrícolas que se disputasen los pocos lugares privilegiados, sobreviviendo sólo aquellos pueblos que la capacidad de carga terrestre permitiese.

Otras visiones.
El mismo Pedro A. Prieto especula que los escenarios bélicos parecidos a la tercera guerra mundial u otro tipo de conflictos bélicos desgastantes se darían con menos probabilidad si el colapso social es rápido,  tal y como el que la teoría de Olduvai predice. La diferencia entre escenarios es que la mayoría de la población, contenida en las ciudades, muere de hambrunas en el colapso rápido, mientras tanto en el colapso lento el conflicto bélico se extendería hasta las áreas más seguras, abarcando desde grandes ciudades a pequeñas comunidades rurales aisladas.
Las conjeturas de los que opinan sobre la posibilidad de una era post-industrial se encuentran esparcidas en un espectro que abarca desde escenarios de colapsos societales rápidos y catastróficos a escenarios de colapsos lentos y benevolentes, e incluso escenarios donde aún visualizan decrecimientos con continuidad del bienestar.

Colapso catastrófico o die-off
En el primer grupo, los pesimistas, se encuentra enmarcada la misma teoría de Olduvai de Duncan y otros trabajos como el die-off o colapso catastrófico propuestos por David Price, Reg Morrison y Jay Hanson.  Suelen invocar una serie de determinismos como el fuerte, genético, biológico y energético (Ley básica de la evolución de Leslie A. White)  para anunciar el inevitable colapso que conllevará a la descomposición de la vida civilizada descartando la posibilidad de un descenso pacífico.

Descenso suave o «camino próspero cuesta abajo»
Aquellos que predicen escenarios de colapsos lentos y benevolentes donde puede entrar aún la opción del decrecimiento con continuidad del bienestar se pueden encontrar el «camino próspero cuesta abajo» de Elizabeth y Howard T. Odum, el fin de la suburbanización y el regreso a la ruralización propuesto por James Howard Kunstler, las sociedades que aún pueden elegir salvarse o fracasar propuesto por Jared Diamond y la opción del «apagado gradual» de Richard Heinberg.
Heinberg, en su libro «Apagado: Opciones y acciones en un mundo después del carbón», propone los cuatro caminos posibles que pudiesen adoptar las naciones ante el agotamiento del carbón y el petróleo:
«La última y nos vamos» o el «último que quede de pie»: Escenario donde se da una feroz competencia global por los recursos restantes.
«Apagado gradual»: Donde se da una cooperación mundial en la reducción de la utilización de la energía, la conservación, la gestión de manejo racional de el agua, y la reducción de la población mundial.
«Negación»: Postura con la esperanza de que algún elemento imprevisto o serendipia resuelva el problema (véase también cisne negro).
«Comunidad salvavidas»: Preparación de áreas locales de modo sostenible en el caso de que el proyecto económico mundial colapse.

El renacimiento de las utopías
Son visiones donde el colapso es tanto un resultado como un objetivo.  Como en el siglo XIX, y al comienzo de la era industrial, surgió el romanticismo y los movimientos utópicos, nuevamente y ante la previsión de un colapso de la era industrial se registra una nueva eclosión de visiones utópicas.  Este renacimiento avanza en sentido contrario al declive de lasbteorías sociológicas que ya no pueden dar soluciones adecuadas debido a la situación de translimitación.
Para Joseph Tainter una sociedad compleja que colapsa es súbitamente más pequeña, más simple, menos estratificada y con menos diferencias sociales.  Esta situación, segúnTheodore Roszak, evoca el dogma utópico del viejo programa ecologista que consiste en reducir, frenar, democratizar y descentralizar.
Según Ernest García muchos de estos proponentes son científicos dedicados a áreas que van desde la disciplina ecologista a la geología, la informática, la bioquímica y la genética evolutiva, muy alejados del estudio de las ciencias sociales.  Entre los movimientos utópicos recientes más palpables se encuentra el anarcoprimitivismo, el ecologismo profundo y las tecno-utopías como el transhumanismo.

