Immanuel von Swedenborg, hijo de un pastor luterano, nació en el barrio portuario de Estocolmo en 1688 y murió en Londres en 1772. Su verdadero nombre era Jesper Svedbertg. Los primeros años de su vida se dedicó a viajar por Europa estudiando en diferentes Universidades . Luchador incansable por encontrar el reducto físico del alma, se encontró a si mismo en una oscura cámara londinense en 1747. El que hasta entonces se había dedicado a buscar la razón de lo anímico a través de la Astronomía, la Fisiología, la Anatomía y la Química, renuncia en un noche de banquetes y ensoñaciones a la búsqueda del alma por ese camino y a partir de entonces -tiene cincuenta y cinco anos- frecuentara el trato con espíritus y ángeles, según su personal visión del mundo espiritual. Se retira a su casa de Estocolmo, un jardín poblado de espejos, donde a partir de ahora pasara las horas escribiendo libros sobre teosofía y midiendo (maníacamente) el crecimiento diario de sus plantas y flores.
Swedenborg, místico y teósofo, pretendido fundador de una era paradisíaca, divide su vida entre los Cielos y la Tierra. Recibe encomiendas y transporta mandamientos del mundo de los espíritus a la Tierra. Explora galaxias y sistemas solares y resuelve enigmas a personas desconsoladas.
En una ocasión, la viuda del embajador de los Países Bajos en Suecia le ruega que averigüe de su difunto esposo el lugar en el que depositó la factura de unas joyas que de nuevo se le reclaman. Luego de unos días Swedenborg trae la respuesta: en el cajón izquierdo de un viejo armario hay un falso espacio, allí se encuentra el recibo del pago de las joyas hecho por su marido días antes de morir.
En otra ocasión Swedenborg asiste a un banquete. Sobresaltado apoya su mano en el comensal a su izquierda y exclama: "Pedro III de Rusia ha muerto en las mazmorras de su prisión de San Petersburgo". Al cabo de unos días, los correos que llegan de dicha ciudad comprueban la verdad de aquella repentina visión.
Pero, con mucho, el episodio más fascinante del nuevo oficio de Swedenborg es el que permitió a la reina Luisa Ulrica de Suecia mantener correspondencia con su difunto hermano el príncipe Augusto de Prusia. Durante mucho tiempo la reina gobernó obedeciendo las órdenes que desde el mundo de los espíritus le enviaba su hermano a través de Swedenborg.
Toda esta serie de episodios provocaron la curiosidad de sus compatriotas y muy pronto el anatomista, filosofo y teólogo se convirtió en un personaje popular no sólo en Suecia, sino en toda Europa. A su homónimo Kant le llegan noticias del asombroso día en que Swedenborg estando en Gotemburgo ciudad distante 500 kilómetros de Estocolmo, se pasea por las calles de la ciudad pregonando que Estocolmo está ardiendo y durante horas va dando públicamente noticias del alcance del fuego. De madrugada se calma y afirma que el fuego se ha extinguido exactamente dos casas antes de llegar a la suya propia. Cuando esta historia llega a oídos de Kant y mientras cavilaba cómo poder averiguar la verdad de tan extrano suceso, recibe una carta de Swedenborg en la que éste le comunica:
Señor: he sido informado en el mundo de los espíritus que tiene fervientes deseos de conversar conmigo. Estaré encantado de recibirle si usted me honra con su visita. Su humilde siervo.
Inmanuel Swedenborg
Kant, entre sorprendido y escéptico, no solamente no llegaría a visitarle nunca sino que en 1766 dirigió, desde la cátedra de Maguncia, una dura critica a su teología de los espíritus.
Muy pronto comenzó a dudarse del sano juicio de Swedenborg. El mismo en una carta que dirige a su amigo Bobham le dice... "y ten en cuenta que el repetido trato con los espíritus es un camino que conduce a la locura". Pero en vida, después de su noche de metamorfosis londinense, no dio señales de enfermedad mental; antes bien toda su vida está adornada por una coherencia de actitudes y una respetabilidad que hacen dudar de todos los encasillamientos en que sus biógrafos críticos han tratado de colocar su desvariante personalidad.
Swedenborg decide el momento de su último viaje. Tres años antes de su muerte predice con exactitud el día y la hora de su partida final. Reunido con sus discípulos, quienes más tarde fundaran la Iglesia de la Nueva Jerusalén, abandona este mundo con la naturalidad y simplicidad de sus otras partidas. Minutos antes de la hora que tres años antes había fijado para su muerte, interrumpe la escritura, reúne a los discípulos que para tal evento se han congregado en su casa y se despide de ellos. Durante los doce últimos años de su vida se alimentó exclusivamente de galletas y café, del que consumía enormes cantidades. Su cuerpo era, sin embargo, según sus biógrafos, tan vigoroso como su espíritu. Durante estos años finales viajó intensamente por Europa, y especialmente en los últimos lo hacía en solitario. Recordemos que murrio a los 84 años y que viajar en 1770, no era precisamente, coger el puente aéreo.
