viernes, 10 de diciembre de 2010

Las emociones negativas (III)

Las emociones negativas no se pueden parar una vez están desencadenadas y caes presa del estado de ánimo, conducida por él… hemos de ‘saber vitalmente’ que solo se pueden evitar si no llegan a desencadenarse.  Y como?  pues creando las condiciones adecuadas de autoconsciencia, o sea manteniéndose atento.  Entonces no permites que siquiera empiecen a trabajar y dejas de alimentarlas.   

Hay que aprender a pensar bien.  Tener claro lo que es una linea de pensamiento y de reflexión no entorpecido por la imaginación ni por la identificación….

A menudo creemos que la imaginación es algo útil.  En realidad solo es útil la imaginación controlada por la auto-consciencia, la otra, la imaginación normal, trabaja por su cuenta y es ella la que nos arrastra y conduce.  Nosotros no estamos, a estas alturas, capacitados para controlarla… así que hemos de ver en la imaginación no controlada un enemigo del que huir.   

Hablemos ahora de la identificación.  Este es un mecanismo psicológico muy poderoso que nos hace creer que somos algo que no somos, o nos hace meternos tanto en la situación que creemos que somos la situación.  De hecho nos identificamos con procesos o con partes de nosotros mismos que no son lo que nos reconocemos como yo.   Pero para hablar de ello primero veamos como estamos hechos por dentro. 

Aunque creemos que tenemos un pensamiento y una estructura mental unida, un conjunto de rasgos, preferencias, opiniones, criterios, valores morales, etc que nos determinan como persona única y ante el cual respondemos como yo, eso no es cierto.  Somos un conglomerado de diferentes deseos, opiniones, valores, tendencias, preferencias que a veces son contrapuestos y conviven en nosotros, en el núcleo del yo, dándonos la impresión de unicidad, pero solo la impresión.  Uno de los objetivos de la evolución del ser humano es llegar a ser una unidad de verdad.  O sea la de tener un yo verdadero.  Eso esta muy lejos.  Ahora no podemos ni soñar en conseguirlo. Antes hemos de trabajar mucho.  

Así pues la realidad es que estamos en poder de muchos yo, los famosos yoes.  Y nos pasamos la vida saltando de un yo a otro, lo que da como resultado que a veces nuestra coherencia no sea la que debiera.  Por ese motivo no podemos mantener decisiones que toma un yo, un aspecto parcial de nuestra personalidad, pues cuando toma las riendas del piloto automático otro conjunto de yoes, o otro aspecto parcial de nuestra personalidad, lo que el otro decidió este nuevo dueño de nosotros mismos no respeta o no cumple por que no es su guerra.  Esa es la explicación de la falta del cumplimiento de propósitos, o la explicación del olvido de objetivos… o el cambio de actitudes ante cosas que antes veíamos de una manera y ahora vemos de otra.   Afortunadamente para nosotros no vemos esto ordinariamente y así tenemos una falsa impresión de continuidad en el yo.  De otra manera nos volveríamos locos.  De hecho es una defensa del piloto automático la imposibilidad de ver de verdad, y comprender, nuestra falta de unicidad.  Unicidad que por otro lado es absolutamente prescindible para vivir ordinariamente.  Cosa que corrobora el que la mayoría absoluta de los humanos vivan y mueran en estado de multiplicidad yoica. 

Una de las ilusiones más fuertes es pensar que las emociones negativas son producidas por las circunstancias, y así hablamos de ‘estar cabreado‘ o ‘tener pena’ por una razón perfectamente justa.  Pero no es así.  Todas las emociones negativas  están en nosotros, dentro de nosotros.  Para empezar debemos convencernos de que no hay nunca razones justificadas para sentirse airado, entristecido, etc.  Pensamos a menudo que nuestras emociones negativas se producen por causa de los demás, por fallos o errores de las circunstancias.  Esto es ilusorio.  Mi ira no esta en la razón, esta en mi.  No hay ninguna razón inevitable por la que cierta acción de otra persona, o cierta circunstancia, tenga que producir una emoción negativa en mi. Solo mi debilidad.

