domingo, 19 de agosto de 2007

Viaje en bici por la Toscana


San Gimignano, Sangimi para ellos, queda atrás mientras rodamos a buena marcha cuesta abajo. Todavia no hace calor. Son las nueve. Hasta el fondo del valle d'Elsa es casi todo bajada. Será despues cuando las colinas toscanas nos dejaran ver su carácter. Los viñedos y los cipreses se suceden a lado y lado de la carretera mientras repaso las últimas horas. El hotel Cisterna esta bien situado, en el centro mismo de Sangimi. La habitación no tiene mucho encanto pero tiene una terraza que salva todo lo negativo, excepto el café del desayuno, que es el peor de toda Italia. La puesta del sol del dia anterior nos dejó ver las 14 torres de Sangimi con un color esplendido. No podemos imaginar que llegará tener 64 torres y que los florentinos acabaran con ellas como símbolo de su dominación. Hemos venido a la Toscana para descubrir que Siena fue una próspera ciudad medieval en competencia con Florencia. No sabíamos de la rivalidad entre las dos ciudades estado. Despues de la peste les fue fácil a los florentinos dominar a Siena. No fue hasta la epoca de los Medici en que se anexiona Siena al Gran Ducado de la Toscana. Para entonces su decadencia y el resurgimiento de Florencia ya no tenia vuelta atrás. Es impresionante ver los restos inconclusos del Duomo nuevo de Siena. El viejo Duomo es solo el crucero de lo proyectado. Pero la peste y la guerra impedieron a los Sienes tener un Duomo mayor que el de Florencia. Al visitar el Duomo de Siena se percibe una pequeña fracción del esplendor que debio de adornarlo. Pienso en la cantidad de sufrimiento humano que hay detrás de todo este arte que nos llega hoy. El fanatismo religioso y el afán por mostrarse más poderoso que el rival vecino hace que el pueblo llano pague con sangre la manifestación artistica. Siempre ha sido asi.


Certaldo aparece en el horizonte, llevamos ya mas de 35 km de tobogan toscano. Tenemos hambre y hacemos un ultimo esfuerzo subiendo a la colina amurallada del pueblo en el que Bocaccio escribio el Decameron. La enoteca del pueblo nos ofrece unas bruschetas excelentes de pecorino y melanzanne. Las fuerzas se recuperan y salimos hacia la parte alta del Val d'Elsa. Despues de más toboganes inacabables, y de 75 km de paisaje toscano, regresamos a Sangimi. Estamos deseando tomar una ducha y cenar.

Il Pino es un restaurante para repetir. El americano que esta en la mesa de al lado tiene una mujer vietnamita y 4 hijas. La mayor unos 20 años y la peque va en carrito, unos 10 meses. Es un tipo que me recuerda a Marlon Brando en Apocalipsis Now. Pensamos que debe de ser un excombatiente de vietnam. Tiene la edad para serlo y la vietnamita en sus dias debio de ser bonita. Ahora esta hecha una matrona con exceso de peso. Que contraste entre lo que ofrece la vida y lo que puedes o no tomar de ella. Me cuesta entender como en la mesa de al lado pueden estar comiendo, con cocacola y agua para los niños, carne con patatas fritas. El Verdaccio de Sangimi que nos sirven se llama Alada. Cosecha del 2005. Es joven y afrutado, delicioso. Por tres veces debo de reclamar una cubitera para que no se nos caliente. Es imposible saber si el risotto con pecorino es mejor que los raviolones de melanzanne con pesto. El tiramisu tiene un exceso de mascarpone que tratamos de compensar con una grappa de brunello y un limoncello. El americano trata de pagar con travelers checks... el camarero no se entera y el encargado se los acaba aceptando a regañadientes. Estoy seguro de que hay americanos que saben beber vino y pagar en la moneda del lugar que estan visitando. Mientras nuestro particular Marlon Brando sale, nos fijamos en el anillo de diamantes que lleva la vietnamita y como el bolso de Prada va colgado de la sillita en la que la criada camboyana lleva al mas pequeño de los Branditos. Durante la cena la vietnamita con sobrepeso jugaba al solitario con el movil mientras su hija de 20 años solo miraba al moreno camarero etrusco.

Mientras escribo, Anna esta explorando Radda in Chianti. Hemos llegado hace cuatro horas. Salimos de Sangimi para hacer una ruta alternativa que pasa por la reserva natural del bosque de Santa Agnes. Un bosque mediterraneo, como los nuestros, con la salvedad de que junto a las encinas, robles y pinos crecen entremezclados muchos cipreses. En nuestra tierra el cipres es un arbol de cementerios. Dicen que el cipres es un simbolo religioso. Crece apuntando a Dios. Por eso lo plantan en los lugares sagrados. A mi tanto ciprés entre colinas redondeadas me recuerda otra cosa que callo. La subida son 19 km sostenidos, un si bemol de cadencias que alternan paisajes de bosque con los viñedos de la region de Chianti que atravesamos. Anna progresa a ritmo de Ipod, sus caderas tambien son cadencias admirables y cuando la llevo delante la contemplo a gusto con cara de bobo. Paramos enmedio del bosque a poner vaselina en nuestras escocidas ingles. Castellina in Chianti es otro pueblito medieval en el que decidimos comer. La propietaria, un culo enorme que no le cabe en los tejanos, nos dice lo primero que no tienen pizza: 'que solo tienen “comida”...'. El camarero parece amargado. Tener dos cuñados italianos, aunque sean lombardos, me da la ventaja de saber más italiano que la media de los guiris españoles y puedo entender sus comentarios...
Quizás es algo tarde para ellos. Pero solo son las dos. Cuando estamos acabando los tagliolini ai funghi porcini aparece una familia autenticamente andaluza. Anna hace apuestas conmigo sobre si son de Malaga o de Sevilla. Divertidos y dicharacheros no entienden un pijo pero se apañan. El camarero se amarga un poco mas y la dueña les repite que no tienen pizzas... a ellos les da igual. A nosotros tambien. El Chianti clasico que bebemos nos da las fuerzas justas para llegar a Radda que solo dista 10 km... una ducha reparadora que nos deja el cuerpo listo para un sexo que nos sucede antes de darnos cuenta... la cama es muy correcta y por la ventana solo nos ve retozar la campiña toscana mientras el sol se esconde con timidez.



Anna llega y me trae un cacho de pecorino que devoro mientras escribo las ultimas lineas para el blog... dentro de una hora buscaremos trattoria para cenar.