Fuentes: wikipedia, blog ustednoselocree: Ferran P. Vilar

miércoles, 29 de abril de 2015

La fuerza neutralizante es en realidad equilibrante




No se puede tener sin compromiso de nuestro ser. Pues el ser de las cosas que pasarán a ser nuestras por la presión del deseo nos llega a permear para tenernos.  Es así como, al ser tenedores de algo, al poseer algo, pasamos a ser, parcialmente, poseídos por el ser de nuestra posesión.

La percepción de esta relación entre el tener y el ser tenido, entre el poseer y el ser poseído, es una capacidad perceptiva que actúa como una fuerza. Esta fuerza, que llamaré fuerza equilibrante,  será más o menos fuerte según sea su grado de presencia en nuestra conciencia.  A mayor presencia mayor fuerza y viceversa.

Toda fuerza es tal por que tiene la posibilidad de ejercer una presión, esta presión produce un efecto que conducen a unas ciertas acciones.  Llamo equilibrante a dicha fuerza porque su presencia en nuestro actuar equilibra los efectos del ser sobre el tener y viceversa.  Su ausencia produce desequilibrio en favor de uno o de otro.  El equilibrio lleva a la armonía del ser.  La felicidad precisa de un ser armónico para que sus efectos puedan manifestarse en toda su plenitud.  En ausencia de dicho equilibrio los seres pueden experimentar igualmente la felicidad como estado del momento, se puede estar feliz, pero es imposible obtener una permanencia arraigada al ser.  El ser desarmónico por tanto no puede ser feliz.

jueves, 12 de marzo de 2015

Por que pedaleo?




Excepto para mi mismo, no creo que tenga ningún interés responder a esta pregunta.  Sin embargo responderla es un ejercicio que considero necesario a estas alturas de mi película, y a los demás, suponiendo que alguien lo leyera, al menos les llevaría a considerar si, a su juicio, las explicaciones que me doy son acertadas o equivocadas. Por tanto, al poner por escrito la respuesta a un por qué, me expongo a ser juzgado por lo que opino.  A lo mejor es lo que deseo.  Quizá trate de averiguarlo más adelante. 

En los últimos años se ha puesto de moda el runnig, las maratones, las ultratrails, el triatlón y las ironmans... muchísima gente escribe sobre ello.  Desde sus experiencias hasta sus justificaciones pasando por las formas de motivarse, de alimentarse, de entrenarse y de superar los propios limites.  También se escribe sobre la relación entre mente y cuerpo que se da espontáneamente en el acto de pasear, que, llevado a más intensidad se transforma en correr, comparado la acción del corredor que medita sobre su existencia con la forma que adoptó la escuela peripatética de Aristoteles, que como sabemos enseñaba a sus discípulos mientras paseaba.    

Como toda introspección debería de partir de una premisa.  La de que, contrariamente a lo que dice Murakami en su libro “De que habló cuando hablo de correr”, afirmo que somos unos verdaderos artistas en mentirnos a nosotros mismos

Por tanto deslindar lo que hay de verdad o mentira, verdad por supuesto subjetiva, será un analisis a posteriori.  Lo cual sucederá una vez vertidas las razones que me llevan a responder al por qué  pedaleo.   

Al aceptar este reto conmigo mismo, me doy cuenta de que todo este esfuerzo va en la dirección de describir un aspecto parcial de mi autobiografía.  Pues para crear el marco de la respuesta tengo que remontarme en el tiempo para ver como llegué a pedalear en su momento.  

