domingo, 15 de enero de 2012

Mientras el Estado duerme...

   
No ha cambiado mucho mi transcurrir vital en los últimos tiempos. Desde hace años los pasos que doy son producto de elecciones ante la vida que me llevan a cuestionar los verdaderos motivos que mueven mi deseo de seguir haciendo lo que hago… 

Ahora estaba en plena campaña electoral. Se renueva en mi, por imperativo temporal periódico, una parte del senado y una parte del congreso. El gobierno actual tiene serias dudas sobre su continuismo, yo mas bien diría que el presidente del ejecutivo, yo mismo, tiene la secreta esperanza de que le den un poco de descanso y que sea otro el que se haga con los trastos del mandar. Está deseando retirarse a su casa de la montaña para meditar y escribir. No obstante su responsabilidad política le tiene comprometido con el partido que encabeza y ha de hacer un ultimo esfuerzo parodiando la seguridad de una nueva victoria electoral. 

Hoy, mientras regresaba del consabido almuerzo de trabajo de los martes, en la cafetería de la sede del partido, venia recordando la entrevista que concedió ayer a una destacada periodista americana del semanario Freedom. Una discreta sonrisa se le escapaba mientras se arrellanaba en el confortable asiento trasero del Opel Senator blindado que lo llevaría a la presidencia del gobierno en Castellana. Estaba dispuesto a recordar y lo haría a fondo.  

La había conocido hacia al menos 10 años cuando le encargaron el seguimiento de su primera campaña electoral. En aquella época era una jovencita agresiva que utilizaba su atractivo personal para acercarse a los líderes políticos. Su propia oficina de prensa le había prevenido diciéndole que no era de los nuestros. Recordó como le había fastidiado aquella advertencia. Esos perdonavidas del departamento de relaciones publicas siempre se adelantaban a cualquier posibilidad de que uno descubriera las cosas por sí mismo.  Entonces no le dejaron que fuera entrevistado por ella.  Ahora se había tomado la revancha y había dispuesto la entrevista de forma que no pudiera asistir ni siquiera su jefe de prensa.  Allí estaba ella esperando sentada en la antesala de su despacho, se levantó al serle anunciada por el ujier su llegada, lo hizo sin presteza, como dando tiempo a que se comprobara el carácter felino de sus movimientos más mecánicos. El ujier mantuvo la puerta del despacho abierta mientras ella seguía al presidente.  Tomaron asiento en el tresillo Chester de piel de búfalo.  Mientras sacaba la grabadora le preguntó si la recordaba a lo que, sorprendido, él contestó que no se habían visto más que en alguna sala de prensa… ella hizo un gesto como asintiendo y él sostuvo la mirada de sus pupilas verdes el tiempo suficiente para que ella supiera lo que sucedía. Lo supo al instante y aprovechó la ventaja que eso le daba para empezar preguntando:


– puedo asegurar a mis lectores que es usted un hombre integro?

– señorita, usted puede asegurarlo porque yo así lo creo, pero otra cosa será que todos ellos por un igual lo crean. Los hombres públicos tenemos la obligación de serlo y por ende de parecerlo. Ese es un trabajo constante en el que esta empeñado no solamente el interesado sino también sus consejeros de imagen. Por contra, usted sabrá mejor que yo que el empeño de algunos sectores de la sociedad, interesados en que parezca lo contrario, trabajan intensamente para demostrarlo. Quiere tomar té o prefiere café.

– muchas gracias, no acostumbro a tomar nada durante mis entrevistas. ...Sr. Presidente, es usted el verdadero responsable de la política del gobierno?

– mire, esa es una pregunta con doble sentido. Si admito mi responsabilidad única habrá quien crea que el partido al que represento no tiene parte en la gestión publica. Por otro lado si le digo que las decisiones del ejecutivo están inspiradas en las directrices del congreso del partido o subordinadas a la ejecutiva de aquel, alguien puede pensar que mi figura es meramente decorativa.  Pero ciñéndome más a su pregunta le diré que el aparato del partido controla mi gestión y en definitiva me da su confianza para que actúe libremente. Si algo sale mal he de rendir cuentas ante la comisión de control de la ejecutiva del partido. Siempre es, por tanto, una responsabilidad personal aunque inmersa en la filosofía que emana de las bases hacia el congreso del partido. Sin embargo, y más allá de su pregunta, le he de decir que creo poco en la palabra responsabilidad. Generalmente tras esa palabra esta el vacío real de un contenido posible. Mientras esa posibilidad no sea efectiva, y real, hablar de responsabilidad es simplemente jugar con las palabras.

– pero usted me intenta decir que no cree en los actos responsables, es eso cierto?

– depende del grado de certeza que usted exija a mi discurso.  Así, si lo que me pide es una definición de mi responsabilidad original como ser humano, le he de confesar que tengo serias dudas sobre la posibilidad de llegar a concretarla en términos inteligibles para la mayoría...

– bien… entonces limitémonos a la expresión personal de lo que para usted es ser responsable, si es que usted puede concretarlo para usted mismo. Después veremos si los demás lo podemos entender o no.

– de acuerdo; creo que el ser humano difícilmente es libre de ser en sí. Ordinariamente existe en sí, que no es lo mismo. Esta diferencia hace del término responsabilidad algo vacío o algo real. Mientras solo existe en sí, el ser humano no controla lo que sucede ni afuera ni adentro de su acontecer existencial.  Es víctima de las circunstancias que lo llevan de una situación a otra, a pesar de que la cohesión de sus actos y la presencia de una identidad bien apoyada por lo fenoménico le hace creer que es el quien realmente dirige sus destinos...

