Como decía mas arriba la elección de la forma en que tomaremos opciones ante el viaje de nuestra existencia es importante, y no siempre la elección depende de nosotros. De hecho durante la niñez no tenemos la información ni la libertad suficiente para tomar otro camino que no sea el que nos marca la familia en el seno de la cual hemos nacido. Es así como la familia transmite unos valores morales y un corpus doctrinal al que ceñirse para empezar a andar.
No es hasta que somos adultos cuando tenemos la posibilidad de ver por nosotros mismos si lo cedido es conveniente o si otras opciones nos parecen más motivadoras, útiles o consecuentes con la idea global que tenemos de la vida. Pero aún así todavía se presentarán ante nosotros muchas incógnitas que solo pueden ser despejadas con más información. El transito de la niñez a la etapa adulta está marcado por el aprendizaje, por la acumulación de conocimientos. Muchos de ellos nos serán útiles para ganarnos el pan y ser autosuficientes. A menudo se pone el acento en ello olvidando la importancia que tiene adquirir información y conocimientos que nos permitan vivir bien desde el punto de vista meramente humano… por que la construcción de nuestro ser ha de trabajar con el objetivo de devenir personas lo más eficientes, coherentes y responsables, todo ello en aras de ser feliz. Es precisamente a esta tarea: la de construir el ser, a la que estas notas se refieren.
Es muy probable que la adopción de una determinada moral imperante en el seno de la familia y sociedad en la que vivimos, sea suficiente para muchos y útil para esta etapa de inicio de nuestra autoconstrucción. Al final muchos seres humanos no eligen sino que adoptan la postura más fácil que es, seguir —de forma exacta o con variantes— los pasos que les marcaron sus progenitores.
Lo que yo quiero proponer es la revisión de esta situación para elevar a la consciencia la necesidad de ser autor de nuestras propias elecciones. Ser directores de nuestro devenir y recorrer un camino que hemos ponderado con nuestra reflexión tomando el máximo de elementos y reuniendo la máxima información.
Es así que la elección de la guía de viaje se ha de tomar en serio, es una tarea importantísima y no vale excusarse diciendo que estamos condicionados, que nuestras decisiones están predeterminadas o que no tenemos posibilidad de huir de lo programado.
Aunque sepamos que mucha gente no tomará en serio esta cuestión, nosotros hemos de ser honestos con nosotros mismos y darle la atención que merece, pues en ello sabemos que nos va la verdadera felicidad de nuestra vida. Por que si bien no podemos cambiar el pasado si podemos usar nuestra libertad para cambiar el futuro.
No se puede empezar la casa por el tejado, así que en un ejercicio de reflexión voy a intentar demostrar que hay que dejarse de suposiciones para ir a lo real. A lo que se puede comprobar por uno mismo y deducir del comportamiento de nuestros semejantes y de nosotros mismos. Mi tesis es que hemos de encontrar una norma, un corpus doctrinal, que esté en el fundamento de la construcción de nuestro ‘ser y estar en el mundo’. Mi tesis es que esa norma es la ética básica del comportamiento. Y que con ella como guía no es necesario creer en especulaciones veraces o en revelaciones que significan renunciar a nuestra libertad para ser esclavos del que nos ordena, informa e impone un determinado modelo de construcción del mundo, y, como consecuencia, de nuestro constructo personal: nuestro ‘ser y estar mundano’ .
No se trataría tanto de saber o no saber con seguridad que algo sea así o de otra manera, pues modelos que nos expliquen la complejidad de la vida hay muchos. Sino de construir nuestro ser de acuerdo a un principio rector que permita la vida plena, feliz y en armonía con nuestro entorno, desde el ámbito humano, pasando por lo social y enlazando con la naturaleza de la que somos parte. Mas allá de lo fenoménico, de lo material e inmaterial propio del ser humano hay realidades metafísicas que podemos contemplar a la luz de muchos instrumentos, pero fundamentalmente es uno el que nos ha de guiar: nuestra propia razón que nos has de conducir por el camino de la averiguación permanente. Mi tesis es pues sencilla, no es necesario creencia alguna, sino atener nuestra construcción del ser a un principio que nos haga ‘ser y estar en el mundo’ felizmente rodeado de nuestros semejantes. Ese principio fundamental, como he dicho, es la ética. Como dice Wittgenstein si alguien fuera capaz de escribir un tratado de ética perfecto, desplazaría a todos los libros del mundo, haría innecesaria cualquier otra doctrina o creencia.
Espero demostrar que mi tesis es posible y que concuerda con la realidad.