Salimos a las 12 del mediodía de Barcelona. En Madrid el vuelo de Swissair retrasó su salida hasta las 17.15 h. La tarde era soleada y los Pirineos estaban sin nubes. Reconocí el bosque de Irati y más a la derecha el Astazu. Es la primera vez que volamos con esta compañía. Asientos de piel. Monitores de 12” de cristal liquido cuelgan del techo cada 4 filas de asientos en donde nos dan información del vuelo. Velocidad 900 km/hora, algunos momentos hemos llegado a 1000km/hora. Altura: 9.000mts. Distancia recorrida y tiempo restante de vuelo. Es entretenido. Cada 5 minutos la pantalla muestra un mapa de Europa en el que un pequeño icono en forma de avión va trazando una ruta en dirección a nuestro destino.
En Zurich llueve. El monitor nos muestra el plano del aeropuerto con las puertas de llegada y con las puertas de los enlaces. Nuestro equipaje esta facturado en Madrid directamente hasta Johanesburgo. En Zurich solo bajamos con el equipaje de mano y hemos de volver a pasar por la policía. Esperamos una hora y media para embarcar de nuevo pues el avión de París que tiene enlace con el nuestro se halla retrasado por tráfico aéreo. Finalmente despegamos a las 9 de la noche. A mi lado un niño de 4 años con su joven mamá negra de Zimbawe. Sobrevolamos Tripoli cuando nos vuelven a dar cena. Repetimos el mismo Goulash del vuelo Madrid-Zurich. Fallo de Swisair. El enano es ‘majete’, no habla inglés pero nos aclaramos por señas. Los cartoons lo dejan hipnótico y cuando se acaban da un breve alarido insospechado, hasta que empieza el nuevo. Me pregunto lo que pasará cuando empiece la peli de la noche. Nothing Hill, que por cierto ya hemos visto. La mamá de mi vecino no se entera porque lleva los cascos del walkman puestos desde Zurich. Menos mal que la azafata le trae un coche en miniatura con el que se entretiene en silencio. Son las 11 de la noche cuando acabo mi cuarta cerveza del día. El monitor nos informa de que nuestro destino está a 7500 km. y que la hora de llegada esta prevista para las 6 de la mañana. Viajamos a 10000 mts por encima del Sahara, afuera hace 56 bajo cero y nos movemos a 975 km/hora. Pienso en la tercera dimensión y en como el ser humano ha llegado a controlar el desplazamiento en ella en tan solo un centenar de años. Si a los primeros viajeros que llegaban a Cape Town, después de 5 meses de navegación, les hubieran dicho que era posible hacer la travesía en tan solo doce horas no lo hubieran creído. No era siquiera concebible como idea. Que estaremos haciendo los humanos dentro de doscientos años que ahora ni siquiera podemos imaginar? Conseguiremos el control sobre la dimensión inmediatamente superior: el tiempo? Podremos algún día desplazarnos en la cuarta dimensión como lo hacemos ahora en la tercera?