Corrían los años 80 del siglo pasado.  En mi treintena no estaba de moda correr, sin embargo a mi alrededor se formó un núcleo de amigos y conocidos que corrían y se tomaban el correr con seriedad.  Entonces no había la presión del material, ni de las publicaciones, ni de las aplicaciones de móvil para running, ni del continuo bombardeo sobre marchas populares, carreras de todo tipo, maratones con cualquier excusa. El triatlon era una disciplina naciente solo practicada por minorías, no existían las Ironmans ni las carreras de montaña.   Nosotros corríamos para estar en forma.  Corríamos porque ir al gimnasio nos aburría y era más barato calzarse las zapatillas y salir a hacer kilómetros.  De vez en cuando participábamos en una media maratón y los mas entrenados se animaban a apuntarse a alguna maratón.  La de Paris, la de Nueva York y la de Barcelona eran las que mis amigos contemplaban en su calendario anual.  En aquel entonces mi vida laboral y familiar no me dejaba ni tiempo ni posibilidad económica de participar en estas maratones así que mi objetivo era más modesto y me limitaba a correr entre 8 y 10 kilómetros diarios de lunes a viernes.  Los fines de semana en invierno esquiábamos y en verano salíamos a la montaña a coleccionar tresmiles del Pirineo.  Me motivaba mucho más dedicar el fin de semana a mis hijas y mi mujer,  y con ellas tener una actividad que ocupaba el tiempo común.   Nunca vi en el correr algo que podía ocupar mi tiempo útil para compartir, el correr se reservaba al tiempo que no podía compartir, ese tiempo robado al sueño, que transcurría desde que salía el sol hasta que empezaba a trabajar.  Recuerdo que en aquella época tenia una cinta de correr, una eléctrica con inclinación graduable que ocupaba buena parte de la terraza que teníamos en el piso de la calle Tarafa en Granollers. La cinta la usaba solo los días de lluvia o en pleno invierno cuando era demasiado oscuro para salir a correr antes de ir al trabajo. 

A los 36 años tuve una progresiva ciatalgia (dolor en el trayecto del nervio ciático), que me llevó a dejar de correr.   Estuve tres meses con dolor, con antiinflamatorios y reposo, hasta que conseguí superarlo.  El amigo traumatólogo que llevaba mi caso, me aconsejó que dejara lo del correr y cambiara el deporte de entrenamiento por algo menos traumático.  Así fue como empecé a probar la bicicleta.  Yo siempre había tenido alguna bicicleta, de hecho tenia una vieja “Scott” de MTB en la casa de la Cerdanya, pero solo la usaba en verano para dar inocentes paseos con mis hijas.  También tuve una “Carrera” italiana de carretera con la que, cuando vivía en Premia de Mar, iba cada día a trabajar a Granollers.  Pero, años más tarde cuando empecé a correr, al vivir en Granollers, me la vendí.   Así que cómo no tenia bicicleta en Granollers me compre primero una estática para entrenar los días de invierno y los días de lluvia.  Luego me compré una BH de BMX con rueda pequeña, en la que con maña y esfuerzo conseguí instalar un pedalier adecuado y un juego de tres platos.  Con ella llegamos a subir en verano a la Tosa de Alp en una gesta memorable.   Pero sin duda mi primera bicicleta de verdad fue una Klein “Attitude Comp” una clásica MTB cuyo cuadro todavía conservo.   Se la compré a Pep Puig cuando tenia la tienda en el plà de Arenas.  Fue el verano del 90, era el primer verano después de descubrir el telemark, por eso lo recuerdo bien.   

A medida que mi afición por la bici iba en aumento se produjo el cambio de edad de mis hijas hacia una adolescencia que hacia difícil, por no decir imposible, que compartiésemos el tiempo libre en forma de excursiones a pie por la montaña.  En esa transición, que pasó de contar con ellas para vacaciones y fines de semana, hasta encontrarse  con que ellas hacían sus propios planes en los que no teníamos cabida,  me encontré por suerte y de forma solapada con la afición a la bici compartida con amigos.  

Puede decirse que a partir de mediados los 90, la bici, el pedalear, se convirtió en un complemento importante de mi vida.  El telemark y la bici han sido las dos pasiones que han caracterizado mi vida deportiva a partir de los 40 años.  


La bici la vi desde el principio como un juguete, y siempre me han gustado los juguetes para desmontarlos y montarlos de nuevo.  Recuerdo que de pequeño mi juego preferido era un Meccano y que por Reyes lo que más deseaba era que me trajeran uno nuevo, más grande y más complicado cada vez.  A pesar de ello no se me daban bien las mates así que mi incipiente interés por la ingeniería se fue abortando con el tiempo.  Fueron las novelas de Maxence Van der Meersch y de A.J. Cronin, tanto “Cuerpos y almas” como “La ciudadela” las que me pusieron en la pista de despegue de mi vocación medica.  Seguramente mi madre tuvo bastante que ver pues, según me confesó mucho más tarde, de haber nacido hombre seguramente ella habría sido médico.  En cualquier caso la inducción a estas lecturas fue obra suya.  