Si nos ponemos a buscar excusas alguien podría decir ¿pero que pasa con el dolor producido por la muerte de un amigo o familiar, así como otros tipos de sufrimiento?  Pues que el sufrimiento, en sí mismo, no es una emoción negativa.  Solo producirá emociones negativas si uno se identifica con él.  El sufrimiento puede ser real, las emociones negativas no.  Después de todo el sufrimiento ocupa o puede ocupar una pequeña parte de nuestra vida, mientras que las emociones negativas ocupan una gran parte, por no decir la totalidad de nuestras vidas.  ¿Por que? pues por que sin darnos cuenta las justificamos.  Le damos la culpa a los otros o a las circunstancias.   Por supuesto que aquellos de nuestro alrededor que están llenos de emociones negativas e identificaciones van a producir, por reacción, similares condiciones o reacciones en los demás, pero es posible aprender a  aislarse de su influencia mediante el auto-recuerdo y la no identificación, dos mecanismos que habré de explicar más para que se entienda como operan.

Todos sabemos que en nosotros hay unas partes más nobles que otras, sentimientos profundos que están anclados en la bondad y el desprendimiento, por ejemplo, o ideales que hemos hecho nuestros y que no siempre están presentes en nuestra conducta habitual pero que sabemos que forman parte de nosotros.   Es importante saber qué queremos y qué no queremos de nosotros mismos, tener un claro marco de lo que son nuestros ideales de amor y de convivencia.  También es importante saber que tenemos un marco ético personal, que hemos acumulado sin darnos cuenta y del que, a pesar de que no lo vemos en el momento, en algunas ocasiones nos salimos y no somos fieles a él.    Cuando nos salimos de dicho marco ético siempre tenemos una venda en los ojos que amortigua la culpa que pudiéramos sentir,  así es como nos engañamos y justificamos pequeñas o grandes acciones que de otra manera se nos podrían echar en cara y avergonzarnos.  Pero el mecanismo de identificación y la amortiguación del autoengaño nos dejan seguir haciéndolo sin sentir culpabilidad.  Con la mentira pasa lo mismo.  Nos la toleramos porque nos la justificamos casi sin darnos cuenta, por que no estamos en la auto-consciencia. 

Si pudiéramos habitar siempre en nuestras partes más nobles, las que tienen los ideales y las que contemplan nuestro propio marco ético, no seria posible vernos arrollados por el impacto de las emociones negativas.  Por tanto es necesario hacer algo para ser autoconscientes el máximo tiempo posible y no caer en el sistema del piloto automático en el que es posible identificarse con la situación, caer en el autoengaño o la continua justificación que hace culpables a los otros o a las circunstancias. 

 
Si nuestra conducta fuera siempre definida o tomada en estado de auto-consciencia o conciencia de sí mismo, no podríamos engañarnos, ni identificarnos, pues nos daríamos cuenta enseguida y no tomaríamos la decisión equivocada o caeríamos víctimas de un mecanismo automático que nos aleja de nuestras partes buenas.  Por eso el único camino o esfuerzo que hemos de hacer es adquirir la capacidad de permanecer a voluntad y el máximo tiempo posible en estado de auto-consciencia o consciencia de si.  

Mientras no seamos más evolucionados es imposible permanecer mucho tiempo en estado de auto-consciencia.  Es más, al igual que la consciencia de vigilia debe de recuperarse tras un sueño reparador —en el que dejamos descansar a la consciencia ordinaria o de vigilia—, también la auto-consciencia debe de reposar y dejar que la consciencia ordinaria tome el mando de nuestro funcionamiento.  En las tareas normales de la vida —a las que estamos acostumbrados— no hay ningún problema en que el piloto automático sea quien decida.  De hecho es muy útil que pueda ser así, y no necesitamos gastar energía psíquica en mantener una atención dirigida hacia el self, el sí mismo.