Tomamos tierra en Johannesburgo a 280 km/hora. Los tramites de inmigracion son lentos y en la cola conocemos a Ester y Jonathan Toledano. Son de París; viven en el XVII arrondisement –cerca de la place de l’Etoile-, y desde el primer momento se muestran abiertos y acogedores. Van, como nosotros, al Congreso de ESAPEC y harán la extensión pre-congreso a Zimbawe y Botswana. Al poco rato de conversar ya establecemos una buena corriente de simpatía. Un buen filing como dicen los ingleses. Él es pediatra con practica privada en París; ella empezamos a sospechar que es habladora profesional. Muy agradables. Al salir de la aduana nos espera una guia sudafricana, Fatima. que nos llevará a hacer un tour por Johanesburgo. En el bus nos presentan a los Danan: Nicole y Roger, ginecologa y pediatra, también viven en París y son amigos de los Toledano. Recorremos el centro de Johanesburgo que nos parece deprimente. Altos edificios de cemento, algunos de ellos cerrados desde hace años, como el Hotel Carlton de 30 pisos que lleva 4 años sin ser abierto al publico. Desolador. Los edificios con rejas hasta el primer o segundo piso para evitar el saqueo. Nos llevan a ver la casa de Nelson Mandela y los barrios residenciales con magnificas mansiones y grandes medidas de seguridad. Soweto está a 15 km del centro y alli viven 3,8 millones de negros y mestizos. Ni un solo blanco. Nuestro tour no puede ir porque no hay tiempo. Los blancos han abandonado Johanesburgo para instalarse en nuevas zonas residenciales de la periferia. Visitamos, de pasada, un barrio cercano al centro comercial que se llama Hillbrow. En la epoca de apartheid pertenecía a los blancos. Hoy solo lo habitan negros y mestizos. Es un barrio degradado en el que se fueron dejando de pagar los alquileres a los propietarios blancos, los cuales a su vez dejaron de pagar los impuestos municipales y el ayuntamiento decidió despreocuparse de su mantenimiento. Resultado: degradación ambiental. Actualmente para disponer de luz, agua o gas se ha de pagar por adelantado. Todavía hoy, 10 años después del cese del apartheid, más de la mitad de las viviendas son ocupadas por inquilinos que no pagan. El indice delictivo de esta ciudad es el doble del de la media del pais. A su vez el de South Africa es 18 veces mayor que el de la media de los paises europeos. La guia nos explica que a partir de las 5 de la tarde el centro queda abandonado y no es recomendable acercarse por alli. La vida social y comercial de la capital de South Africa ha desaparecido del centro de la ciudad para instalarse en los elitistas barrios residenciales. Es alli donde se han de buscar las boutiques de ropa de marca y los grandes hoteles de 5 estrellas.
Comemos en el Holiday Inn cercano al aeropuerto. Desde Johanesburgo volamos a Victoria Falls en Zimbawe. Nuevamente aduanas y tramites. Ahora estamos de verdad en el Africa que uno se imagina con facilidad. A ritmo lento y con papel de calco, en lugar de ordenadores, los funcionarios de Zimbawe nos cobran 40 dolares por cabeza como derecho de entrada al país. Vemos como se descarga manualmente el equipaje y como en el lugar de cinta transportadora hay un grupo remolón de mozos que cumplen con esa función como si fueran maquinas. Finalmente salimos en microbús hacia la frontera de Botswana. Pasamos nuevamente la aduana en Kasane y tras una hora y media de viaje llegamos al Cresta Mowana Lodge. Cenamos muy bien y nos vamos a dormir pues estamos agotados. Hace 30 horas que iniciamos el viaje en Barcelona.
A las 10 de la mañana salimos en un Toyota LandCruiser transformado para llevar tres filas de asientos que acomodan a nueve pasajeros. Nuestro conductor y guia se llama Leonardo. Durante toda la mañana recorremos pistas polvorientas en busca de los animales que viven en el Chobe National Park, la mayor reserva de elefantes de Africa ya que cuenta con 45.000 ejemplares. El Chobe tiene una extensión de 11000 km2, la cuarta parte de Catalunya o la tercera parte de Belgica y la misma extensión que la Region de París que comprende los departamentos de Alts de Sena, Essone, Sena i Marne, Sena Saint Dennis, Val-de-Marne, Val-d’Oise y Ville de París. Esta extensión es imposible recorrerla por completo en unos días por lo que los guias nos llevan a las zonas de agua para tener más oportunidades de ver animales. Muy pronto empezamos a ver elefantes por todas partes. En pequeños grupos o en manadas más grandes y de todos los tamaños. Estamos al final del invierno y la primavera este año es algo tardía lo que hace que esté todo todavía muy seco. Los arboles caducos todavía no han brotado y la mayor parte de los arbustos están pelados por los elefantes. En la reserva tienen un grave problema, nos explica el