jueves, 27 de noviembre de 2008

Marisa

Este mes es tu cumple, segunda hermana, y como no tengo un regalo quiero traerte a la memoria lo que escribí entonces… que sigue vigente por que no hay nada nuevo bajo el sol.

Se que me leerás despacio, que lo requiero, pues a la sombra de la vida mi verso se oscureció con el tiempo hasta hacerse medio prosa, medio viento.

Querida y hermana.
Ya cincuenta gavillas doradas te tienen el corazón algo más prisionero, pero este sigue asomando a tus ojos, los de siempre, los de lectura franca, mientras pides a gritos amores...que ahora los tienes en ideales, como siempre, como ha de ser, como espero siga siendo tu forma, esta la de querernos con sus vaivenes, cargados siempre de buenas intenciones.

Querida y hermana.
Próxima y lejana a veces... góndola viajera, entre zozobras miles. No sabes cuantos recuerdos se me anidan a tus gavillas, que sin quererlo se me vuelven emociones... a veces no deseadas, por incomodas, pero aceptadas...y como yo tantos otros que te quieren, ni lo dudes, a sus maneras.

Querida y hermana.
Hoy es día de balances... pero no me salen contigo, que contigo me salen las esperanzas en ese futuro mejor al que siempre anhelas, entre viaje y viaje al interior de tu mundo pendiente, de ese que puja por revelar tus afectos no comprendidos, tus ansias de cambio, tus asumidos rechazos, tus temores y tus cualidades.

Querida y hermana.
No puedo acercarme a ti con la razón, les pasa a muchos, por eso me cuelo de puntillas por la maraña de las estrofas, rozando con la punta de los dedos la sensible materia de la que se hacen los versos. Quisiera tocar tal música, la partitura sería tuya para siempre, que te contagiara nuestros anhelos, los que hoy todos te quieren tuyos.

Querida y hermana.
Hoy es día de balances... pero no me salen contigo, que contigo me sale la cosecha de las horas dedicadas a escucharte, que no siempre te hemos comprendido en nuestro ruido cotidiano, y sé que a veces has llorado por no poder compartir con otros lo que más se quiere en este mundo... por suerte tu corazón es grande y cabe esperarte el perdón de nuestros propios desmanes...

Querida y hermana.
Gracias por estar aquí, en la familia, después de estos años a pesar nuestro. Gracias por el sentido del que tu ejemplo idealista nos dota. Gracias por todo ello ya que así seguiremos apuntando al diez para conseguir lo poco, y lo haremos recordando tus horas bajas reconvertidas en tanto.

Querida y hermana.
Animo en el camino. No desfallezcas nunca aunque la carga sea pesada. Recuerda siempre que hasta el final no sabremos porque cargamos con ello. Que sea posible seguir pensando que tu generosidad es reflejo de Aquella que nos soporta y nos deja seguir andando.