En nuestra “cultura familiar”, tanto la que yo mamé como la que yo hice mamar a mis hij@s, el concepto deporte como parte de una vida sana estaba implícito sin necesidad de refuerzo alguno, era algo natural, como cuidar la comida y asearse.   Pero es cierto que la cultura del esfuerzo usó el deporte como excusa durante los primeros 10 años de vida de mis hij@s.  Bueno, principalmente el deporte, pero también actividades complementarias como la música, la danza y los idiomas.  

Ahora me pregunto si fue más lo que yo di a mis hijos que lo que yo recibí de mis padres, y seguramente es lo primero.   Pero tengo bien claro que sin la semilla que mis padres plantaron no habría podido dar tanto. En casa siempre hemos tenido a mi padre por un gran deportista, sin embargo tengo que reconocer que esa aureola no se corresponde con la realidad, de hecho dejó de practicar regularmente ejercicio a partir de los treinta años. Antes de casarse mi padre fue corredor del CAN (Club Alpino Nuria) y durante la década de los 40 consiguió grandes logros como esquiador, fue campeón de España en dos ocasiones. De ahí vino su fama de deportista que ya le acompañó el resto de su vida. Pero creo que se volvió sedentario demasiado joven por razones de trabajo, fundamentalmente y por qué no tuvo ocasión ni tiempo de dedicarse.  

A pesar de que el deporte en general y sobre todo el esquí estuvieron presentes en mi infancia y adolescencia, no recuerdo demasiadas ocasiones en que pudiera compartir con mi padre una excursión a pie, menos en bicicleta y pocas veces esquiando juntos a partir de mis diez años. 

Eramos socios del club de Polo en la Barcelona de los años 60 y 70, allí mi padre jugaba de vez en cuando a tenis, aunque el verdadero aficionado al tenis era mi tio Ramón, al que yo admiraba secretamente su buena forma física, en contraste con la de mi padre que no podía dedicar tanto tiempo al tenis como su hermano.  A partir de los 50 años mi padre practicó con mi madre el golf.  Creo que ahí alcanzó su techo y se refugió en el golf durante más de 15 años para viajar con mi madre y al mismo tiempo entretenerse de campo en campo.  

En la década de los 80 irrumpió con fuerza la náutica en mi vida.   Años atrás había participado en regatas de cruceros con mi amigo Andy, y cuando tuve la oportunidad me compré, de segunda mano, un Siroco, un velero de 9 metros, mi querido “Pacific’s flea”, la pulga del pacifico.  En él vertí esos sueños nacidos de la lectura de tantos navegantes solitarios que habían dado la vuelta al mundo.  En mi ilusión estaba el llegar algún día a hacer lo mismo, y en estas andaba cuando mi padre decidió emular al hijo y se compró otro velero, un Dufour de 31 pies.  Para él y mi madre ese tiempo fue una época dorada, entonces tenían el velero en el puerto de Calafell y la casa de verano en Barà.  Mis hermanas pequeñas todavía eran casaderas y recuerdo algunas salidas con ellas en el Dufour.  A raíz de un percance con redes sumergidas que dejó al velero inmovilizado i a la deriva, mi padre vio que no tenia suficientes energías para seguir con la vela y decidió pasarse al motor.  Así fue como llegó a la familia una motora Rio de 10 metros que duró unos años más hasta que finalmente, y coincidiendo con la venta de la casa de Barà,  la vendió para dedicarse al golf.  Recuerdo que la primera vez que fuimos a conocer la nueva casa de la Cerdanya mis padres habían comprado una caravana, una Butsner de buen tamaño.  Con esta caravana sustituyeron la itinerancia del mar por los viajes terrestres.  Fue una nueva etapa para ellos de la que más tarde tomaría yo ejemplo para asimismo repetir la experiencia, pero con una autocaravana Fiat de 7 metros.   