guía, con el exceso de estos animales ya que para procurarse las ramas y hojas llegan a derribar a los arboles cuando no alcanzan su parte superior con la trompa. La perdida de masa arbórea va en aumento cada año y con ella disminuye la zona de sombra en la cual se desarrolla un manto herboso. Sin arboles no hay sombra, y sin esta el sol calcina el suelo y no crece suficiente hierba. Sin pastos los rumiantes como los búfalos y antílopes disminuyen. Sin rumiantes la población de los grandes carnívoros inicia una regresión. Estamos frente a un desequilibrio ecológico. Los elefantes durante el día ramonean por entre los arboles y arbustos y al caer la tarde se acercan al rio y a las charcas cercanas al rio Chobe. Alrededor del Chobe River el paisaje se vuelve verde. El guía atisba nuestro primer león. Rápidamente preparamos las cámaras y nos acercamos. Se trata de una leona que monta guardia junto a su pieza. No debe de hacer mucho que los leones han podido cazar a una cría de elefante que tendrá, mas o menos, un mes. Los buitres y quebrantahuesos están al acecho, a prudente distancia. La leona no se irá ni siquiera cuando la madre del elefante abatido se acerque a pocos metros para comprobar si su cría sigue viva. El guía nos explica que la leona no se moverá hasta que esté segura de las intenciones del elefante. Los elefantes adultos pueden con los leones pero los enfrentan solo para defenderse. Si la elefanta tiene la certeza de que su cría esta todavía viva atacará a la leona. Después de un par de tentativas finalmente se convence de que no hay nada que hacer y abandona a su cría. La elefanta, barritando lastimosamente, se une a la manada y la leona, recostada en su trofeo, nos observa en la distancia con aire de vencedor. Seguimos nuestro camino y encontramos al poco rato a otra joven leona dormitando bajo la sombra de un árbol. Nos detenemos a dos metros del felino. No se inmuta. El olor de la gasolina y del coche se sitúa por encima de nuestro propio olor y no nos detecta como presa comestible. El guía nos explica que si bajáramos del coche y nos apartáramos un par de metros en dirección contraria seriamos una presa fácil. En el vehículo, aunque este abierto, estamos seguros. No se ha dado ningún caso de ataque a turistas en los últimos diez años. Proseguimos el camino y fuimos descubriendo toda clase de antilopes, ñus, kudus, facoceros (una especie de jabali) hipopotamos, bufalos cafre (que si atacan a veces a los jeeps), monos y jirafas.
Comimos en la piscina del Mowana Cresta Lodge. Por la tarde hicimos un crucero por el rio Chobe. Contemplamos cocodrilos e hipopotamos; vimos como atravesaban el rio las manadas de elefantes y como las madres ayudaban a las crias para que no se ahogaran. Nos tomamos una cerveza sudafricana mientras el sol se ocultaba entre los baobabs del horizonte. Alguna barcaza con trabajadores negros pasaba por nuestro lado. En la orilla los niños negros del pueblo de Chobe nos saludaban. Anochecía cuando llegamos al embarcadero del hotel. El bufet del Mowana esta noche ofrecía todo tipo de animales: cola de cocodrilo a la plancha con aspecto de rape, guiso de bufalo cafre, goulash de kudú, roastbeef de impala y filetes de avestruz. En la mesa no todo el mundo se animaba a probar de todo. Creo que los más curiosos fuimos Nicole Danan y yo.
A las 5 y media de la mañana nos despertaron para tomar un café y salir a un nuevo safari. Tuvimos ocasión de seguir de cerca la cacería de una leona que siguió durante más de una hora a una manada de búfalos esperando que algún rezagado, enfermo o recién nacido, quedara a su alcance. El carnívoro no tuvo suerte esta vez y acabó tumbándose cerca de nuestro vehículo bajo un matorral. Seguimos media mañana más recorriendo la sabana por las interminables pistas en busca de más jirafas y elefantes. El sol empezaba a calentar cuando nuestro guía dio por finalizado el recorrido y enfiló hacia el confortable Mowana. Mientras dejábamos el parque atrás el habitat se hacia cada vez más árido. Fuera de la zona ribereña al rio Chobe el resto estaba seco y la poca hierba que crecía era pajiza. Las ramas de las acacias y de los ébanos estaban raídas o rotas por los elefantes. Pense que la degradación, fruto del exceso, no es patrimonio del viejo occidente. Tan solo habíamos visto una pincelada del África real y una metáfora de lo que pudo ser en el pasado. El desequilibrio ecológico propiciado por la sequía y la falta de depredadores naturales es un atisbo de lo que quizás llegue a ser. No creo que las cosas sean muy diferentes en otros paises del continente. Esta vez hemos visitado una muestra de Botswana pero con variaciones poco importantes, seguramente podriamos decir lo mismo de Kenia o de Tanzania.
