Cuando empezamos a practicar sobre el mantenimiento de la atención interior en nuestro yo, en nosotros mismos, comprobamos que aparecen continuamente pensamientos que distraen nuestra atención a fin de arrebatar el control de la consciencia y llevarlo al sistema automático. Si hacemos un esfuerzo volveremos a tomar el control, si nos damos cuenta de que la imaginación nos esta poseyendo y la apartamos, tratando de persistir, la acabaremos ahuyentando y volveremos a tener consciencia de si. Pero más tarde o más temprano relajaremos la atención y regresaremos a la consciencia relativa o de vigilia…. sin embargo al cabo de un rato o de unas horas, si tenemos claro el objetivo y nos hemos decidido por llevar una actitud correcta, positiva, acabaremos volviendo a recordarnos. Esta vuelta espontánea a la auto-consciencia se llama recuerdo de sí o auto-recuerdo. Es como si hubiéramos puesto en marcha una especie de avisador que, de vez en cuando, nos indica que hemos de recordar quien somos, que queremos, que objetivo perseguimos y como hemos de aplicar la bondad de corazón y el criterio más recto para conducirnos de la mejor manera. Los destellos de auto-recuerdo o recuerdo de sí nos permiten retomar el control, poner en orden los pensamientos y seguir permaneciendo en las partes buenas de nosotros mismos. Son momentos en los que volvemos a tener la atención dirigida al mundo interno, al self, sin dejar, al mismo tiempo de prestar atención a lo que hacemos o pensamos. Esto que ahora parece difícil de que suceda es posible lograrlo con la practica y el esfuerzo de atención dirigida a nuestro interior. Es cuestión de planificar estos ejercicios, de formarse un habito de revisión, de decidir como comienzo el día, cada día, de ponerse objetivos, de marcar unos momentos concretos para inducir el estado de auto-consciencia mediante el pensamiento y la atención. Es bueno, por ejemplo, si cada día has de ir en coche a trabajar, o a llevar a los niños a la guardería, que al entrar en el coche crees una asociación que te lleve a hacer este esfuerzo de auto-observación tras el cual se produce el efecto de entrar en auto-consciencia. Cada uno ha de estudiar su día a día para ver como y de que manera se planifica para conseguir una cuota de auto-recuerdo progresiva. Por que esta claro que en función del mayor numero de minutos conseguidos en auto-consciencia, más probable es la aparición a lo largo del día de chispazos de recuerdo de sí aparecidos como consecuencia de aquellos. Es como si existiera un efecto rebote que hiciera innecesario ponernos un despertador para recordarnos que nos hemos de observar.
Pero la consecuencia más importante de esta reestructuración es que, si nos mantenemos en este estado, el recto pensar dejará sin energía a las emociones negativas, y nos daremos cuenta de que si bien ordinariamente ante un determinado evento responderíamos con ira o con desprecio, ahora no es posible. Solo con que unas cuantas veces hagamos esta comprobación será suficiente para ‘entender vitalmente’ que es posible modificar nuestro encaje en los eventos. O dicho de otra manera, que es posible cambiar la actitud cuando no se puede cambiar lo sucedido. Recordad que muchas veces, muchísimas, os he enseñado que cuando algo ha sucedido ya, no es posible cambiarlo, lo único que podemos cambiar es como nos lo vamos a tomar o como nos lo estamos tomando… lo que pasa es que a toro pasado —si ya estamos en posesión de la emoción negativa— no es posible cambiar nada… solo manteniéndose habitualmente en el correcto pensar y con la atención al self, o habiéndose despertado un recuerdo de sí justo entonces, o sea en el momento en que tenemos la percepción del hecho ocurrido —que no es posible cambiar—, será posible adoptar una nueva actitud y evitar el desencadenamiento de la emoción negativa, la ira, el cabreo, la autocompasión, el desprecio o el miedo...
