jueves, 1 de abril de 2010

El amor y las emociones negativas


El Amor es algo muy difícil de explicar.  Creo que nadie puede dar lecciones a nadie y que cada cual ha de probar su camino.  Dicho esto he de añadir que sí que sirve la experiencia ajena para echar algo de luz sobre algunos aspectos, y para corroborar que no somos únicos ni diferentes a nuestros semejantes.  Todo ha pasado antes en los demás y se seguirá repitiendo mientras el ser humano sea humano.  Somos diferentes? No, somos lo mismo, con matices, colores, preferencias, cualidades y defectos diferentes.

A propósito del libro de “La Reina de las Calabazas…” magnifico libro de autoayuda para superar el desamor (por la vía de incrementar nuestra autoestima), quiero aprovechar la ocasión para decir que no hay reinas, príncipes ni princesas, damiselas o caballeros de armadura oxidada, por bien que los mitos sirvan a la función que sirvan.  Los mitos convocan al  pensamiento analógico que, a su vez, nos invitara a reflexionar sobre nuestro interior, y como tal, el mito es valido, pero sin caer en la trampa de aplicar etiquetas, ni a nosotros mismos ni a los demás.  Es difícil no hacerlo. Pero, ¿por qué no se debe etiquetar a las personas? Porque poner etiquetas significa juzgar.  Y no tenemos capacidad para hacerlo objetivamente.  Por qué? Primero porque desconocemos más, sobre nosotros y sobre los demás, de lo que conocemos con seguridad.  Las cosas no son blancas o negras, los matices del gris, que es la mezcla de ambos, son tan amplios que nos desbordan.  Segundo porque somos cuánticos, si cuánticos, o sea que no somos algo estático sino dinámico, en movimiento y flujo continuo.  Por tanto al momento siguiente de etiquetar, el objeto de la etiqueta ya no es como era.  La observación modifica a lo observado en nosotros mismos y también al objeto de observación. Es un principio físico que se puede aplicar a las almas y sus devenires.  Al fin y al cabo nuestros pensamientos y sentimientos también son elementos físicos que interactúan con la realidad, modificándola y modificándose tras su contacto.  

Somos seres que habitamos un cuerpo físico sometido a la biología, especialmente a la neurobiologia.  Nuestras emociones son reacciones químicas que abren puertas en nuestra complejidad mental.  Es cuestión de permitir o no que determinadas puertas se abran.  No se puede negociar, ni racionalmente ni de otra manera, con las emociones negativas.  Es imposible superarlas. Ellas siempre podrán más, pues estamos diseñados para alimentarnos de ellas, como la vaca se alimenta de hierba, y metabolizarlas en nuestro 'aparato digestivo' mental para producir alimento útil para otros, tal como la vaca de la hierba da leche y carne que nos nutre el cuerpo a los humanos. Este hecho (aunque su mecanismo intimo nos sea desconocido por el momento) no es algo sobrenatural ni revelación de alguna ciencia oculta, es simple observación de lo que pasa en el mundo. No podemos dar respuesta a muchos de los interrogantes que este hecho plantea, no sabemos suficiente.  Pero por analogía deductiva, podemos intuir como son 'grosso modo' las cosas.  Y son así: algo o alguien se alimenta de la energía emocional que desprendemos cuando caemos en poder de las emociones negativas.  No es posible escapar a ese mecanismo general, es como la ley de la gravedad que nos afecta por narices nos guste o no.  Las emociones negativas forman parte de nuestro diseño necesario para cumplir con nuestra función principal en la distribución de papeles en la biosfera.  Así como la vaca no puede cambiar su forma de sernos útil, nosotros no podemos cambiar nuestra forma de ser útil a otro nivel de existencia que desconocemos, un desconocimiento que es  igual y en la misma medida que el desconocimiento que la vaca  tiene de nosotros. Exactamente así.   