Como dijo Fatima en Johanesburgo, “África está perdida para nosotros: los hombres”. Recuerdo que pronunció esta frase en el bus cuando nos explicaba las cifras de SIDA que asolan a la población sudafricana, especialmente a los zulus (50% de la población afectada). Africa esta perdida seguramente por que nunca ha sido ganada. Solo se ha usado de ella con la intención de sacar partido a su naturaleza. Sea en forma de materias primas o en forma de esclavos. Entre el siglo XV y el XVIII el continente fue diezmado y su población estuvo al borde de la extinción debido a la trata de esclavos a la que fue sometido tanto desde el lado occidental blanco como desde el lado oriental asiático. Los europeos, malayos, hindúes, los piratas de los emiratos y los indonesios, fueron saqueando primero las poblaciones costeras y más tarde el interior en busca de negros para esclavizar. Los belgas en el Congo-Zaire, los ingleses en Egipto, Sudan, Nigeria, Kenia y sus colonias adyacentes, los portugeses en Angola, Mozambique y Madagascar, los alemanes en Namibia, los Franceses en Argelia, Senegal, Costa d’Ivori, Ghana, Txad o Camerun, los italianos en Libia, los españoles en el Sahara, Guinea Ecuatorial y Marruecos. Todos han sido ejemplo de colonialismo explotador al uso de la epoca. Hay excepciones como los asentamientos franceses en Argelia y los asentamientos holandeses primero y posteriormente los boers y africaners en Sudáfrica. Solo en estos casos la intención del hombre blanco ha sido la de colonizar una tierra nueva para quedarse y fundar una metropoli propia. En el caso de Argelia los franceses que creyeron en el sueño de una nueva nación condujo a una larga guerra que acabó con la expulsión. En el caso de los africaners después de las guerras boers y de mantener un pulso con el imperio británico se consiguió el sueño de una nación independiente. La historia juzga con severidad el aparheid africaner pero mira para otro lado cuando hablamos del exterminio de los indios norteamericanos a manos de los colonos blancos que invadieron su territorio de este a oeste. Las fechas son las mismas. San Francisco fue fundada por españoles en 1772, (España pierde la soberania del virreinato de México en 1813) y es arrebatada a los mexicanos por los USA en 1843 (USA se anexiona Texas en 1836, y California, Arizona y Nuevo Mexico entre 1843 y 1845). En esas fechas los africaners tenían casi doscientos años de historia. Si la peninsula y la tierra del Cabo ya es conocida por los navegantes portugueses Bartolomé Diaz y Vasco de Gama desde 1497, no es hasta 1652, en que Van Rieebeck funda Ciudad del Cabo bajo la Table Mountain, cuando se inicia la aventura de la colonización holandesa-afrikaner. Este es el único caso de colonización blanca en el continente que no se realiza con la espectativa de enriquecer a la metrópoli con la materia prima de la colonia. Muy pronto los colonos blancos se afianzan en el territorio con la conciencia de ser un nuevo pueblo. Inglaterra se resistirá y tratará por todos los medios de moderar la expansión africaner. Las sucesivas guerras anglo-boers, desde 1830 hasta fin de siglo, son los episodios sangrientos de esta resistencia. Finalmente la constitución de la Unión Sudafricana, gracias al tratado de Veerening de 1902, es la consecuencia histórica de un empeño con casi trescientos años de historia.
lunes, 20 de febrero de 2012
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