martes, 23 de febrero de 2010

Hablemos de los tipos humanos


Si, hablemos, pues a continuación de releer 'la complementariedad de la pareja' (enero 2010) me pareció que faltaba una elucubración sobre la tipología humana...
Existen muchos tipos de clasificación pero no vamos a entrar en ello, diremos que existen tres situaciones prototipo en las que podemos vernos reflejados. Mucho de lo que diré tiene que ver con la normalidad o anormalidad de nuestro propio tipo, la madurez o grado de desarrollo que hayamos alcanzado dentro de nuestro biotipo básico y las perturbaciones que las formas de entender la vida nos ha proporcionado la infancia y las sucesivas experiencias vitales y amorosas por las que hemos ido atravesando. Seria larguísimo describir todas las variantes por eso empezare por describir lo mas basico de los prototipos.

Tipos básicos complementarios. Se da armonía llamada por compensación natural, lo que proporciona un terreno cómodo para progresar en el amor. La superación de la cotidianidad requerirá esfuerzos conjuntos que serán mayores o menores dependiendo de las dificultades externas de la vida: trabajo, penalidades domesticas, hijos, visión de la vida, etc... En lo fundamental no habrán esfuerzos que alteren la convivencia de forma sustancial. Si ambos tipos básicos conforman sus expectativas a lo que tienen externamente seguramente no habrá riesgo de ruptura. Una parte muy importante de la felicidad proviene de una situación que no requiere nuestro esfuerzo.

Tipos básicos próximos pero no complementarios. Se producirá un esfuerzo necesario e imprescindible para acercar posiciones, se deberá trabajar especialmente la tolerancia y el respeto a la idiosincracia personal del contrario. Y todo este trabajo se sumará al trabajo ordinario de superación de la cotidianidad. La sensación de progreso en la relación será mucho mas satisfactoria que en el caso anterior porque será fruto del esfuerzo consciente, de la renuncia y la dádiva. Es por tanto una situación posible que deberá de hacernos mejores como personas y progresar tanto individual como socialmente hablando, pues las mejoras que necesitamos para convivir también serán ganancias en nuestra vida de relación general, familiar, laboral y social. Es un marco para el progreso en el que no nos han regalado nada de lo que conseguimos. Nuestra felicidad nos la ganamos a pulso.

Tipos básicos contrarios. El esfuerzo para conducir la convivencia chocará una y otra vez con la biología y deteriorará día a día la relación. Las dificultades de la cotidianidad se sumaran a las básicas de la personalidad contraria y el gasto de energía para superar las dificultades puede agotar el interés por seguir luchando. Tiene un final anunciado.

Como si fuera una campana de Gauss, podemos decir que el 90 por ciento de las relaciones caen en el segundo prototipo, repartiendose el 10 por ciento restante los dos extremos.

Cuales son los rasgos básicos que determinan la complementariedad.

Hay de dos tipos y ambos son igual de importantes. Ademas es posible que unos se compensen con otros.

los determinados por el nacimiento o sea ‘congénitos’
los adquiridos

Entre los primeros estarían el carácter básico, la actividad o pasividad de nuestra esencia, la bondad de corazón, la inteligencia emocional, la capacidad de autopercepción, la impulsividad, la seguridad en si mismo, la capacidad empática general y la vitalidad.

Entre los segundos estarían los rasgos adquiridos de la personalidad que son muchísimos y que dan el toque personal a nuestro taranná. Enriquecidos, o no, por la adquisición cultural, aprendidos del entorno, de la familia, de la lectura o de la reflexión. Estarían también nuestras proyecciones vitales, nuestra forma de ver y estar en el mundo (nuestra welstanchaung) que determinan preferencias tanto en la forma y lugar donde vivir como a la hora de repartir el tiempo vital libre entre cultura, aficiones, ocio, deporte, arte o actividades creativas. Nuestras habilidades para autosostenernos adquirida a través de la formación sea intelectual, artística, creativa, deportiva, manual o artesana. Nuestro patrimonio, o sea aquello que hemos recibido o recibiremos de nuestros antepasados. Y finalmente nuestras inquietudes no materiales o anímicas, nuestra manera de entender la justicia, la solidaridad, la equidad entre los hombres o pueblos, el sentido de la justicia, el sentido de la amistad, el de la libertad individual o la visión de la sociedad, entre otros muchos que no menciono pero que pueden incluirse entre los valores que se adquieren al transitar por este mundo.


Está claro que tenemos tal numero de elementos en juego que en el 90 por ciento de los casos con trabajo mas o menos consciente podemos lograr una complementariedad ‘trabajada’ que compense lo que no nos viene de cara y por nacimiento. En definitiva si solo pudieran salir adelante las parejas a las que todo les fuera dado de partida, serian muy pocos los afortunados. Creo en las posibilidades del trabajo personal, en la comunicación que permite las aproximaciones y en la felicidad labrada con nuestro esfuerzo. Siempre podemos mirar atrás nuestro y ver que muchos tienen menos suerte, menos oportunidades y seguramente menos merecimientos que nosotros. La vida en pareja es un compromiso adquirido al que hay que hacer frente, no es un paseo por la playa que depende del poco o mucho sol que luce en algunos momentos.

El compromiso comporta un proyecto vital. Y el proyecto es la puesta en común, sin imposiciones, de nuestras preferencias complementarias que harán de las expectativas una vida vivida. El trabajo que desarrollemos para acercar el propósito a la realidad es lo que nos dignifica como pareja y nos hace grandes y admirables a los ojos de nuestro alter. Rehacer el ovillo que se nos enredó un día, y otro, y otro, será siempre, por años que llevemos conviviendo, una necesidad ineludible del guión que como pareja nos hemos comprometido a darnos. El tiempo nos enseña como hacerlo mejor y la experiencia nos convoca con menos frecuencia a la repetición. Hemos de dejar que la edad sea maestra, pero se necesita un socio: el tiempo.

La amistad, la ternura, la comprensión, el respeto (que a menudo nos cuesta tener en lo mas cercano... a la madre, al hermano, al compañero de cama, y que tan fácilmente tenemos por los extraños) junto con la sexualidad, renovada, cambiante y a veces rutinaria, pero siempre necesaria; son los remos y la vela que nos han de impulsar por este mar de lagrimas y felicidades que es nuestra vida en común. Ni mejor ni peor que otra vida posible. Simplemente la que tenemos en nuestras manos aquí y ahora. A la que nos debemos por que asi lo hemos decidido a pesar de nosotros mismos.