Que hacer con las emociones negativas?  En primer lugar no todo el mundo se percata de que las posee (o es presa de ellas), en segundo lugar incluso aquellos que se dan cuenta, no siempre tienen la claridad y fuerza necesarias para hacer algo. Pero en el supuesto de que estemos en el segundo caso y pretendamos hacerlo mejor, lo que hemos de saber es que NO podemos hacer NADA. La experiencia de otros nos sirve en este caso para no pasarnos la vida buscando remedio al tema. El diseño de nuestro psiquismo automático (que nos lleva de repetición en repetición) es tan perfecto que cualquier intento por 'combatirlas' es una vía al fracaso. Entonces? La única opción es no darles cancha, no darles terreno de juego, no negociar con nuestro interior, no creer que se pueden racionalizar y superar, no pensar en ellas, no darles ATENCIÓN. Porque el combustible que las aviva es nuestra atención: el hacerles caso, el dejar que nos las creamos, el dejar que 'funcionen'.  

La vida es una escuela en la que la dinámica cotidiana nos depara todo tipo de eventualidades, situaciones que nos obligan a dar respuestas, todo un montaje en el que hemos de ir salvando obstáculos.  Esos obstáculos son la ocasión para ejercitarnos, para crecer y fortalecernos.  Pero también pueden ser la forma de hacernos más esclavos, más dependientes, más automáticos, más irreflexivos y más mecánicos.   Nuestro nivel de vida interior nos atrae hacia el progreso ascendente o hacia lo contrario.  Cuanto más asciendes más leyes que pesan sobre el comportamiento son superadas y se puede decir que dentro de la relatividad de lo cuántico más te acercas a un cierto grado (relativo) de libertad individual.  Lo contrario también es cierto y también se puede caer en más y más servidumbres a las que tu propio nivel te atrae.  Es por ello que se dice que el nivel de vida atrae vida.  Si tu interior es más lucido te acercarás a más lucideces. Si tu interior es sórdido tu sordidez te llevara cada vez más a la obscuridad del alma, a las mazmorras de ti mismo.  

No hay un solo camino y no es mejor uno que otro.  Sistemas que expliquen con palabras diferentes las ideas que ahora vierto, hay muchos. Pero lo que importa no es el camino sino los esfuerzos que hacemos en la dirección en la que nos sentimos atraídos.  

Nuestro ser tiene muchas configuraciones, partes, componentes, funcionalidades... pero dos son las que predominan.  La racionalidad y la emoción, el pensamiento y el sentimiento.  La mente racional la localizamos en nuestro cerebro y el sentimiento lo localizamos en el corazón.  Esta percepción no es exacta.  Sin embargo por ahora aceptaremos provisionalmente que el corazón es nuestro centro de las emociones.  No es importante el teatro sino la obra que en él se representa.  Cuando algo es positivo en nuestro sentir, nos hinchamos de gozo, nuestro corazón parece que se dilata, que se expande. Cuando algo nos aflige negativamente se nos encoge el corazón, parece que una mano invisible nos lo oprime.  Es así, y es cierto, son cambios neuroquímicos que afectan cinestésicamente al órgano.  Y tiene efectos reales a cierto plazo.   Un corazón grande es sinónimo de mayor capacidad para amar, un corazón mezquino, pequeño por tanto, es sinónimo de lo contrario.  Si te fijas, son las emociones las que provocan estos efectos.  Es así como se han de entender las emociones para poderlas llamar positivas o negativas.  Es importante verlo así, porque la distinción entre unas y otras no siempre es fácil.  Las emociones a veces se disfrazan o nos engañan.  Pero si nos remitimos al ejemplo siempre podremos descubrir su naturaleza. Aquellas que nos dilatan el corazón son positivas, las que nos lo encogen son las negativas.   El decurso del tiempo nos ha de llevar a descubrirlas lo más rápidamente posible. Es necesario percatarse pronto cuando anidan por que si crecen es más difícil desenmascarar el proceso en el que nos vamos viendo inmersos sin pausa.  

