domingo, 16 de marzo de 2014

Frentismo... hace 10 años del viaje de Carod Rovira a Perpignan



Esto lo escribí en febrero de 2004... hace 10 años ya...

Empiezo con una salva de artillería ligera. Se trata de un artículo publicado en LA RAZON hace unos días.  Esto no es periodismo. Evidentemente… diríamos casi todos.  Pero qué es?  Aquí ya no estaríamos todos de acuerdo… para algunos de nosotros esto es una muestra de cómo se siembra para recoger tempestades.  Detrás de la siembra ha de estar la voluntad política de crear un ambiente de crispación, de lo contrario no es comprensible.  Esto no es la respuesta a ALGO.  Es aprovechar UN ALGO, -hoy es un Cardo florido, perdón, un Carod, y mañana puede ser otra cosa- para hacer conscientemente daño en las relaciones entre comunidades.




"David Gistau “Fuera máscaras”. Como en aquella serie de ciencia ficción, «V», a Carod-Rovira le tiras de la piel del rostro y debajo hay un lagarto filo-etarra. Así pues, ahora ya sabemos que, al igual que el vasco, también el nacionalismo catalán está por recoger las nueces caídas del árbol que agita ETA, está por beneficiarse de la sangre española derramada. Y ese canalla viaja ¬tal vez ya no, a la hora que escribo esto¬ en un coche oficial en el que le ha metido el partido de Zapatero después de vender el alma al Diablo por un puñado, no de dólares, pero sí de poder. Carod-Rovira se reúne con ETA pero no les quepa duda de que no tardarán en venir los intelectuales periféricos, los creadores de la coacción según la cual españolismo es igual a fascismo, a contar que el frentismo lo provoca Aznar y que el mal ambiente lo traemos nosotros, los españoles, empeñados en no dejarnos asesinar sin elevar alguna que otra protesta. A ver cómo se las arreglan, ahora que sabemos que el nacionalismo catalán es filo-etarra y forma parte de una conjura que admite el asesinato, para defender la pátina romántica, muy de izquierdas y muy de progreso, de la conspiración anti-española que entre otras cosas ha tomado como rehén a la izquierda ex-pañola. 
   Y nos quejábamos del escaso talante solidario del nacionalismo catalán por razones pecuniarias. Y nos quejábamos de su deslealtad xenófoba, haideriana, con el resto de España. Y ahora sabemos que ese canalla de Carod-Rovira apoya a ETA en su costumbre de asesinar españoles siempre que no lo haga ¬eso les ha pedido¬ dentro de los límites de su minifundio paleto. Y el frentismo lo ponemos nosotros, dirán. Y el mal ambiente lo causamos nosotros, dirán. Y luego, llenándoseles la boca de palabras falaces como «progresía», atreviéndose a pesar de todo a levantar todas las banderas morales, se agacharán a recoger las nueces tiradas por ETA. Tendríamos que bajarles el Barsa a Segunda, eso de entrada. Si es que Laporta no lo hace primero."

Tenemos dos polos extremos.  Independentistas y Españolistas.  La historia es la que es y la fuerza de las armas a través de las guerras ha configurado el mapa actual de los pueblos. En mi caso Cataluña es mi tierra.  Y España es una realidad superior como lo es Europa. Pertenezco por lazos de proximidad familiar, de cultura y costumbres, de tradición civil, de lengua vernácula, de nostalgia histórica, a una realidad que no es mas que un conglomerado fáctico-sentimental  que llamamos Cataluña.  Sin complicarlo con manipulaciones o limites históricos, geográficos ni temporales.  Es lo que la mayoría de este país hemos dado en recuperar de la memoria histórica y que todos entendemos como Cataluña. Es posible que en otras partes de la geografía de la península exista en las personas un sentimiento similar al mío, de pertenencia a España como realidad.  Es del todo lícito intentar entender una y otra sensibilidad.  Ese es mi ejercicio. Intentar no demonizar lo que unos y otros sienten respecto a su forma de adscribirse a la sociedad que los engloba.  Por eso me duelen los discursos que solo se miran su propio ombligo y que no amplían la mirada hacia la perspectiva del que tienen enfrente. Y estos discursos abundan tanto de un lado como del otro.  En definitiva mi empeño es el que podría anunciar con la siguiente pregunta. ¿Es posible convivir sin exacerbar las diferencias, respetándose los derechos, valorando los elementos comunes, exaltando los logros históricos que nos hacen progresar y desechando los tics que nos hacen retroceder y nos llevarían a repetir episodios terribles de la historia contemporánea? Yo creo que sí… pero no es nada fácil siquiera empezar a explicar las bases sobre las que después se deberá argumentar el discurso.

