Reunirse para quererse mucho y ser felices porque el calendario obliga, a palo seco, no es fácil. Hay que reconocer que nos esforzamos, preparamos regalos, brindamos, y le queremos, tan si como no, poner corazón al asunto.
Pero tanto empeño no puede ser improvisado. La alegría no se decide así como así. Uno no se levanta por la mañana y se pone a sentir ilusión. Menos mal que nos coge desprevenidos, por que ensayamos un ratito cada año. El caso es que la felicidad, que verdaderamente no sabemos ni lo que es, cobra una importancia desproporcionada. Al querer agarrarla por obligación, puede volverse demasiado lejana, como ese autobus que nunca llega pero como esta casi llegando no te animas a dejarlo estar y coger el metro. Asi es como más de uno se pone de mala leche con tanta preparación prenavideña, mientras otros nos engañamos un poquito mas, ya no viene de aqui, y nos permitimos jugar al Risk de la Navidad un año mas, por que es un juego y es un riesgo. Imaginate que estás ahí, con todo el jolgorio, los galets, los turrones, los regalitos del cagatio y la alegría no te viene. Nada. Que resulta que este año, por un casual no sientes la burbuja navideña correr por tus venas. ¿Qué haces? ¿Fingir, beber? La segunda es la peor opción, por que te puede dar por ser sincero, y algunas reuniones familiares conjugan el amor incondicional con excavaciones emocionales demasiado profundas, hay peligro de caida. Por que? Pues, facil, por que los familiares creemos que nos conocemos tanto que en vez de hablar sería mejor escuchar música, mientras esperas tu turno, por que ya sabemos, si, ya sabemos que el de enfrente va a oír lo que le dé la gana incluso antes de que lo digas. Te conoce de toda la vida. El contenido de tu frase es lo de menos, no te esfuerces; te dira que sabe leer el sonido de tu voz, o la inflexión de cada palabra, o el sentido de sus cadencias. Esta seguro de que sabe de ti más que tú mismo. Pero todo eso no es mas que el juego de rol. El que hemos aprendido juzgandonos, etiquetandonos. Es muy común y pocos mortales escapan a este hechizo… un hechizo que intentaremos cada navidad volver a romper mientras nos toca el turno de explicar nuestro chiste, comentario o batallita, sabiendo que el grupo familiar, hace ya mucho, tomó decisiones sobre el carácter de cada uno, lo estigmatizó en yeso y el tiempo lo ha fosilizado. Si nos vieramos panza arriba defendiendonos nos oiriamos decir: Yo no soy eso que dices, yo no sé ni cómo soy, por qué crees que lo sabes tú…. Pues porque quizás en mi tablero de juego necesito que tú seas esa ficha que siempre has sido para que no se me descuadre la idea. Qué idea?… bueno es una forma de hablar... Y patatin y patatán pasará la cena, la comida y pasará la navidad. Otra oportunidad perdida para romper los moldes, los corses, las prefiguritas que nos hacemos de los mas proximos, esos que hemos de amar, cristalizados en nuestras etiquetas. Etiquetas que no son mas que pequeñas tiranas de nuestras relaciones a las que hoy he querido machacar aprovechando que la Navidad profunda no tiene mas sentido del que cada año hemos de renovar algo, intentar una vez mas, ese renacer en la esperanza de ser mejores.
viernes, 25 de diciembre de 2009
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