Un mantra (o un rezo) es un instrumento para liberar la mente del flujo constante de pensamientos, emociones o sensaciones que la confunden. La idea es proporcionarnos ‘algo’, frase repetida, géstica o verbal, con potencial de acción independiente de la reflexión.  Su repetición nos lleva al entrenamiento necesario para que ‘el significado’ del mantra pueda desarrollar su acción sin que medie pensamiento elaborador.  Porque? pues porque si pensamos caemos en los mecanismos que nos determinan... culpa, justificación, calculo, etc.  al final trampas de nuestra, inteligente, mente emocional que esta diseñada para buscar los efectos de las emociones negativas.   Un mantra básico y muy fácil, para cuando la negatividad nos amenaza, es darle vueltas a la mano abierta sobre el mismo corazón, para despues de unas vueltas hacer el gesto físico de echar lejos de uno su negro contenido... Se ha de practicar muchos años este mantra para que cada vez nos sea más rápido detectar 'el olor' de las negativas... no siempre es fácil.  Pero es un camino al que solo la practica acaba dando una dirección.  Y esa dirección es la única respuesta posible para no abrir las puertas que se abrirán si no lo hacemos... esas puertas bioquímicas que tendrán efectos neurobiologicos sobre nuestro ser.  Esa es la única vía para tratar con las emociones negativas.   

Me dirás. Y del amor que me dices?

Era necesario este preámbulo para llegar ahí.  El amor es la emoción positiva por excelencia.  Por eso el amor rebosa del corazón. Por eso nos lo agranda. Por eso decimos que tenemos el corazón henchido de amor.   Pues de la misma forma que la negatividad abre puertas neuroquimicas que nos perjudican y nos encadenan, la positividad abre otras que nos liberan y nos iluminan.   Esa no es la única grandeza del amor.  El amor es mucho más, probablemente es la fuerza (o substancia) más poderosa del universo, aunque no sepamos como casarla con la física que conocemos en la actualidad.  Cuando digo que es una fuerza, es exactamente eso, una fuerza física, que no podemos medir por que su dimensión y su acción no nos es posible, científicamente, cuantificar, pesar y evaluar. Nuestro mundo actual se basa en la ciencia experimental. Lo que no es una evidencia científica no es creíble, porque no se puede reproducir con un experimento. El limite de la física es la metafísica, y el amor es una fuerza metafísica. Nuestra existencia es producto de esa fuerza meta-física que es el amor. Nuestra germinalidad, capacidad de germinar, depende del amor. Sé perfectamente que no es posible probar lo que te digo, así que solo es una idea creíble. Pero no deja de ser cierto que tomándola como hipótesis (una posibilidad por demostrar) tienen sentido muchas cosas. La fuerza del amor aplicada a nuestro ser transforma el ser y lo desarrolla en una dimensión que no podemos todavía conocer ni imaginar. Sigue siendo una hipótesis a la que solo podemos acercarnos por tanteo usando la historia de la humanidad. El amor tiene tres expresiones progresivas que los griegos ya definieron: Eros, el amor de la atracción vinculado al sexo, Filia, el amor relacionado con el cuidado del otro, la amistad, y Agape, el amor desinteresado, más tarde la llamaron Caridad, la expresión máxima del amor.