Mi Siroco tuvo una vida breve pero intensa.  Hicimos travesías inolvidables por la Costa  Brava y por Baleares.  Recuerdo especialmente el verano del 81 con Nico en Ibiza pasando embarcados su varicela durante 10 días.  El regreso memorable a vela con el eje del motor roto en la maniobra de salida de la ultima cala en la que habíamos pasado la noche previa al salto. Pillamos una calma chicha y un mar balsa de aceite, por lo que tardamos 56 horas a vela hasta el puerto de Masnou.  El atraque a pura vela en nuestro amarre fue una odisea que recuerdo bien por qué me granjeó la simpatía de un marinero del puerto que a partir de entonces me consideró el “doctor de la vela”.  Fue la única vez en mi vida que maniobré dentro de un puerto sin motor.  La verdad es que no me quedaron ganas de repetir la experiencia.  A raíz de una travesía desde Palamós a Masnou, en la que empleamos 18 horas, experimentamos lo que es navegar a ciegas en la niebla, sin más ayuda que mi compañera de fatigas náuticas, la Caque, en la proa haciendo sonar la bocina a intervalos y yo con los ojos salidos de las órbitas, después de una noche sin dormir, tratando de adivinar si pasábamos a barlovento de las islas Hormigas o nos dábamos de narices con ellas.   Poco después decidimos vender el Siroco y cambiarlo por una BMW 1000RT con la que empezamos otra etapa, nos convertimos en motards.   Poco después nacería mi hija Marta.  

Cuando me pregunto por qué adherí tan rápido y tan intensamente con el mundo de la bicicleta tengo que aceptar que fui parte del momento ascendente de la afición por la mountain bike, ya que en los 90 se produjo un incremento notable de este deporte.  Tanto las marcas como los practicantes se multiplicaron en pocos años y se convirtió en una moda. El abandono del correr fue casual y coincidente con ello.  Ese es el primer motivo.
El segundo motivo es el bienestar que sentía al darme cuenta de que el cuerpo respondía bien a mis exigencias y que era capaz de hacer esfuerzos sin, por haber pasado de los cuarenta, penalizar demasiado.  Había bastante orgullo personal en la comparación que se manifestaba al medirme con otros bikers de menos edad y saber que podía con ellos.  Seria poco veraz sino admito que tengo una vena competitiva y la bici me permitía serlo con unas dosis de esfuerzo relativamente bien llevadas.  En aquella época ya vivía en Barcelona y empecé a dedicar una hora diaria a salir por la mañana por el Tibidabo, cada día hacia unos 500mts de desnivel acumulado y me puse en forma.  Es la época en la que descubrí la dieta de la zona y me puse a practicarla a pie juntillas.  Al final de los 90 cuando estaba a punto de cumplir los 50 llegué a mi máximo rendimiento.  Los años que siguieron fueron un intento constante, no ya de incrementar el rendimiento físico, sino el de mantener lo conseguido.  La bici me llevó a conocer a otros bikers con los que pronto llegue a intimar y hacer de ellos mis mejores amigos.  

El tercer motivo para entender por qué mi afición fue en aumento tiene que ver con la socialización que se desprende de compartir una afición como es la bici que requiere de largas jornadas de contacto y convivencia.  No se trataba de competir durante unas horas, ni de andar detrás de unas marcas personales concretas como es el caso del running.  Era más amplio, se trataba de compartir todo un fin de semana. El objetivo del entrenamiento diario era simplemente estar en forma para afrontar durante el fin de semana una salida colectiva de muchas más horas de las que se puede estar corriendo en una maratón.   Nuestras salidas en bicicleta duran  todo un día, paramos a comer y llegamos por la tarde con el tiempo justo de darnos una ducha en el hotel, en la casa rural o en el albergue que toca, para poco después compartir una buena cena con los amigos.  Algo impensable si hubiéramos sido corredores o marchadores, los cuales cuando se citan para correr juntos es siempre en relación a eventos con inscripción y cuya convivencia se limita a unas pocas horas.  

