Hoy lo traigo a la memoria para que la luz de tu recuerdo alcance a quienes no te conocieron.
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Hoy estamos convocados todos para celebrar la entrada de ALBERTO a otra dimensión y lo haceis, los creyentes, a través de un Sacramento. Para unos será una despedida momentánea. Para otros un adiós. Para todos, la dicha de saberle en paz finalmente… Pero yo no he subido aquí a hablar de la Esperanza que va implícita en la Resurrección, ni de la Fidelidad hacia los suyos y sus convicciones, reflejo de la Fe; ni de la Abnegación y la Caridad, como formas supremas del Amor. De todo esto os pueden hablar ellos, (los sacerdotes), que han recibido ese encargo del Espíritu y para ello han sido también dotados por Èl. NO. Yo os quiero hablar de otra convocatoria que va en el mismo saco. Os quiero convocar, no a celebrar una despedida de ALBERTO, el esposo, padre, abuelo, familiar o amigo, sino a celebrar el primer día de su memoria. El hombre que fue Alberto ha trascendido por fin su existencia humana y a partir de ahora su nueva vida en nosotros lo hará tan eterno como será el relevo de nuestra memoria generación tras generación hasta el fin de los tiempos. Pues nuestra existencia terrenal es como la de una bombilla que alumbra mientras tiene corriente eléctrica. Sabemos que la bombilla muere como tal cuando deja de funcionar. Pero la luz que emitió desde el primer día viajara por el espacio y no desaparecerá nunca, así es como la luz sobrevive a la bombilla. Pues la bombilla puede morir al ser aplastada accidentalmente, puede fundirse por enfermedad o gastarse de vieja, pero la luminosidad que emitió seguirá viva difundiéndose en el espacio infinito viajando a la velocidad de la luz en busca de los límites del universo.
Papá, esa luz de papá que ahora ya no vive en él sino que pervive en mi y en cada uno de aquellos que lo rozaron, estará contento al ver que celebramos el primer día de su memoria con una heterogénea mezcla de la austeridad de San Ignacio y la imaginación de Carl Sagan, a quien gustaba de leer.
Ya acabo, solo quiero deciros una cosa más. No voy a recordar nada a nadie de su figura. Todos los que le conocisteis sabéis que, sobre todo, era un buen hombre. Pero no os vais a ir sin que sepáis por mi boca que también era un valiente. Tuvo el coraje de vivir hasta el final fiel a sus convicciones, sabiendo lo que le pasaba y dispuesto a ayudar a los suyos hasta el ultimo momento. Hasta que el dedo de Dios decidió que podía descansar y se oyó un click en ese interruptor que todos tenemos en algún lugar del Cielo.
Papá, esa luz de papá que ahora ya no vive en él sino que pervive en mi y en cada uno de aquellos que lo rozaron, estará contento al ver que celebramos el primer día de su memoria con una heterogénea mezcla de la austeridad de San Ignacio y la imaginación de Carl Sagan, a quien gustaba de leer.
Ya acabo, solo quiero deciros una cosa más. No voy a recordar nada a nadie de su figura. Todos los que le conocisteis sabéis que, sobre todo, era un buen hombre. Pero no os vais a ir sin que sepáis por mi boca que también era un valiente. Tuvo el coraje de vivir hasta el final fiel a sus convicciones, sabiendo lo que le pasaba y dispuesto a ayudar a los suyos hasta el ultimo momento. Hasta que el dedo de Dios decidió que podía descansar y se oyó un click en ese interruptor que todos tenemos en algún lugar del Cielo.