– entonces según esto usted no cree en la libertad de opción del ser humano. Me viene a decir que el ser humano siempre actuaría limitado por esas circunstancias que lo empujan a actuar de una manera o de otra. Es eso lo que quería decir?

– pues sí, aunque suene muy ortegiano creo que para entender el actuar del hombre no se puede separar a este de sus circunstancias. En tanto este no asuma sus circunstancias como factores propios de su esencia, de su ser, estaremos jugando al juego de creer que soy algo que no soy. La reina de este juego es la apariencia. El ser humano, frecuentemente, gasta toda su pólvora en comprar apariencias que enmascaran lo que no ES y permiten una EXISTENCIA confortable y acorde con lo que le rodea. El juego de las apariencias es un mecanismo biológico que permite la supervivencia del único animal que conocemos como racional. El ejercicio autentico de la racionalidad llevaría a superar este mecanismo biológico de conservación. Pero no encontramos en todos los hombres el impulso necesario para la practica de esta racionalidad, diríamos… de alto nivel. Hasta el siglo XIX el planteamiento profundo del SER ha estado unido siempre a las ideas religiosas. Pese a que existían los embriones filosóficos de este planteamiento desde antiguo, la filosofía estaba demasiado alejada del nivel practico para que fuera útil o siquiera aplicable a escala de la humanidad. Tan solo los movimientos religiosos llegaban a conectar con el hombre practico para moverlo en una determinada dirección que lo apartara del nivel exclusivamente biológico, sensual, en el que la supervivencia de la especie lo mantenía.  Quizás porque arrastramos esta rémora de siglos es por lo que cuando uno habla de estos temas frecuentemente es tildado de místico o iluminado. En realidad el peligro de caer en manos de revelaciones fantásticas de todo tipo es grande. Cuando uno se lanza al apasionado descubrimiento de lo que ES, inicia un camino lleno de dudas y con frecuencia se siente tentado de acogerse a explicaciones oportunas que iluminan momentáneamente el camino. Nuestro siglo empieza a estar plagado de sectas y movimientos que abordan la ontología cósmica y la metafísica desde atractivos planteamientos que analizados a fondo no son mas que variaciones de nuestras clásicas religiones reveladas, pero esta vez sin liturgias ni santorales, sin túnicas azafranadas ni monasterios recónditos, sin kharems ni peregrinaciones, sin koans ni satoris...

– asi pues, según usted para que un hombre sea responsable de sus actos primero debe de asumir sus circunstancias para dejar de existir simplemente y pasar a ser. Pero yo le pregunto: ¿cómo se da este paso, que usted describe tan facilmente?

– perdóneme si le he podido parecer pedante, pero no crea que lo describo tan fácilmente, tengo mis dudas de que esa descripción tenga la validez universal que usted quiere asignar a mis palabras.  Verá, para mí el principal bagaje de un hombre mientras vive son sus dudas. Sin duda tan solo hay quietud, la quietud del cementerio. Las certezas, ya lo dijo alguien, son propiedad de los iluminados y de los muertos. Yo tan solo constato, al mirar a mi alrededor en la vida, que es muy frecuente que las gentes siempre quieren ser algo. Uno quiere cambiar su vida, otro quiere ser director general, otro que es bajo quiere ser alto, aquella que es morena quiere ser rubia, aquel que es campesino quiere ser obrero industrial, aquella que es modistilla quiere ser actriz de cine, etc, etc.. Sin embargo ese querer ser algo casi siempre se refiere a calidades exteriores. Por otro lado la historia natural del ser humano pasa por una infancia en la que se enseña continuamente desde la apariencia. Se vive desde pequeño el valor de lo ficticio y pocas posibilidades tiene el ser en formación de preguntarse por SI MISMO. Pueden pasar décadas hasta que el hombre se plantea que no se ha encontrado a si mismo, que tan solo tiene de él retazos y adornos superficiales que lo han mantenido atento a una ficción de sí. Empezar a asumir esta realidad, constatada el día menos pensado, no es fácil. Sobre todo si se tiene una cómoda posición vital. Dejar lo andado, prescindir de lo conseguido, arriesgarse a comenzar una investigación biográfica que no se sabe dónde acabara no es empresa que anime a cualquiera. Es muy comprensible que de los pocos que llegan a plantearse este proceso, todavía sean menos los que decidan seguir hacia adelante… Asumir las propias circunstancias es un proceso tan personal que la prudencia aconseja no hablar de ello mas que por referencias a lo muy personal e intimo, …si es que se ha vivido el proceso. Para acabar podría decir que esta tarea es para mí la que dota de verdadero sentido a la vida de un hombre.  Cuando un hombre asume su condición de hombre publico, desde la asunción de las circunstancias que lo han llevado a serlo, entonces puedo decir que llega a conocer las limitaciones de su responsabilidad. También es cierto que entonces nadie más que él mismo puede juzgar el alcance de su verdadera responsabilidad, que no tiene porque coincidir con el juicio que los demás desde su posición de espectadores superficiales pueden llegar a hacerle. 

La entrevista se había acabado. Ella tenia los ojos entornados y miraba fijamente la grabadora. Cuando deje de hablar, la paró, levantó la cabeza y me miró. Supe que se había enamorado de mí en aquel momento.            


Mi pobre presidente de gobierno llegó al final de sus recuerdos cuando el chofer le abrió la puerta frente a presidencia. Le deje sumergirse en sus preocupaciones para volver mi atención al hecho mismo de que mi Estado necesita una renovación interior que ya no puedo aplazar…


Fragmento de “Mientras el Estado duerme”