Situémonos. Para empezar me situare yo mismo y empezaré por lo que no creo. No creo que la sociedad humana tenga la posibilidad de auto-organizarse en libertad, por qué no creo en la libertad real del ser humano. El libre albedrío es discutible y nuestros actos son determinados por las condiciones socio-biológicas que enmarcan nuestro nacimiento y nuestro desarrollo hasta la etapa adulta. Después de cierto tiempo nuestra capacidad para cambiar el punto de vista sobre el mundo cristaliza, y el adulto medio (o sea el 99% de los humanos) no es capaz de romper el corsé cristalográfico que determina su pensar.  Así pues, no existiendo libre albedrío, el resultado de los intentos de autogobernarse es simplemente una sombra, en la caverna, de la autentica libertad grupal de la humanidad.  Dicho esto es necesario trabajar con el material que tenemos y tener en cuenta que aun sin libre albedrío deberemos de optar por gobernarnos unos a otros y en conjunto, de la mejor manera.  La historia nos enseña que la democracia es la menos mala de las organizaciones sociales posibles. El grado de manipulación en ella es muy alto. Pero en cualquier otra forma de organización también lo seria. Dentro de este contexto (que expresamente denuncio como carente y manipulable), he de admitir que juego y participo.  ¿Pero desde cuándo lo hago?  Realmente no es desde siempre.  Durante muchos años mi pensamiento ha invalidado el sistema (por lo anteriormente comentado) con la renuencia a considerarme implicado en ello que conlleva ser coherente con esa forma de pensar.  Después de muchos años he comprendido (he tenido que admitir) que no es posible ni mejorar ni cambiar el sistema, así que he acabado aceptando mi participación (lo más consciente posible) no con el objetivo de conseguir ningún logro sino solo por ética y con el objeto de cumplir con el deber teórico de pertenencia a un colectivo. (Si vivo en comunidad y acepto tomar parte en el juego comunitario me veo en la necesidad de ser coherente con las obligaciones que la comunidad reclama a sus integrantes...) Por eso ahora no entiendo, más que saliendo de lo mas profundo del egoísmo personal, a aquel que ácrata mente no participa de ninguna de las actividades colectivas pero vive de ellas y en ellas…al espíritu ácrata solo lo puedo aprobar si se aparta de la sociedad y vive ajeno a ella. 

Utópicamente desearía una organización social que fuera progresista en lo social; y que por tanto cumpliera con los siguientes presupuestos: ser justa en el reparto distributivo de la riqueza no adquirida con el esfuerzo personal; ser respetuosa con las diferencias humanas establecidas o creadas con el esfuerzo personal o sea no igualitarista; ser justa con el reparto de oportunidades para progresar en la base de la sociedad; ser respetuosa con la iniciativa civil personal y con la libertad de autodeterminación de los pueblos; ser antimilitarista y ser fundamentalmente protectora del progreso sostenible científicamente demostrable.  Ná es menos.

Mientras no exista una bandera exacta que cumpla con mi utopía me tengo que conformar con adscribirme a un movimiento político que este lo más cerca posible a mis deseos y que encima tenga posibilidades reales de gobierno. El socialismo es la opción más valida para mí.  Dentro del socialismo deberé de optar por el socialismo real más próximo a mí que es el socialismo federal catalán aunque solo comparta parcialmente sus objetivos.

Que opino del nacionalismo.  El nacionalismo es una idea (que al obrar sobre los individuos se transforma en fuerza social)  que nace de la exacerbación, hipertrofia, manipulación o exaltación del sentimiento de pertenencia a un grupo étnico o colectividad que ocupa un determinado territorio sobre el cual reclama derechos de representación, autodeterminación y autogobierno. Yo creo que el sentir nacionalista es legítimo cuando en su aplicación o desarrollo social no pisotea intereses o derechos ajenos.  El conflicto se presenta cuando se discrepa en la interpretación de esos límites.  Llegado este punto se establece una pugna que a menudo conlleva actuaciones sociales manipuladas. En cualquier caso dentro del marco democrático debiéramos de admitir que no todo es valido, exactamente como tampoco admitimos cualquier maniobra entre humanos a la hora de dirimir diferencias. Existen unos límites; los de la educación socialmente aceptada como valida, los de la moral habitual y colectiva que nos hemos dado, los de la ética del comportamiento público y político.  Estos son teóricamente los limites que en una correcta actuación no se deben de rebasar.  Cuando el nacionalismo usa instrumentos que están más allá de esos límites entra, para mí, en contradicción con el respeto que reclama para sí y sus intereses.  Así pues si el nacionalismo exagera el límite hasta el independentismo es normal que provoque rechazo en aquel que considera la desintegración de su territorio como inaceptable.  Si el independentismo usa, o se aprovecha de, la violencia para acercarse a su objetivo generará una respuesta, merecida, en la tendencia a la que se opone.  La acción no puede quedar sin reacción.