Ahora cuando miro retrospectivamente me doy cuenta de que correr es algo mucho más limitado al si mismo.  El entrenamiento diario es  similar en el pedalear y en el correr, pero el objetivo final es muy distinto.  

Durante los siguientes 15 años, desde los casi 50 hasta el presente, la bici ha sido una actividad social ademas de ser una forma de mantenerse en forma.  La bici me ha permitido compartir con mi pareja actual viajes inolvidables, aventuras indescriptibles, momentos duros y momentos felices.  La bici ha sido un gran viaje alrededor de la naturaleza, siempre descubriendo parajes nuevos y paisajes que de otra manera no hubiéramos conocido.  Todo ello en el contexto de un ejercicio aeróbico sin riesgo de desgastar las articulaciones o de macharse las vértebras por muchos kilómetros que se recorran.  Es por todo ello que pedalear se ha convertido en la actividad física que sobresale entre todas  por ser la que durante más tiempo al año puedo practicar.  

Siempre recordaré cuando allá por el verano del 2000, estaba haciendo mountain bike en el valle de Arán y me encontré a un grupo de bikers que buscaban un punto para iniciar el descenso por una trialera, un lugar que yo ya conocía y que tenia un acceso algo rebuscado.  Ese día fue el comienzo de una larga amistad.  Así fue como conocí a Miquel Calix, Josep Gabandé, Nuria Casals, Josep Maria Pujols... y algunos más que después con el tiempo se han ido perdiendo o difuminando en el olvido.  

En 15 años las cosas han cambiado mucho. Ahora encontrarse a un biker por la montaña no llama la atención, los hay a montones y simplemente los saludas pero no te detienes a hablar.  Es como el telemark en sus inicios, ahora cada vez es más normal encontrarse a alguien haciendo telemark por las pistas, ya no nos paramos para saber algo más de aquel otro “bicho raro”... aunque personalmente lo sigo haciendo siempre que puedo, lo cual siempre es ocasión posterior de choteo o comentario por parte de los que van conmigo y conocen mi propensión a “hacerme ver” en relación a la técnica del telemark y su didáctica... pero seguiré pensando que el mundo sería mejor si fuéramos más amigables, menos cerrados en nosotros mismos y más abiertos a establecer lazos con aquellos que practican la misma afición.  


Vilanova i la Geltrú
Marzo 2015











viernes, 13 de febrero de 2015

El sentimiento amoroso



El sentimiento es una emoción cultivada.  El amor es un sentimiento complejo por el que se anudan estrechamente dos personas que presentan una hacia la otra:  pasión, cariño y compromiso.  Esta es una de las más básicas definiciones. El clásico triangulo de Sternberg (El Triangulo del Amor. Paidos. BCN 1989) nos explica que según las proporciones de sus componentes este triangulo dará lugar a un tipo u otro de amor.  

1-Un amor apasionado cuando existe solo pasión.  La pasión la podemos definir como una emoción psicofísica que involucra cuerpo y mente a la vez y cuya traducción principal es el sexo. Pasión no es solo sexo, pero deseo y sexualidad son los componentes esenciales de la pasión.  Entremezclados con la atracción sexual la pasión esconde otras emociones que se pueden a su vez cultivar, tales como la admiración profunda, la necesidad de dar protección, la sumisión o el deseo de ser protegido, el desapego o el altruismo en las acciones, la sensación de ser querido o la gratitud.  A menudo no diferenciamos sutilmente tantos componentes o algunos de los que nos habitan y simplemente expresamos nuestra forma personal de pasión basada en la suma de algunas o muchas de estas emociones.   El caso es que todo ello se funde con la práctica sexual y la pasión, construyéndose una compleja combinación sentimental de experiencia explosiva.  Esta es quizás la característica que hace destacable a la pasión. La capacidad de ser explosiva, enorme, desmesurada siempre que se la deja superar a la razón o a la conveniencia… Por eso la pasión es a menudo considerada el sentimiento mas genuino o propio del amor, pues genera espontáneamente, y sin que nadie se lo imponga la necesidad mas o menos imperiosa del alter y una evidencia racional de que esa emoción es de los mas fuerte que se puede experimentar.  Algo que nos obliga, o determina, a trasladar desde la mente a  las manos, a los labios, al cuerpo en definitiva, el deseo de proximidad, el abrazo, el beso, la caricia y finalmente la fusión sexual con el alter.  El amor apasionado si no evoluciona es fugaz. 

