A menudo, tanto en el lenguaje coloquial como en el lenguaje profundo en el seno de diálogos o discusiones, usamos términos o conceptos como el de personalidad, temperamento, carácter, rasgo, conductas… y no siempre nos estamos refiriendo correctamente a sus contenidos. No es extraño, pues son conceptos muy debatidos que incluso el academicismo psicológico no aclara, o simplemente deja que las diferentes corrientes de interpretación de la psique humana muestren sus diferencias en la conceptuación terminológica y semántica.
Como seguidor de la cosmo-visión Gurdjieffiana me he visto en la necesidad de precisar estos términos para poder debatir con otros interesados en el Desarrollo Humano sobre una base conceptual común. Fruto de este esfuerzo es el presente trabajo.
Dice el Diccionario General Etimológico de Roque Barcia (edición 1883) que Persona: “en su origen latino es una voz compuesta del prefijo Per, en su connotación superlativa, y sonus, son o sonido. Personus, a, um, significó lo que suena mucho o retumba. Facies persona o persona solo, sustantivo, significó máscara o cara que mete mucho ruido, enseguida derivó y significó al individuo que portaba la mascara; y por ultimo se extendió a significar a todo individuo en general, llevase o no la máscara. Este es el significado único que se ha transmitido a las lenguas neolatinas”.
Nos interesa destacar esta definición pues así se comprende mejor el significado profundo de esa relación especial entre Ser y Persona. La mascara de la persona, la personalidad, es lo que oculta al verdadero Ser.
La personalidad es el conjunto de características que permite a los individuos apreciarse como distintos unos de otros. Esas “ características ” son el conjunto de emociones, pensamientos y conductas que conforman el patrón de comportamiento propio de una persona.
El carácter y el temperamento son dimensiones de la personalidad.
El temperamento es la base constitucional biológica, es aquella parte innata de nuestra personalidad determinada por nuestra herencia genética. Es el factor de nuestra personalidad que antes se pone de manifiesto y nos caracteriza. En los bebes ya es posible distinguir diferentes tipos de temperamento. Al ser de origen genético el temperamento es difícilmente modificable, o manipulable. Es una tendencia que existirá siempre aun cuando se puedan desarrollar recursos que inhiban o potencien la manifestación básica anclada en lo genético.
El carácter es de origen cultural y acabará siendo el reflejo de nuestras experiencias, de como las hemos procesado y enfrentado desde la niñez. Es el componente de la personalidad que se desarrolla sobre el temperamento y el conjunto de hábitos educativos y de relación que han sido aprendidos por la persona. El carácter es fundamentalmente adaptativo, es la manera como nuestro self, nuestro yo, ha evolucionado para adaptarse al medio con las condiciones innatas con las que cuenta o sea con la base temperamental que ha heredado. Es por ello que a pesar de tener los mismos patrones educativos los individuos tienen caracteres diferentes. El carácter, tiene origen cultural pero no hemos de olvidar que se desarrolla sobre una base constitucional genéticamente diferente en cada individuo.
Nacemos siendo objetos. Debemos aprender a ser sujetos y adquirimos esa conciencia de separación cuando nuestra madre nos suelta. La forma como enfrentaremos el mundo determinará nuestro carácter, nuestro estilo de vida. Cuando la lucha entre los impulsos instintivos y la presión de la realidad no se resuelve favorablemente construyendo mecanismos que pongan a salvo al yo (respuestas adaptativas positivas) la integración de la personalidad no se produce y aparece la neurosis. En estos casos las diferentes partes de la personalidad no han resuelto sus conflictos y no hay una autoimagen de “yo soy” correcta. Para algunos estudiosos el propio carácter seria un síntoma de neurosis, pero de una neurosis integrada en la personalidad. La mayor parte de las escuelas psicológicas prefieren no considerarlo así y reservar el término neurosis para un estado más extremo de incomodidad frente al mundo.
Por tanto sabemos que durante una parte de la vida se produce un estado de incapacidad para que nuestro yo se adapte al medio, es en ese momento que creamos, buscamos y resolvemos las estrategias adaptativas que de ser exitosas constituirían un determinado carácter: el que mejor se puede obtener en cada caso y con el terreno constitucional concreto con el que estamos dotados. Cuando este proceso fracasa se acaba produciendo lo que conocemos generalmente como neurosis, en grado variable.