Cuando practicas un poco enseguida te das cuenta de que parece que la vida transcurre más lenta, y es cierto. Si tratas de ser auto-consciente no puedes hacer dos o tres cosas al tiempo con lo cual la percepción es más intensa y lenta. A veces ser más calmoso y pausado permite pensar lo más acertado, no decir lo primero que se nos ocurre, no engancharse a las emociones negativas, no caer en la trampa de la identificación con el proceso, etc. Pero fíjate que todo esto se produce porque has tomado una decisión. La decisión de poner atención en la observación que se dirige hacia uno mismo y hacia el entorno. Eso es auto-observación, que correctamente practicada nos pone en estado de auto-consciencia. En ese estado se conectan los pensamientos mejor y nos situamos en las partes más coherentes y nobles de nosotros mismos. Un trabajo necesario si queremos modificar nuestro interior. En este caso, el trabajo es sobre las emociones negativas pero no es el único que podemos emprender. Hay mas.
Para ir acabando podíamos hacer un pequeño resumen práctico. Se trataría de hacer lo que tenemos que hacer con el sentido interior de que cada cosa, cada acto, cada tarea o cada dedicación a la que nos entreguemos sea hecha con atención en la excelencia. Tratar de ser lo mejor posible, no solo como persona sino como ‘hacedor’ de lo que se esté haciendo. Si mantenemos este propósito en nuestra consciencia necesitaremos —para lograrlo— una atención especialmente dirigida. Eso se incorpora a nuestro proceder mediante el ejercicio constante del auto-recuerdo.
Se podría decir que ese es el ‘corpus doctrinal’ del pensamiento al que hemos de volver y volver una y otra vez. El ser lo mejor posible en todo lo que hacemos. Mejor padre, mejor pareja, mejor amigo, mejor ciudadano, mejor profesional, mejor cocinero, mejor conductor, mejor esquiador, mejor hermano, mejor hijo, mejor nieto, mejor tio, mejor… todo. Ya sé que en muchas ocasiones es esa excelencia la que perseguimos, pero también sé como se olvida y como muchas veces obramos sin tenerlo presente. Si practicamos la auto-observación dirigida, el desdoblamiento de la atención, incrementaremos los retornos, los recuerdos de sí que nos permiten una y otra vez volver de las partes mecánicas —del piloto automático en el que el devenir cotidiano nos sumerge—, hacia la verdadera consciencia. Ese es nuevamente el camino para cambiar el impacto de las emociones negativas en nuestras vidas.
Hay otros caminos. Si. La religión es uno de ellos y el propósito de ella es el mismo. El corpus doctrinal que he mencionado se puede cambiar por la doctrina religiosa; el ejercicio de auto-observación se puede cambiar por la oración consciente; el recuerdo de sí se puede cambiar por la presencia de Dios en nuestro interior… etc.
Pero nosotros no somos animales religiosos, lo cual no es ni mejor ni peor, sino diferente, hemos elegido el camino de la vida ordinaria en la cual deseamos tener el mejor desempeño posible. Este es nuestro camino de perfeccionamiento y seguirlo nos proporcionará felicidad, armonía con el entorno y paz. Pero no sin grandes dosis de trabajo personal. Es a eso a lo que os anima, una vez más, vuestro “papitugrillu”.
Pero la consecuencia más importante de esta reestructuración es que, si nos mantenemos en este estado, el recto pensar dejará sin energía a las emociones negativas, y nos daremos cuenta de que si bien ordinariamente ante un determinado evento responderíamos con ira o con desprecio, ahora no es posible. Solo con que unas cuantas veces hagamos esta comprobación será suficiente para ‘entender vitalmente’ que es posible modificar nuestro encaje en los eventos. O dicho de otra manera, que es posible cambiar la actitud cuando no se puede cambiar lo sucedido. Recordad que muchas veces, muchísimas, os he enseñado que cuando algo ha sucedido ya, no es posible cambiarlo, lo único que podemos cambiar es como nos lo vamos a tomar o como nos lo estamos tomando… lo que pasa es que a toro pasado —si ya estamos en posesión de la emoción negativa— no es posible cambiar nada… solo manteniéndose habitualmente en el correcto pensar y con la atención al self, o habiéndose despertado un recuerdo de sí justo entonces, o sea en el momento en que tenemos la percepción del hecho ocurrido —que no es posible cambiar—, será posible adoptar una nueva actitud y evitar el desencadenamiento de la emoción negativa, la ira, el cabreo, la autocompasión, el desprecio o el miedo...
