La madurez difícilmente puede alcanzarse sin un proyecto personal. Tener algo que realizar (con ilusión) en la vida, es el camino mas rápido para madurar. El vertebrar los días en función de un objetivo final adelanta en el tiempo sólo lo que los acontecimientos últimos ponen de manifiesto. Todo proyecto personal verdadero acaba siendo un ejercicio de aplicación de un código ético a la propia vida. Porque los proyectos personales requieren necesariamente reflexiones e interiorizaciones, que después se convierten en convencimientos personales. Sólo el que es fiel así mismo puede llegar a ser él mismo.
La vida que nos toca vivir, para que tenga sentido, no puede ser fragmentaria, o sea un relato de hechos inconexos o una suma de ocurrencias desconectadas entre si. A medida que progresamos en nuestro desarrollo percibimos claramente que nuestra existencia está atravesada por el sentido que le da nuestra forma de entender la vida. Tener un proyecto es tener algo mas que unos deseos por cumplir con un propósito. En todo proyecto hay una dirección, una razón de ser última que lo justifica. La coherencia es la fidelidad al diseño inicial, sin ella no hay dirección verdadera. La coherencia implica a la perseverancia. Sin un proyecto, la vida se disgrega en cuatro actividades heterogéneas, una vida fragmentada. Pero sin una constancia que nada haga desfallecer es imposible que realicemos lo que siempre deseamos. Ayer, hoy y mañana deben formar una unidad de sentido. Por ello el tiempo biográfico no puede estar reñido con su propia memoria. La memoria está llamada a almacenar con cariño los recuerdos que explican mi presente. Los proyectos son para largo tiempo, algunos para toda una vida. Si falta la ilusión por hacerlos realidad, está faltando una de las condiciones necesarias para que no surja la tentación del abandono. A las explicaciones lógicas que acompañan a todo proyecto deben sumarse los incentivos internos, que con su motivación den fuerza a nuestro actuar. Los hombres necesitamos la alegría del corazón para realizar las tareas que nos proponemos. Nuestra vida debe estar presidida por la razón, pero también es verdad que sin el empuje del corazón no puede llegar muy lejos. La ilusión le da alas a la cabeza para avanzar hacia el cometido deseado.
domingo, 23 de agosto de 2009
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