He de mencionar un aspecto de sus investigaciones que tienen relación con su nueva anatomo-fisiologia. En 1719 pronuncia una disertación en el Real Colegio Médico de Estocolmo sobre "La anatomía de nuestra más sutil naturaleza; demostración de que toda nuestra fuerza viviente y moviente consiste en temblores". En ella traza toda una geometría de los temblores del cuerpo explicando que la palabra es producto del temblor (de los estertores, mejor) del alma. Se ha de entender la importancia que le da al tema de los temblores pues él era tartamudo.
Pero será en la Europa de los siglos XVIII y XIX cuando la idea swedenborguiana del andrógino le hace popular después de muerto. Sus escritos se traducen a casi todos los idiomas europeos (ingles, alemán, holandés, sueco, danés y francés). Los intelectuales se reparten entre sus defensores y sus detractores, pero es el libro Seraphita de Balzac el máximo exponente del interés que sus ideas sobre el tema llegaron a despertar. Sobre el andrógino Swedenborg dice:
"De la unión de un espíritu de amor y de un espíritu de sabiduría nace una criatura cuya alma es mujer y su cuerpo hombre, última expresión humana en que el espíritu domina a la forma, y en que ésta se debate aún contra el espíritu divino."
Seraphitus-Seraphita es la encarnación de la pura idea androginal hiperbórea de Swedenborg.
La obra Matrimonio del cielo y del infierno de W. Blake , es otra respuesta a las visiones infernales y celestiales de Swedenborg. En ella los ángeles y los espíritus se expresan mediante proverbios, en contra de las meras descripciones ambientales de la obra de Swedenborg. William Blake, en un momento determinado antes de atacar furiosamente a quien "nada nuevo ha inventado" dice: "Amar al amigo es oponérsele."
Todas las teorías celestiales e infernales swedenborguianas son el producto de una inigualable capacidad sincrética. Swedenborg dice en una ocasión un tanto confucianamente "No invento, sólo transmito", y él, desprendido hasta de su propia locura, habita un doble mundo en el que su sombra es su pura reminiscencia. Emanuel Swedenborg es un personaje que la historia no puede ni debe olvidar.
Para acabar transcribo unas líneas del único libro suyo publicado en castellano, “Cielo e Infierno”:
" Si bien todo en el Cielo aparece con el mismo aspecto que las cosas del mundo, es decir, delimitado y definido por los conceptos de espacio y de lugar, para los ángeles dichos conceptos no tienen significado alguno. Puesto que esto parecerá paradójico, procederé a explicar más detenidamente este argumento que tiene una gran importancia.
- Todos los traslados en el mundo espiritual acaecen mediante cambios de estado interior, por lo cual cabe deducir que los traslados son cambios de estado. De esta manera yo mismo fui conducido por el Senor a los Cielos y recorrí diferentes sitios. Pero esto ocurrió con respecto al espíritu mientras el cuerpo permanecía inmóvil en el mismo lugar. Del mismo modo se mueven los ángeles para quienes no existen ni distancia ni espacio, sólo estados y cambios de estado.
- Puesto que los traslados ocurren de esta manera, resulta evidente que los acercamientos son semejanzas del estado interior, y los alejamientos, diferencias. De aquí se deriva que aquellos que están en un estado similar son vecinos, y aquellos que están en estados diferentes, se alejan entre si. Los espacios en el Cielo no son otra cosa que estados externos que se corresponden con los estados internos, y por esta razón, los Cielos son diferentes entre sí, de la misma manera que lo son (diferentes) las sociedades de cada Cielo y los ángeles de cada sociedad. De aquí cabe deducir que el infierno está totalmente separado de los Cielos ya que se encuentra, fundamentalmente, en un estado opuesto.
- Por esta misma razón, en el mundo espiritual alguien puede encontrarse junto a otro si lo desea intensamente: en efecto, lo visualiza mediante su pensamiento y lo conduce a su propio estado. En el caso contrario, la aversión hace que dicho individuo se mantenga alejado de uno. Puesto que todas las aversiones se derivan de la diferencia de los afectos y los pensamientos, muchos de los que se encuentran en el mismo lugar resultan invisibles los unos para los otros, y ya no se ven más desde el momento en que incuban sentimientos opuestos…"
Podría ser que Swedenborg fuera un loco iluminado. Pero en cualquier caso sus ideas, creedme, son geniales. Otra cosa es que además pertenezcan a la categoría de ideas de veracidad comprobable. En ellas vemos un magnifico ejercicio de creencia sin necesidad de comprobación. Se puede ser víctima de ellas tal como de una infección por el virus de la inmunodeficiencia: si penetran verdaderamente en nuestro interior llegan a destruir las defensas racionales que podrían alejarnos de ellas. Otra vez el MUNDO 3 de K. Popper . El que tenga interés que entienda.
Granollers, febrero 92
BIBLIOGRAFÍA usada en el trabajo:
"Cielo e Infierno" Emanuel Swedenborg. Ed.Grupo Libro 88. Madrid 1991
"La otra dimensión. Escatología Cristiana." Juan Ruiz de la Pena. Ed.Sal Terrae. Santander 1986
"The apostolic Church in the New Testament" D.Stanley. Newman Press. Westminster, Md. (USA)
"Histoire des religions. Enciclopédie de la Pléiade" Editions Gallimard. Paris 1970