2-Un amor es un amor romántico cuando añadimos cariño a la pasión.  El cariño es un sentimiento que aparece mas tarde que la pasión. Es definido como la emoción de la intimidad compartida. Es el deseo de acercamiento al otro, de comunicación e interés por el otro. Dos personas unidas por el cariño procuran y encuentran la felicidad, el gozo, una en la otra, por eso se necesitan y se buscan.  El cariño proporciona apoyo emocional mutuo y propicia la entrega de uno mismo hacia el otro. Facilita el darse y el recibir con generosidad.  Entre bastidores el cariño se apoya en el desarrollo de virtudes humanas tan básicas como la capacidad para compartir experiencias y en la capacidad de comunicar deseos, temores o dudas, la confidencia y la sinceridad son instrumentos propios del cariño amoroso.  Si no hay sinceridad y reciprocidad en el compartir la información o la confidencia no puede haber cariño sincero. El cariño se construye de palabras habladas o escritas y se apoya en el contacto físico:  en las actitudes de proximidad (abrazos o caricias no sexuales), en los besos en la mejilla o besos  “no sexuales”,  en general los llamados arrumacos, y, principalmente a través de los ojos.  A veces al manifestarse cariño entre los amantes se desencadena aquel deseo sexual, el de la pasión escondida pero preparada, aunque no necesariamente tiene que ser siempre así.  Al cariño como componente amoroso también se le identifica con el componente de amistad que debería de existir en el amor.  Si bien la amistad entre amantes no puede tener las mismas características que entre quienes no lo son, la verdad es que a efectos del amor el componente amistoso se puede identificar con este deseo emocional de intimidad compartida que definiría el sentimiento de cariño.  

3- Llegamos al  amor maduro, completo, cuando al amor romántico añadimos el componente del compromiso.  Aquí el amor es una construcción racional.  A la emoción básica y necesaria que nos ha enamorado en su dia, y al cariño que se ha generado en el trato, en el mutuo interés, en el compañerismo nacido de la relación que persiste en el tiempo, a la amistad, quizás previa, que acaba uniendo a esos dos seres le añadimos el compromiso mutuo.  El compromiso es el tercer componente del triangulo y puede ser mas o menos importante según los individuos,  es el que se traduce por “hasta que la muerte nos separe” o el “hasta que esto dure”, es el que lleva a compartir sentimientos, vida y casa. Es sobre el que se sustenta la fidelidad, el deseo sensato de procrear como proyecto compartido con la pareja, el deseo de compartir los bienes materiales, el deseo de superar las crisis o encontronazos de la vida cotidiana, la base, en definitiva, para proporcionar seguridad al otro, tanto en el terreno fisico como en el psiquico. El compromiso dota a la pareja de estabilidad. El compromiso implica la decisión y la voluntad de amar a alguien y de mantener ese amor, por eso su materialización formal es la vida en pareja o el matrimonio.   El compromiso es la aceptación de un vinculo, de un marco de relación suprapersonal por el cual nos vemos dispuestos a esforzarnos para que “todo vaya bien” o sea para construir más amor. También, y por tanto, para cultivar los sentimientos previos y así hacerlos crecer.   El compromiso establece un marco para la unión pero no puede ser un peso ni una obligación, ha de implicar una actitud generosa e inteligente, una disposición activa sabiendo que no es la obligación sino la lealtad la que nos mueve a esforzarnos.  Ese es el verdadero sentido del compromiso amoroso.  



jueves, 15 de enero de 2015

La lengua de las mariposas (...no es tan larga como parece)