Que opino del centralismo. El centralismo no es más que la aplicación de la idea nacionalista sobre otros pueblos, colectividades, regiones o etnias que a su vez se consideran con derecho a sentirse nación o colectividad con derechos propios circunscritos a su territoriedad.  A menudo centralismo y nacionalismo se oponen pues son fruto de la deriva  histórica. La conquista o los pactos tras las guerras en alguna de sus formas son los responsables de la creación de los estados modernos desde el siglo diecisiete. En general centralismo se vincula a estado y nacionalismo a región periférica que aspira a que se le reconozcan sus derechos de representación, autodeterminación y autogobierno.  Existen diferentes modelos de organización estatal centralista. Las hay que heredan el modelo absolutista del imperio como organización y las hay que heredan el modelo confederativo de los pequeños enclaves medievales centroeuropeos.  Francia es un modelo de estado centralista con una administración departamental centrípeta heredada del imperio napoleónico. Alemania es un estado federal que a pesar de las guerras ha conseguido conservar el espíritu de confederación que mantuvo unidos a naciones y pueblos tan dispares como bávaros, prusianos, franconios, hanseáticos, etc.   España a la caída del franquismo hubo de evolucionar hacia un estado de las autonomías que durante los últimos 25 años ha sido un compromiso entre lo posible y lo ideal.  Pero la cuestión es: ¿Hemos alcanzado el techo de la autonomía? ¿Es posible avanzar más en la descentralización del modelo de estado actual?

El problema de los adversarios políticos  Si aceptamos la democracia como campo de juego, deberíamos ver a los oponentes a nuestra visión política como adversarios. Entre los adversarios los hay de mas o menos peligrosos según sean las posibilidades reales de que afecten a nuestros intereses, ya sea por las posibilidades que tienen de gobernar (caso del PP o del PSOE) o de pactar para modificar el equilibrio natural de fuerzas (caso de fuerzas minoritarias que pueden ser determinantes para inclinar la balanza hacia uno u otro de los dos grandes partidos).   A menudo solo conocemos la parte visible de un político. Es como los icebergs, solo se ve una novena parte del personaje.  No me gusta hacer juicios de valor sobre los adversarios políticos pues es hacer el juego o seguir el juego a los medios de comunicación que nos quieren manipular. Es mejor no entrar en valoraciones personales ni en juicios morales o éticos para no juzgar por las apariencias que al final es lo único que nos dan (intencionalmente) para hacerlo.  Las valoraciones se han de hacer sobre las ideas que exponen o sobre el contenido de lo que anuncian que podrían hacer en caso de gobernar.

 Situación actual.  En Cataluña estamos en un transito entre un gobierno conservador nacionalista (CiU) y un gobierno nacionalista progresista (ERC).  Durante un interregno que puede ser de 4 a 8 años es necesario un escenario de confusión para que el personal depure su voto y se polarice entre dar su voto a una opción de progreso periférico o una opción de progreso centralista.  No tardaremos en ver un frente de izquierdas españolista formado por un PSOE refundado (del que se habrá escindido el PSC) `+ los de IU, y un frente nacionalista de progreso formado por ERC+PSC+ CiU (sin descartar que Unió se separe de Convergencia aprovechando la coyuntura).  La radicalización necesaria viene de la mano de la imposibilidad de evolución de la constitución y del estatuto que bloquean las fuerzas interesadas en la radicalidad, tanto la derecha conservadora del PP como la izquierda independentista representada por ERC.  La única fuerza que podría abrir la mano y avanzar en la línea de progreso político necesario para que el escenario de la autonomía no fuera de conflicto en conflicto seria un PSOE con fuerte ‘creencia’ o ‘fe’ en la federalidad (que ahora solo tiene parcialmente) que llegara a pactar una reforma de la constitución encaminada a aumentar los rasgos federales de las autonomías. Esto lo saben las fuerzas del capital, conservadoras de lo que tienen, y harán todo lo posible por no perder las prebendas y posiciones ganadoras sobre las que cabalgan.  Todo lo posible incluye tensar la cuerda hasta el limite e incluso romperla si vieran en peligro su dinero.  También lo saben los radicales de la independencia (ERC) y por eso pretenden debilitar al PSOE forzando la fracción de este y la salida del PSC que es el que verdaderamente impulsa las ideas federalistas en el seno del PSOE.  Porque? Pues porque con una reforma de la constitución y del estatuto se conseguiría un marco político en el que la reivindicación independentista quedaría descafeinada. Para que ERC aumente su numero de votantes tiene que tener enfrente a ‘una panda de opresores’ que le den la excusa para el insulto y el victimismo.  Si los opresores se vuelven de golpe razonables y negocian mejoras, los independentistas dejan de tener leit motiv para exaltar los ánimos del personal que se deja arrastrar por las expresiones emocionales colectivas de ‘reivindicación de lo que es nuestro’, etc. etc. que al final es lo que llamamos votantes del bajo vientre con los que se ha de contar.  No desprecio ni insulto a Carod solo temo que sea más hábil que los otros adversarios.  Y siempre que puedo trato de enseñar mi visión a los demás por ver si entre todos podemos preparar un futuro algo, solo algo, mejor.  Todo lo demás son anécdotas para el recuerdo.