La pista de baile, el teatro de la vida, nos dota de una pulsión biológica (neurohormonal) por la cual ‘tendemos’, al hacernos adultos, a buscar una pareja, un alter con el que procrear. Es un imperativo básico de la especie, en realidad de toda la vida natural pues los animales también están sometidos a este mandato que llevamos impreso en los genes. Pero en el caso de los humanos hay algo más, si se sabe ver, en realidad es la oportunidad para que la fuerza del amor actúe en los tres planos. Una parte de la acción es mecánica, un 25% por decir algo, es puro impulso natural, es la atracción animal que nos acerca a alguien que nos ‘motiva’, eso es la pasión del Eros. Sabemos que eso es el enamoramiento y que su influjo nos conduce a abrir nuestro corazón al amor, que es un sentimiento. Para casi todos los seres humanos, esa es la primera experiencia amorosa, que puede quedar ahí y acabar ahí, o puede progresar. Si el amor del Eros progresa aparece la vinculación que la Filia permite, pues superada la emoción aparece el cultivo de esta que conduce al amor maduro de la pareja, en el que la Filia es necesaria. Sin una verdadera amistad entre los amantes (preocupación por el otro, sacrificio por el otro, cuidado del otro, respeto al otro, etc, etc), estos caerán en la repetición del ciclo al agotarse la energía de la pasión, del Eros. Para unos puede ser un tiempo largo, para otros menos, es muy variable. Una vez existe vinculación la relación se hace madura, viene la reproducción y se experimenta la Filia, pero esta vez en el sentido reproductor. La fuerza amorosa trabaja en el seno del ser obligado biológicamente a cuidar de su descendencia. La maternidad o la paternidad permiten el progreso de la fuerza amorosa que transformará al ser del individuo. Pero solo la madurez conduce al siguiente paso, el Agape, la conciencia de que solo el amor desinteresado dejara actuar esta fuerza transformadora en nuestro ser para cambiarnos definitivamente. Algunos hombres no siguen este camino, el más habitual, sino que subliman sus impulsos naturales y se saltan el paso del Eros buscando directamente la Filia, que ejercitan en sus hijos espirituales, por eso a los que entran en religión tradicionalmente se les ha llamado ‘Padres’ a los curas, o ‘Madres’ a las monjas… permitiendo así, que la fuerza del amor opere en ellos y los conduzca al Agape, a la Caridad. El yoismo, duismo y nostrismo de algunas concepciones psicológicas de la evolución humana encuentra su explicación en lo que previamente he mencionado. Así, el individuo primero es egoísmo, amor a si mismo, después es amor a su pareja, duismo y cuando se socializa se abre al nostrismo. De hecho el ser humano parte de una dimensión natural, donde esta sujeto a la biología más elemental, para después aceptar su carga histórica y devenir un ente social y finalmente, si se ha preparado para ello, transformar su vida en algo trascendente, algo más allá de su vida física, aceptando su dimensión metafísica. Sin la fuerza del amor nada de todo ello sucedería.

Cada uno de nosotros tiene una historia propia, una biografía, y en esa biografía se inscriben sus pasos de baile, sus evoluciones y piruetas en la vida. La música que nos mueve al baile es el amor. Damos vueltas y más vueltas, cambiamos de pareja, pero la música es la fuerza que nos va llevando de un lado a otro, que nos acerca o aleja de los otros danzantes. El objetivo final es que la música sea capaz de movernos hasta el lugar máximo que seamos capaces de alcanzar. Entre tanto sudamos, y el sudor da de comer a la lavandera y enriquece al fabricante de desodorantes… pero eso no es lo importante, lo fundamental es que no todos los que están en la pista lo están conscientes del lugar y función que desempeñan. La mayor parte de los que danzan están dormidos. Despertar es un privilegio de pocos, y aun así, la vigilia es momentánea y el riesgo de volver a caer en el sueño es lo más habitual. Por eso hacen falta mantras. Para despertar una y otra vez. Unos los consiguen (los mantras) rezando, otros aplicando el intelecto y otros el esfuerzo físico… Porque? porque el mantra los convoca a ciertas percepciones que los devuelve del sueño a la existencia. A unos porque les plantea un sentimiento de pequeñez, a otros les obliga el pensamiento de su finitud a los terceros les pone frente a sus limites físicos. Quizás el que experimenta una combinación de todos ellos sea el camino más difícil o quizás sea uno más. Todavía no lo sé.

Acabo en tres patadas y un beso.

El nivel de vida atrae la vida. El nivel de tu baile atraerá a otros que danzan como tu. Las emociones negativas no son negociables. El amor es una escalera para acceder a la trascendencia, no es un fin en si mismo. Es un instrumento.

Eres portadora de una semilla que algún día ha de germinar. Cree en ti misma y quiérete. Tú eres (madre, hija, hermana o amigo/a) la máxima expresión de mi Filia y una poderosa razón que me hace tender al Agape.

No puedo dejar que juzgues a los demás, ni a ti misma, sin hacértelo pensar dos veces. Perdona a los que te han herido porque seguramente no sabían lo que hacían. Disculpa a los que no tenían tanta luz como tú crees, por que quizás no les fue dada la iluminación que tu recibiste.

Amate para poder amar. Sedúcete para poder seducir. Sé para poder dar ser cuando te llegue la hora. El dolor es una poderosa arma que, si lo entiendes, te ayudará a perdonar. Y el perdón te transformará, porque el amor es una fuerza invisible que toca el corazón y lo engrandece.