La lengua de las mariposas parece hecha para aprovechar la etapa final de Fernando Fernan Gomez, un actor tan emblemático como monocorde.   Si este senecto señor fuera capaz de variar un poco sus expresiones seria un gran actor.  Lastima que no sea así y nos suceda que cuando estamos viéndole como maestro no sabemos si es que El Abuelo que vino de América se decidió a pasar primero por Betanzos (o es Orense?)  a hacer de maestro de escuela librepensadora o es que hacia dos peliculas a la vez y nos quería engañar a todos.   La verdad es que con escaso presupuesto también se puede engañar al personal.  Y si no que se lo digan al director de esta película que para tener éxito ha usado los siguientes ingredientes.  Primero un actor que, gracias a cierta promoción de los medios (al 50% por su mierda mierda mierda... y otro 50% por que a la Tele una cosa así siempre le va bien), últimamente ha salido mucho en la pantalla pequeña y ya se sabe que siendo polémico tendrá publico. Se ha de aprovechar el tirón post-Abuelo por que al caballero no le quedan muchas pelis, ni pelos tampoco en la lengua... Unos iran a verlo para criticar y otros por que son los engañados de siempre y creerán que es como el Anthony Quinn español.  Segundo un tema como la guerra civil que no por manido es menos seguro que atraerá publico.  Las generaciones que vieron la guerra ya no van al cine.  Ahora van al cine los que solo saben de ella por referencias y se trata de darles referencias válidas... claro que validas para ciertos votantes.   Así no es de extrañar que los mismos capitales que apoyan a diarios como El País también financien a directores y películas como la Lengua de las Mariposas que parece hecha a la medida de los votantes de izquierdas con poco cerebro.  O por lo menos son estos los que al acabar la película se han de sentir muy satisfechos de ver lo malos que eran los de derechas y la razón que llevaban los pobres republicanos que entonces palmaron.  Pero el mensaje de la peli es que a pesar de que algunos acabaron, por conveniencia,  agachando la cabeza, como el sastre, la semilla de la libertad estaba plantada.  Claro que los votantes de izquierdas entran en amnesia cuando se les dice que todo esto fue para que 50 años más tarde señores  como Felipe Gonzalez se pasarán más de diez años en el Gobierno demostrando su incapacidad para gobernar con eficacia. Si Rosalia de Castro levantara la cabeza de la tumba no volvería al reposo eterno sin dolor de cabeza y se haría cruces (aunque fuera atea) al comprobar para lo que han servido las semillas que se sembraron en su librepensadora institución. Para qué se preguntará alguno? para que algunos políticos vivieran tan bien del cuento como han vivido los que nos han gobernado desde la izquierda (que los de la derecha ya se les supone y no extraña). Esa izquierda que ahora financia una película con ingredientes para votante socialista gris marengo.  El tercer ingrediente es de orden menor y se refiere a la necesaria dosis de arte que toda cinta ha de exhibir para que algún entendido le diga al vecino: “te has fijado que fotografía....” “has visto que luminosidad tan acorde con el paisaje gallego cargado de melancólicos reflejos...” “has visto que planos rasantes sobre el agua cuando los chavales cruzan el puente sobre el afluentillo del Miño...” y paridas semejantes.   El cuarto ingrediente es de tipo romántico y el guionista ha metido con calzador una especie de tontería china que no pega ni con Loctite pero ahí está la chinita del Domund de la que se enamora el  saxofonista.  El quinto elemento es como siempre algo de sexo.  Pero como no pueden ser sexo de verdad, por que no tienen ni guión que lo justifique ni actores que sepan hacerlo y quedar bien,  pues le meten al perrillo por medio y dejan que se añada espontáneamente un punto de escabrosidad animal.

En fin una cinta con pretensiones artísticas (que quiere esconder las comerciales) y que seguramente no se comerá un rosco.  Pero es probable que más de uno se llene la boca con alabanzas a la cuidada fotografía o a la visionaria visión infantil que la peli nos quiere hacer creíble y que no cuela en la mayor parte de los momentos. Mala con alevosía… Y como me tuvieron que engañar para verla pues mi venganza ha sido comentarla…