Cuando practicas un poco enseguida te das cuenta de que parece que la vida transcurre más lenta, y es cierto. Si tratas de ser auto-consciente no puedes hacer dos o tres cosas al tiempo con lo cual la percepción es más intensa y lenta. A veces ser más calmoso y pausado permite pensar lo más acertado, no decir lo primero que se nos ocurre, no engancharse a las emociones negativas, no caer en la trampa de la identificación con el proceso, etc. Pero fíjate que todo esto se produce porque has tomado una decisión. La decisión de poner atención en la observación que se dirige hacia uno mismo y hacia el entorno. Eso es auto-observación, que correctamente practicada nos pone en estado de auto-consciencia. En ese estado se conectan los pensamientos mejor y nos situamos en las partes más coherentes y nobles de nosotros mismos. Un trabajo necesario si queremos modificar nuestro interior. En este caso, el trabajo es sobre las emociones negativas pero no es el único que podemos emprender. Hay mas.
Para ir acabando podíamos hacer un pequeño resumen práctico. Se trataría de hacer lo que tenemos que hacer con el sentido interior de que cada cosa, cada acto, cada tarea o cada dedicación a la que nos entreguemos sea hecha con atención en la excelencia. Tratar de ser lo mejor posible, no solo como persona sino como ‘hacedor’ de lo que se esté haciendo. Si mantenemos este propósito en nuestra consciencia necesitaremos —para lograrlo— una atención especialmente dirigida. Eso se incorpora a nuestro proceder mediante el ejercicio constante del auto-recuerdo.
Se podría decir que ese es el ‘corpus doctrinal’ del pensamiento al que hemos de volver y volver una y otra vez. El ser lo mejor posible en todo lo que hacemos. Mejor padre, mejor pareja, mejor amigo, mejor ciudadano, mejor profesional, mejor cocinero, mejor conductor, mejor esquiador, mejor hermano, mejor hijo, mejor nieto, mejor tio, mejor… todo. Ya sé que en muchas ocasiones es esa excelencia la que perseguimos, pero también sé como se olvida y como muchas veces obramos sin tenerlo presente. Si practicamos la auto-observación dirigida, el desdoblamiento de la atención, incrementaremos los retornos, los recuerdos de sí que nos permiten una y otra vez volver de las partes mecánicas —del piloto automático en el que el devenir cotidiano nos sumerge—, hacia la verdadera consciencia. Ese es nuevamente el camino para cambiar el impacto de las emociones negativas en nuestras vidas.
Hay otros caminos. Si. La religión es uno de ellos y el propósito de ella es el mismo. El corpus doctrinal que he mencionado se puede cambiar por la doctrina religiosa; el ejercicio de auto-observación se puede cambiar por la oración consciente; el recuerdo de sí se puede cambiar por la presencia de Dios en nuestro interior… etc.
Pero nosotros no somos animales religiosos, lo cual no es ni mejor ni peor, sino diferente, hemos elegido el camino de la vida ordinaria en la cual deseamos tener el mejor desempeño posible. Este es nuestro camino de perfeccionamiento y seguirlo nos proporcionará felicidad, armonía con el entorno y paz. Pero no sin grandes dosis de trabajo personal. Es a eso a lo que os anima, una vez más, vuestro “papitugrillu”.